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El periodista y escritor Boris Izaguirre, que presenta su novela ‘Tiempo de tormentas’. M.G. (Efe)
Boris Izaguirre: «La fama me enseñó a mentir»

Boris Izaguirre: «La fama me enseñó a mentir»

«Me crie entre 'El Capital' y el '¡Hola!, de ahí el pastiche que soy» dice el escritor y presentador, que repasa su vida en su nueva novela. Revela la brutal violación que sufrió en la adolescencia y que su idolatrada madre le ayudó a superar

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Lunes, 12 de marzo 2018, 19:44

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Se desnuda Boris Izaguirre (Caracas, 1965) acaso mucho más de lo que él hubiera querido en 'Tiempo de tormentas' (Planeta). Es la octava novela del mediático escritor, presentador y 'showman', finalista del premio Planeta en 2007, y afincado hoy en Miami por imperativo profesional. «No son unas memorias; es una novela en la que el nombre de los protagonistas coincide con el de mis padres y con el mío», aclara Izaguirre sobre esta «autobiográfica ficción». Es un repaso a su vida, desde su infancia a la muerte de su madre en 2014, a su relación con su familia y su país, una Venezuela que sitúa «al borde del abismo», y su ascenso al éxito y la fama.

Narración íntima y sincera, aborda su dislexia, su homosexualidad, tempranos episodios de acoso y la brutal violación que sufrió en su adolescencia y que su ildolatrada y comprometida madre, Belén Lobo, famosa primera bailarina, le ayudó a superar. «Era ridículo e insoportable de adolescente. Me críe entre 'El Capital' de Marx y el '¡Hola!' y de ahí surge el pastiche que soy hoy», dice acomodado en su múltiple personaje y a sus 52 años. «Es una tontería querer ser una sola persona. Hay que ser al menos seis», agrega entre risas.

Boris y fama son hoy sinónimos, pero para lograrla tuvo que crear personajes y aprender a mentir. «La fama es peligrosa y para mi llegó a ser una urgencia», dice recordando como «quería ir a 'Studio 54' para conocer a Truman Capote, Bianca Jagger, Andy Warhol y Liza Minelli». «La fama te elige y te exprime y ahora es más peligrosa que entonces. Ejerce una presión mucho más alta», asegura años después de su escalada a la popularidad en 'Crónicas marcianas'. «Pero no me arrepiento de nada, y menos de ser famoso. Acaso de no haber follado lo suficiente, en su momento, o de no ser más delgado», ironiza asumiendo gustoso el coste de la popularidad.

«Tenía todas las papeletas para ser un personaje público y lograrlo de forma disciplinada ha sido quizá mi única habilidad», se felicita. «Tengo problemas de motricidad y de concentración, soy muy disperso, disléxico y homosexual y la fama ha sido la gran disciplina que me ha enseñado a mentir», agradece. Lo dice muy risueño, con su melosa y amanerada forma de hablar, convencido de que «la verdad es muy maleducada y muy desagradable» y constatando que «la relación con la fama se basa en la mentira».

Cary Grant latino

Enfundado en un elegante traje azul, sin corbata, con gafas de pasta, zapatos ingleses hechos a mano y calcetines fucsia, arrellanado en el sillón de un lujoso hotel, este Cary Grant caraqueño deja en una esquina una enorme bolsa de Louis Vuitton aclarando que su marido «busca ofertas en Primark» antes de charlar con un grupo de informadores. Asegura que su nueva novela «es la historia de un cuadro y de una familia que representa lo que le ha pasado a Venezuela». Titulado 'Tiempo de tormentas', el lienzo estuvo años en la casa familiar y es el 'leit motiv' de una ficción muy real en la que resulta esencial la relación de Izaguirre con su madre. «Ella siempre pensó que mi sexualidad no supondría un conflicto, mas bien al contrarario. Y acertó», dice.

«El proceso de la violación fue crucial entre mi mamá y yo», dice evocando la brutal agresión que en la novela comete Gerardo, amigo devenido en enemigo, junto a otros dos jóvenes y que le dejó hondas lesiones emocionales. «Era importante atravesar ese recuerdo. Fueron tres personas y no fue fácil escapar y salir ileso. Jamás les vi de nuevo. Fue muy violento y rápido y lo importante fue el inmediato después. Llegar a mi casa como llegué. Que mi madre me ayudara y me exigiera ser muy sincero y concreto en lo que había pasado», explica sobre un episodio al que se refirió en clave en 'Azul petróleo', otra de su novelas. Aquel ataque «violentó el edificio protector que mi mamá construyó sobre mí». «Ella quería que yo no me desmoronara, que no culpara de lo ocurrido ni a mi forma de ser ni a mi sexualidad y lo consiguió. Por eso era importante contarlo», explica.

A ella le debe también aceptar con naturalidad y desde muy pronto su orientación sexual y su carácter. «Siempre pensó que mi sexualidad no sería un conflicto, más bien al contrario», dice. «Su gran lección fue que no intentará llamar la atención, porque ya llamaba bastante la atención». Algo que «habla del infinito amor que sentía por mi y que me evitó cometer un grave error».

«El fracaso de Venezuela como país no es de ahora y no solo se debe a Chaves y a Maduro» dice sobe el galopante deterioro de su país. «Avanza hacia el precipicio desde hace casi cincuenta años y ahora está al borde de la caída», es su diagnóstico sobre el castigado y empobrecido país. «Mi madre era venezolana y caraqueña hasta la médula y su muerte fue, en cierta manera, su manera de decir que no quería participar en el secuestro espantoso al que se está sometiendo a Venezuela». «No soportó bien la idea de que había nacido en una dictadura iba a morir en otra», resume.

«El fracaso de mi país me afecta mucho y está en ese tiempo de tormenta al que alude el título de la novela» concluye el autor de ficciones como 'Villa Diamante', 'Y de repente fue ayer', 'Dos monstruos juntos' o 'Un jardín al norte'.

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