«En el avión, lloro en los despegues»
Actúa esta noche con su grupo en el Botánico de Gijón, donde estrenan el espectáculo 'El día más feliz de Ricky Players' | Su viaje soñado es Nueva York, pero este verano irá en coche a Conil de la Frontera
MIGUEL ROJO
GIJÓN.
Miércoles, 7 de agosto 2019, 00:24
Kike Dembinsky (Gijón, 1976) es una máquina sobre el escenario. Esta noche, con lleno absoluto, lo demostrará al frente de Los Testigos: estrenan su show veraniego anual, 'El día más feliz de Ricky Players'. Este sábado actúan en el Club de Tenis de Gijón y el 17 de agosto, en las fiestas de Sariego. Son de lo más reclamado en bodas y fiestas de empresa. «El caso es tocar y pasarlo bien, donde sea. Nuestra máxima es que la gente se divierta», avanza.
-¿Y ese apellido tan asturiano?
-El apellido es de mi padre, claro (risas). Es de ascendencia alemana. Suena a judío polaco, pero no. El ya nació aquí en España y yo en Gijón, así que somos más de aquí que de allí.
-¿Es más de ducha o de bañera?
-En mi día a día, la ducha, es más rápido. Una tarde de bañera no está mal en un hotel, cuando te la encuentras.
-¿Playa o piscina?
-Soy muy aficionado a la natación. Precisamente mi padre era un gran nadador, un campeón. Voy mucho al Grupo, pero por el verano me quedo con la playa. Eso sí, siempre con sombrilla. El sol me abrasa, ahí sí me sale la genética alemana.
-¿Cuántos largos hace al día?
-Soy cero competitivo, no compito ni conmigo mismo. Yo busco sentirme bien en el agua. Sé que hago entre 1.000 y 1.5000 metros al día, pero yo ahí doy vueltas unos 40 minutos con mi música, sin pensar en nada.
-¿Se tatuaría algo en ese cuerpo serrano?
-Más bien cuerpo de escombro (Risas). No tengo tatuaje y no creo que me lo haga, nunca me llamó la atención. Si fuese obligatorio, quizás una clave de sol en la planta del pie, donde no se vea. Para tatuarse y lucirlo hay que saber llevarlo. No es el caso.
-¿Cuándo empezó con la música?
-Empece con el piano con quince años y a los 20 empecé con la guitarra y a formar grupos. Más en serio, hace seis años con Los Testigos.
-¿Si no cantase, a qué se dedicaría?
-Siempre me tira el micrófono, me tira estar ahí delante y cantar.
-¿Le han abducido ya Raphael y Julio Iglesias?
-Cuando haces tanto un tiempo un show, que fue un éxito, te acabas metiendo en los personajes y hay momentos en los que se me escapan gestos de los dos. Poco a poco me voy despegando de ellos, pero sin olvidarlos.
-¿A cuál de los dos prefiere?
-Musicalmente me quedo con Julio, pero para pasarlo bien me meto en la piel de Raphael. Es un torbellino, un monstruo interpretativo.
-¿Quien es Ricky Players, que hoy actúa con ustedes?
-Es un chico de nuestra edad al que le habíamos perdido la pista, un rockabilly. Siempre cantó muy bien, nos hemos vuelto a encontrar, le escuchamos y le invitamos al show. Hoy la gente va a descubrir quién es.
-¿Tiene vacaciones planeadas?
-Me iré a mi segunda casa, que es Conil de la Frontera.
-¿Un viaje pendiente?
-Me encantaría conocer Nueva York, cruzar el charco. Pero tengo un pequeño gran problema con los aviones. El despegue conmigo en el avión es un espectáculo.
-Compártalo y libérese del miedo.
-Me cojo al que tengo al lado de la mano en el despegue y rompo a llorar hasta que el avión se estabiliza.