Rosa Navarro Escritora
«Para mí, el humor es una prioridad, una forma de resistir»La autora manchega presenta hoy su último libro, 'Recochura', en la librería Kafka&Co, de la mano del Aula de Cultura de EL COMERCIO
Rosa Navarro ha viajado a sus orígenes para plasmar el retrato de un pueblo auténtico, habitado por personajes inolvidables que le sirven para reflexionar sobre ... la memoria y el peso de la identidad. Una narradora sin nombre transita por tres etapas históricas y nos acerca con un humor impagable a su propia familia en un delicioso homenaje. De la mano del Aula de Cultura de EL COMERCIO y la Librería Kafka&Co, la galardonada con el Premio Tigre Juan 2023 por su libro de relatos 'Niña con monstruo dentro', presenta hoy, a las 13 horas, su último trabajo: 'Recochura', en la librería ovetense.
–Recochura. He buscado en la RAE y no encuentro la palabra.
–Es una palabra que se utiliza solo en La Mancha y dependiendo de la zona tiene un significado u otro. Cuando hace fresco, en el pueblo de Pedro Muñoz, en Castilla-La Mancha, se dice que hace recochura, que hay recochura. También significa no quedarse con las ganas de algo y otra acepción es cuando algo te da grima, te hace sentirte incómoda.
–Es la primera referencia a Argamasilla de Alba, lugar en el que transcurre la narración. Todo un homenaje a su tierra.
–Es la reconstrucción de la familia de mi madre con dos lugares: Argamasilla y La Solana –donde nació ella– que comparten Virgen. Escribí este libro porque yo pasé mucho tiempo allí con mi abuela. Es un regreso al lugar de mis orígenes, una vuelta al pasado, una búsqueda, una reflexión sobre la memoria y la identidad. Por eso incluyo fotos auténticas de mi familia y de vecinos del pueblo que he recuperado.
–Mezcla realidad y ficción en acontecimientos y personajes. Y con mucho humor e ironía.
–Sí. Por ejemplo, el Abuelo del libro es mi bisabuelo, que tenía una tienda de ultramarinos. Bernardo y la cierva son reales. Viven juntos, es algo muy peculiar que me apetecía contar. En cuanto al humor, para mí es una prioridad en la vida. Es necesario. Es un arma de combate. Una forma de hacer crítica y de resistir.
–Usted narra una historia de historias que confluyen.
–Crear historias es como tejer y no es igual el remate de un botón que el encaje de bolillos. En esta novela hay tres épocas: el año 1600, el 1900 y la actualidad, todo a través de una narradora y protagonista de la narración.
–A la que, por cierto, no le pone nombre. Como tampoco al ciego, al juglar, el recaudador. Ni siquiera a la estación de tren.
–Fue todo un reto. También ver qué tipo de narrador iba a contar esta historia. Buscaba un personaje central que no juzgara, que se mantuviera imparcial. Es la influencia de Cervantes.
–¿Cuál es su personaje favorito?
–Son dos. Uno, el ciego porque para mí es el más fascinante. Tiene una mezcla de maldad, de dejadez. Es rural, erudito, es magistral. Y me encanta la relación que tiene con la protagonista, es un personaje apasionante. Mi otra preferencia emocionalmente es doña Nacha.
–«Otros con más estudios apostaban a que se había mudado a ese país llamado Asturias, donde todo es verde y la gente lee mucho y sabe mucho», dice la narradora.
–Es verdad. La cultura literaria de Asturias es fascinante.
–¿Qué le han dicho en Argamasilla?
–Yo no sabía si me iban a echar de allí definitivamente (risas). Ha gustado mucho. Y tengo que decir que cuando lo presenté allí estuvo la cierva y Bernardo. Yo temía el impacto para mi madre que vive allí. Pero todo resultó muy bien. Me gusta escribir cuentos, pero esta historia necesitaba más que un relato corto. Siempre la he tenido presente. De alguna manera siento que es un viaje de ida y vuelta.
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