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Verónica García-Peña
Martes, 25 de agosto 2020
'El bosque de los cuatro vientos' (Destino, 2020), última novela de María Oruña (Vigo, 1976), tenía fecha de publicación para el 28 de abril, pero el confinamiento obligó a retrasarla hasta el 25 de agosto. Ahora, tras una espera que se ha hecho muy larga para los amantes de sus libros —muy cuidados y de tramas adictivas—, llega por fin a las librerías. Se trata de una novela independiente de la serie de 'Los libros del Puerto Escondido'; un 'thriller' de corte histórico ambientado en Galicia en el que conoceremos a Jon Bécquer, un curioso antropólogo que comienza a investigar una leyenda milenaria. Una novela que promete hacernos descender por los escalones del tiempo.
¿Usted, cuando escribe, lo hace en secreto, sin desvelar nada sobre su nueva obra, o es de las que les gusta hablar de ello?
Por lo general mantengo bastante secretismo. Puedo orientar a la editorial sobre la temática, pero poco más.
¿Le gusta saber el final antes de empezar a escribir, esquematizar capítulos, diseñar escenas, crear árboles genealógicos de personajes… o se deja llevar? ¿Qué tipo de escritora es?
Soy escritora de mapa. Esquemas, planos y flechas en todas direcciones. Sin embargo, puedo cambiar el camino de los personajes según voy escribiendo. Ni me duele ni me cuesta.
Matar a un personaje puede resultar terapéutico. Si pudiera hacerlo, ¿a qué personaje de la literatura universal mataría? ¿Y a cuál salvaría de la muerte literaria?
Liquidaría a casi todos los protagonistas de las novelas de Paulo Coelho. Salvaría a Lulú, de 'El árbol de la ciencia' (Pío Baroja).
Imagínese que tuviera la oportunidad de convocar al fantasma de un escritor para hacerle una única pregunta. ¿A quién llamaría y qué le preguntaría?
A Charlotte Brontë y le preguntaría qué 'Jane Eyre' escribiría hoy.
Sigamos con los supuestos. Si pudiera hacerlo y nadie se enterara ni tuviera repercusiones, ¿plagiaría a alguien?
Nunca plagiaría. Debe ser muy trabajoso hacerlo e intentar que no se note. Con la cantidad de ideas que se desparraman por mi cabeza, bastante tengo con ordenarlas y otorgarles algo de sentido.
¿Y haría de escritora fantasma para otros?
Nunca. Cada cual que escriba su camino.
Todos tenemos un precio. Eso dicen. Usted, ¿por qué vendería su alma?
Por mi hijo.
De las siguientes frases, hechas con frecuencia a los escritores, ¿cuál es la que más detesta?: «No te olvides del incluir un final feliz, que a la gente le gustan mucho». «Tienes que meter mucho sexo, que eso siempre vende».
Me gustan los finales felices, pero no perfectos. El sexo solo si la trama lo precisa, de lo contrario supone un maquillaje innecesario. Odio cuando dicen que «el paisaje es otro personaje más», como si tuviese sentimientos, cuando solo los inspira, recrea y ambienta.
¿Cuál sería la palabra que escogería para definir sus libros? ¿Y para definir el mundo editorial actual?
Mis libros, marineros.
El mundo editorial, comercial.
¿Alguna vez ha pensado qué será de sus libros dentro de, por ejemplo, cien años? ¿Le importa lo que la gente diga en el futuro de ellos?
Sí. Mi ambición más sincera es hacer buenos libros y lograr que perduren, que naveguen en la atemporalidad.
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