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Verónica García-Peña
Jueves, 19 de noviembre 2020, 03:54
'La oscuridad es un lugar' (Destino, 2020) es la nueva obra de Ariadna Castellarnau (Lleida, 1979), que se adentra en el terreno de la fantasía oscura para explorar el lado extraño y tenebroso de las relaciones humanas. Un libro compuesto por ocho relatos, próximos al género fantástico o de terror, en los que descubrir quiénes son y somos verdaderamente. Una obra perturbadora pero necesaria, en la que la autora hurga en los rincones sombríos, donde habitan los monstruos que son, en verdad, más humanos y reales de lo que, en ocasiones, estamos dispuestos a admitir. Una nueva mirada inquietante sobre nuestro presente que nos deslumbrará. 'Quema', su primera novela, fue galardonada con el Premio Internacional Las Américas a la mejor novela hispanoamericana de 2015.
- En su anterior libro, 'Quema', narraba el fin del mundo por culpa de una plaga de origen desconocido y, aunque hoy hablemos de su nueva obra, debido a las circunstancias que vivimos, es obligado preguntarle si son las distopías una suerte de mapa hacia el futuro.
Las distopías son en realidad el mapa del presente. Si pensamos por ejemplo en las dos grandes distopías del siglo XX, '1984' y 'Un mundo feliz' de Huxley, vemos que tanto Orwell como Huxley supieron entender qué estaba ocurriendo en su presente y luego extrapolar todo eso hacia un futuro indeseado. Hoy día ni tan siquiera esta operación resulta válida. El futuro ha quedado anticuado. Ahora sobrevivimos en él.
- Sin abandonar las distopías, de todas las que se han imaginado, que tenemos muchas donde elegir, ¿cuál es su preferida como autora?
Antes he hablado de '1984' y de 'Un mundo feliz'. Esta última es una de mis distopías favoritas. Me gusta la sutileza de Huxley cuando imagina una tiranía casi impalpable, camuflada en el hedonismo banal de una sociedad saturada de distracciones, que es feliz de un modo compulsivo e irreflexivo, que posee toda la información y a la vez no sabe nada.
- «La luz es un lugar y la oscuridad es otro. ¿Dónde quieres estar?», nos dice en uno de los relatos de su nuevo libro. ¿De verdad la oscuridad es un lugar? Y una vez engullidos por ella, atrapados, ¿cómo podemos llegar a la luz?
El título del libro viene de un poema hermosísimo de Dylan Thomas que dice «lo oscuro es un camino y la luz un lugar». Creo que Dylan hablaba de la luz como un punto de llegada, y de la vida como una cárcel simbólica. Esto está implícito también en el título de mi libro. Los personajes habitan la oscuridad porque están atrapados en la soledad, en la culpa o en dinámicas familiares asfixiantes. Quiero pensar que, a su modo, algunos se salvan. Sobre cómo salir de la oscuridad, es un asunto arduo. Imagino que con años de terapia.
- La siguiente pregunta, sobre por qué vendería su alma, la preferida de los lectores, la suelo hacer al final de la entrevista, pero al hablar de oscuridad, me ha venido a la mente, si bien la voy a reformular. Díganos, ¿usted por qué vendería su alma si es cree que tenemos alma?
Siendo mujer no me atrevería a cuestionarlo, con lo mucho que les costó a nuestras antepasadas convencer a los hombres de que no solo tenían alma, sino también un cerebro. Pero no vendería mi alma al Diablo. Jamás haría un trato con ese señor.
- Su forma de escribir se basa en narrar historias sobre el lado B de la vida. ¿Qué es ese lado B? ¿Dónde se encuentra?
Creo que la cita de Ángela Carter que abre el libro lo explica mejor que yo: «es un mundo invisible, un país inexplorado, un extraordinario nuevo mundo».
- «La escritura, para mí, tiene que iluminar al monstruo agazapado. Y despertarlo». ¿A usted que monstruos le dan más miedo? ¿Cuáles cree que son los más peligrosos?
Los que están en mi interior, claro: la culpa, las fobias, los temores internos. En cuanto a los monstruos más peligrosos, me temo que no son sobrenaturales, sino bien reales y viven a la luz del día.
- Monstruos, fantasmas… Si pudiera convocar al fantasma de un escritor para, por ejemplo, ir de copas, ¿a quién llamaría?
Lo de ir de copas en estos tiempos me parece un delirio. Pero, sin duda, a Charlotte Brontë.
- Rincones tenebrosos de la experiencia humana. Sabe, Freud veía a los artistas como personas con heridas profundas… ¿Lo cree así?
Creo que todos tenemos heridas profundas, pero no creo en el tópico del artista atormentado. No se puede crear nada desde el tormento, solo desde el placer, aunque a veces cueste y te cuestiones si realmente lo que estás haciendo le va a importar a alguien.
- Antes hemos hablado de monstruos y también de fantasmas, pero ahora le voy a preguntar por villanos. ¿Con qué villano de ficción montaría una empresa?
No creo que pudiera montar una empresa con nadie, ni aún con el villano neoliberal más despiadado.
- Hay autores que aseguran que los villanos son los mejores personajes que existen a la hora de escribir. ¿Usted cómo lo ve?
Construir un villano es un ejercicio de catarsis magnífico. Creo que se pone en juego algo muy primitivo: la sombra de la que hablaba Jung, todo lo reprimido, los monstruos que cada uno de nosotros tiene encadenados en su cabeza.
- Ya que hablamos de villanos, si usted pudiera transformase en uno de libro, el que le diera la gana, ¿qué tipo de villano le gustaría ser?
Sé que no es precisamente popular ahora, pero amo a la Bellatrix Lestrange de las películas de Harry Potter. Helena Bonham Carter está magnífica.
- Y de villanos a héroes, ¿con que héroe salvaría el mundo si es que cree que el mudo se merece ser salvado?
En un plano de ficción creo que nadie mejor que el Doctor Manhattan, suponiendo que le interesara hacerlo; en el plano de la realidad, no hay salvación. Este es un concepto demasiado cristiano, pero sí son posibles los cambios, y los cambios vienen de las grandes revoluciones.
- Háblenos un poco de su modo de afrontar la escritura. ¿Escribe en secreto, sin desvelar apenas nada sobre ello, o es de las que les gusta hablar de lo que escriben?
Cuando estoy empezando un proyecto prefiero no hablar mucho de eso. Si lo hago es con pocas personas, dos a lo sumo, y siempre con las mismas.
- ¿Y supersticiones? ¿Tiene manías?
No soy supersticiosa. Manías tengo, muchas.
- Para terminar, elija una palabra, una sola, para definir nuestro mundo y una para definir su literatura.
No me veo capaz de sintetizar en una sola palabra nuestro mundo, no tengo ese poder. En cuando a mi literatura: creo que es bastante sombría.
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