Adiós al nervio del cine independiente
Era Cienfuegos una persona con una intuición descomunal de la que pude ir aprendiendo el oficio de la programación cinematográfica en Gijón y en Sevilla
El inesperado y cruel fallecimiento de José Luis Cienfuegos nos deja aún más huérfanos tras la desaparición, este mismo año, del que fuese programador junto ... a él durante muchos años, Fran Gayo. A nivel personal, a José Luis le debo entre otras muchas cosas haber podido profesionalizar mi carrera cuando decidió apostar por mi incorporación, primero al periódico del FICX en 2009, y después al departamento de programación del Festival en 2010. Fue (qué antinatural se me hace hablar en pasado) una persona ultraexigente pero también ultraleal con la que, además de pasar por los momentos de estrés inherentes a cualquier festival, pude echarme innumerables risas. Y eso, pasado el tiempo, vale oro.
Una persona con una intuición descomunal de la que pude ir aprendiendo el oficio de la programación cinematográfica, primero en Gijón y después durante los cinco inolvidables años en los que fuimos uña y carne en Sevilla. Allí llegamos en 2012 con, y ustedes perdonen el tópico, una maleta cargada de sueños, y conseguimos que por la Mariana Villa pasasen nombres como los de Agnès Varda, Nadav Lapid, Bertrand Bonello, Olivier Assayas, Elena López Riera, Claude Lanzmann, Leos Carax, Valeria Bruni-Tedeschi, Oliver Laxe, Bruno Dumont, Josh Safdie, Gianfranco Rosi, Luis López Carrasco, Louis Garrel, Albert Serra y tantos y tantos otros…
Son muchas las anécdotas que compartimos y, durante los ocho años en los que colaboramos profesionalmente, José Luis me conectó con mucha gente que ha terminado por ser importantísima en mi vida, empezando por el actual jefe de Programación del FICX, Tito Rodríguez. Y, al igual que me sucede con Fran Gayo, recuerdo muchísimas frases de José Luis sobre innumerables asuntos. Una de ellas la llevo tatuada a fuego siempre y creo que es crucial para entender el trabajo de programar (y más aún el de dirigir) un festival internacional de cine: «Alejandro, programar no es solamente ver peliculinas». Pero José Luis no solo me enseñó a pensar de otra manera, sino también a escuchar música de otra manera, a comer de otra manera o a vestir de otra manera, cosas nada baladíes en la vida.
Cuántas noches en vela comentando todos los títulos que veíamos hasta altas horas de la madrugada. Quemándonos las retinas para buscar la joya oculta, para encontrar el talento incipiente, para seguir detectando los destellos escondidos en las programaciones de otros festivales y en las obras que nos llegaban a través de inscripción. Cuántos viajes a Cannes juntos, siete años seguidos compartiendo ilusiones y una agenda casi imposible de puro apretada, en la que tratábamos de sacar provecho hasta al más mínimo hueco del que disponíamos… Y por supuesto aquel vértigo cada vez que se acercaba una nueva edición, y el puro nervio de José Luis buscando la excelencia en cada detalle, en cada actividad, en cada acontecimiento del festival. Toda una escuela en la que lo vital y lo profesional se entrelazaban de manera inextricable y vibrante.
Para un cinéfilo noventero de la era del videoclub que estudiaba en Gijón, descubrir el cine que ofrecía el FICX a finales de los noventa fue una revelación total. Algo que le marca a uno para siempre. Descubrir por ejemplo a Aki Kaurismäki, que por entonces y aunque ahora parezca imposible no había estrenado ni una sola película comercialmente en España y al que Cienfuegos y Fran dedicaron la primera retrospectiva en nuestro país. O a otros nombres hoy totalmente consagrados, de Claire Denis a Todd Haynes, de Tsai Ming-liang a Ulrich Seidl... Maldito sea por siempre este 2025 por habernos quitado a Fran y al gafotas (así se le llamaba cariñosamente en la oficina del FICX), por haber dejado a la comunidad cinéfila sin dos figuras de su talla, carisma, conocimientos y valía. Descansen en paz, quizás repasando una parrilla de proyecciones, juntos de nuevo, allá donde realmente espero que nos podamos volver a reunir alguna vez.
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