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Cuando los padres de Miguel, que acaba de cumplir 18 años, decidieron dejarle explorar cómo se sentía dentro del agua, no se equivocaban: su hijo ... es la primera persona con TEA (Trastorno del Espectro Autista) en obtener un título de buceo en España. Y David Rodríguez (Avilés, 1982), cuya filmografía siempre ha estado vinculada al mar, no pudo decir que no cuando le propusieron dirigir un documental que recogiese la historia del joven gijonés.
Antes de mostrarlo en CortoGijón el próximo abril, confiesa que lo especial de este trabajo fue poder fusionar dos cosas que le apasionan: por un lado, la comunicación humana y cómo si hacemos un esfuerzo por entender este tipo de trastornos podemos cononcernos mejor a nosotros mismos, y por otro, el mar, al que vuelve una y otra vez en su trabajo. Una fijación que «tiene algo que ver con la búsqueda del origen de la vida», pero también es la herencia familiar de las historias de un abuelo que viajó en barco por todo el mundo.
Cuando se enfrentaron a este proyecto, tanto director como protagonista partían de una pasión en común: el buceo. Para Miguel el agua siempre había sido un lugar seguro, pero fue en la Escuela de Buceo Orca (Gijón) donde descubrieron que no solo estaba cómodo, sino que debajo del mar «era un auténtico crack». El documental sigue sus pasos durante la semana en la que consiguió el título que le permite realizar inmersiones de hasta 30 metros de profundidad. Se hizo en Gijón, pero cineasta y protagonista se fueron hasta Lanzarote para grabar las tomas submarinas de la película. Un relato audiovisual en el que el espectador asiste «a los retos con los que Miguel tiene que lidiar para obtener el título, así como a los rituales o situaciones en los que negocia con una realidad que es nueva para él».
Pero esto no es un documental sobre el autismo, sino una historia en la que, a través de los ojos de Miguel, vamos viendo cómo se tiene que enfrentar a todo lo que rodea su vida para conseguir este reto. Una experiencia con la que su director confiesa haber descubierto nuevas cosas de su oficio: en concreto, que la comunicación, muchas veces, es más sencilla de lo que nosotros la hacemos.«Hay veces en los rodajes que no sabes muy bien qué decir para explicar lo que tienes en la cabeza, pero con Miguel era súper fácil», porque trabaja mejor cuanto más concisas sean las instrucciones. Y así, comunicándose desde la sencillez, consiguieron disfrutar juntos de su gran pasión: el agua.
Una película de la asturiana Nunatak Producciones, que ya está inmersa en su siguiente proyecto: un documental sobre la isla de Tuvalu, el primer territorio que desaparecerá bajo el océano a causa del cambio climático. Y de nuevo, cómo no, el mar será el protagonista.
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