Borrar
Imagen de archivo de Josep Pla.
Un payés trajeado entre bolcheviques

Un payés trajeado entre bolcheviques

'Viaje a Rusia', la ingenua visión de Josep Pla del país de de los sóviets, se publica por primera vez en castellano

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Lunes, 10 de septiembre 2018

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Nunca antes se había publicado en castellano 'Viaje a Rusia', el libro que recoge la experiencia y la visión un tanto ingenua del país de los sóviets de Josep Pla (1897-1981). El genial escritor catalán retrata en sus casi 200 páginas la emergente Rusia comunista, a la que viajó durante sólo unas semanas en 1925, aún bajo los efectos de la revolución soviética que acabó con siglos de zarismo. Junto a estas crónicas soviéticas traza un retrato del político y sindicalista Andreu Nin, su anfitrión en la recién nacida U. R. S. S., la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, creada en 1922.

Destino edita en castellano por primera vez los textos de Pla con traducción y prólogo de la eslavista Marta Rebón. Como corresponsal de 'La Publicitat', durante su estancia en Rusia aquel payés ilustrado, trajeado y de familia bien que era el joven Pla escribió «pretendiendo sacar una imagen más clara de ese país todavía en construcción».

En medio de la lucha por el poder entre Trotski y Stalin, el joven corresponsal del periódico catalán aborda «con una curiosidad transparente» las banderas rojas con la hoz y el martillo, la organización política de la Rusia comunista y la «lógica» de la revolución bolchevique. Corresponsal de 'La Publicitat' en París, se había mostrado más que remiso a viajar al país de los sóviets. Pero transigió y se dejó finalmente acompañar por Eugeni Xammar y su mujer.

Asegura Rebón, una de las eslavistas más reconocidas y autora de 'En la ciudad líquida', que 'Viaje a Rusia' es más «una fotografía del momento que un análisis exhaustivo o un conjunto de vaticinios sobre el futuro». En sus páginas «podemos ver a un incansable Pla» que con 28 años ya ha viajado por toda Europa, pero que aterriza casi como un marciano en la plaza Roja y se atreve a decir que el Kremlin «es de lo mejor que existe» y compara el rojizo color de Moscú, con una «ensalada de pimientos y tomates». Pla sabía entonces de Rusia «más o menos lo que todo el mundo en aquellos días: prácticamente nada». De la Revolución y sus consecuencias conocía apenas lo que trasladaron los periódicos cuando hacía tan solo un año que había muerto Lenin, el primer líder soviético y Stalin se había hecho con el poder.

Se estaba librando «la terrible lucha por el poder entre Trotski y Stalin» que, para Pla, es la «más discreta que se ha producido, no demasiado lejos de mí», y que se desarrolla «con un clima de normalidad en la calle». «Por la noche, en la habitación del hotel Lux, sobre la ciudad a oscuras y que parecía desierta, se oían ráfagas de disparos de ametralladora y lejanos cañonazos impreciso pero ciertos», escribe un joven reportero a quien llaman la atención los moscovitas de cabezas rapadas, vestidos con botas, pantalones bombacho y camisas abullonadas.

Le apabullan las aglomeraciones humanas, los desfiles y los masivos actos políticos multitudinarios que presencia en la Plaza Roja y de los que da cuenta en unos textos «atravesado por un sentimiento de sorpresa y curiosidad», según Marta Rebón.

Fue el traductor y político comunista Andreu Nin (1892-1937), quien acogió a Pla en aquel Moscú posrevolucionario. Y a Nin dedica Pla un 'homenot' -que es como el escritor denominaba sus perfiles de personalidades de su interés- en la segunda parte del libro. Un perfil que traza muchos años antes de la terrible muerte de Nin a manos estalinistas que lo liquidaron por su adscripción trotskista.

Josep Pla (Palafrugell, Gerona, 1897-Llofríu, Gerona, 1981) nació en el seno de una acomodada familia de propietarios rurales ampurdaneses. Estudió Derecho en Barcelona, pero optó pronto por dedicarse al periodismo que pronto alternaría con la literatura. Al estallar la guerra civil se trasladó a su casa de Llofriu y, más tarde residió en París y Roma. De regresó a España tras la guerra, comenzó a colaborar con la revista Destino, hasta confirmarse como uno de los escritores más importantes del siglo XX en su materna lengua catalana que alternó con el español.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios