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Irina Lungu, como Elvira, en un momento de la representación junta a John Osborn, que interpreta a Arturo. Ópera de Oviedo
La emoción y fuerza inagotable del bel canto

La emoción y fuerza inagotable del bel canto

El Campoamor aplaude el estreno de 'I Puritani', marcada por la cuidada escenografía de Sagi y con Irina Lungu como gran triunfadora de la noche

ramón avello

Martes, 29 de septiembre 2020, 01:11

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Aunque hacía 20 años que no se representaba en Oviedo, 'I Puritani' es una ópera que ha tenido cierto predicamento en el Campoamor. Sin duda, esta obra de Bellini es una de las patas en las que se ha apoyado, desde la década de los cincuenta, el Oviedo belcantista, interpretada en esta ciudad por cantantes de leyenda como Alfredo Kraus o Gianni Raimondi. Sobre el trasfondo de las guerras civiles inglesas del siglo XVIII, Bellini crea una ópera en la que se entremezclan la épica, la locura –Elvira es, junto a su prima Lucia, una de las locas egregias de la ópera– y el amor. Una ópera de extrema dificultad en las cuatro voces protagonistas, especialmente las de soprano y tenor, apoyada en una cuidada orquestación y enriquecida con una rica participación coral.

Ayer, con 'I Puritani', la Temporada de Ópera de Oviedo volvió a sus cuidados fueros belcantistas en esta cuidada versión coproducida por el Teatro Real –en Madrid se represntó en el 2016– y el Teatro Municipal de Santiago de Chile. La Ópera de Oviedo dedicó esta función a la diseñadora del vestuario, Pepa Ojanguren, fallecida recientemente. Antes de comenzar la representación, Celestino Varela, director de la institución, hizo una semblanza de esta gran figurinista que «durante años nos acompañó y vistió a los cantantes con el mejor de los colores». Simbólicamente, al final, en el escenario quedaron unas rosas blancas en su recuerdo. Como ya casi empieza a ser habitual, volvió a haber pateos y aplausos cuando se saluda en asturiano.

Los integrantes del Coro de la Ópera de Oviedo cantaron cubiertos con mascarillas.
Los integrantes del Coro de la Ópera de Oviedo cantaron cubiertos con mascarillas.

Originalmente, la ópera está ambientada en el siglo XVII, sin embargo, la concepción escénica y la visión escenográfica de Emilio Sagi y Daniel Bianco crean cierta atemporalidad abstracta, generalmente bastante austera, y con predominios del blanco, dorado y negro, salvo el tercer acto, en el que, por medio del bosque, se intuye un guiño a las escenografías románticas. Hay cierta sobriedad simbólica en elementos como la Luna, las sillas, las puertas y paredes negras que reflejan un mundo puritano asfixiante y oscuro, y elementos ornamentales como esa profusión de lámparas que probablemente tienen un carácter decorativo. De lo más acertado teatralmente fue la última escena del primer acto, en la que una cortina blanca separaba a la protagonista de los otros personajes, sugiriendo una idea de aislamiento, que la llevará a la locura.

La orquestación de 'I Puritani', la más laboriosa y la más conseguida de todas las óperas de Bellini y todo un modelo para los compositores de la segunda mitad del XIX, posee una triple función que el director Iván López-Reynoso supo destacar en la representación de ayer. Por una parte, acompañar y arropar el canto. Por otra, sugerir un ambiente épico pero también misterioso y melancólico, que se subraya especialmente con las intervenciones frecuentes de los metales. Y finalmente, crear a través de diferentes hilos melódicos una idea de fluidez, de continuidad musical durante cada acto. Al frente de Oviedo Filarmonía, en una creación que ha girado a favor de la música de Bellini, el director mexicano llevó unos tiempos muy correctos, muy bien matizados y cómodos para los cantantes.

Frente al coro, Esteban Urzelai, que debutó hace casi un mes como batuta de la formación de la Ópera de Oviedo con 'Los pechos de Tiresías', es en 'I Puritani' en donde adquiere una importancia de primer orden. Los aspectos corales con los que comienzan el primer y segundo acto proyectan, como el coro en el teatro griego, estados de ánimo colectivo, al mismo tiempo que refuerzan con sus intervenciones las arias de los solistas. Un coro algo estático, seguramente por la situación de tener que cantar con mascarilla, y con algunos claroscuros interpretativos. Algo desajustado en el coro inicial, con cierta descompensación de volúmenes, especialmente en la cuerda de los tenores, pero que se va centrando según avanza la representación.

Entre los protagonistas, la gran protagonista, con un timbre bellísimo y unas tablas evidentes, siempre modulando la voz, fue Irina Lungo una Elvira total. John Osborn resuelve brillantemente el papel de Arturo. Al barítono Dalibor Jenis le hemos escuchado en Oviedo en diferentes papeles, desde el Figaro de 'El barbero' hasta el conde Luna, de 'El Trovador'. El cantante eslovaco dibuja un Riccardo que recordaremos. Luca Tittoto debutó ayer en el Campoamor, con el rol de Giorgio y Laura Vila encargó el papel de Enriqueta de Francia. Las voces, en general, bien. Un gran estreno.

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