Joaquín Achúcarro sopla 92 velas en Navia tocando sus obras y las de sus autores favoritos
El pianista ofrece un concierto sin programa fijo en el que explicará las composiciones de sus «queridos compañeros de viaje»
Noventa y dos años cumplió ayer el pianista Joaquín Achúcarro y las velas las sopló en Navia contándose a sí mismo más allá del gran ... músico que es y preparándose para tocar a sus «queridos compañeros de viaje» en un concierto que ofrecerá esta tarde. Cita doble con el nonagenario músico auspiciada por la Fundación Reny Picot, que es la que cada verano organiza el Festival Horacio Icasto.
Fue la de ayer una cita especial. El cine Fantasio acogió una conversación con el propio artista junto a Gonzalo Lahoz, director de la revista 'Platea', que permitió conocer a ese gran hombre, presente también en el documental que se proyectó a continuación dirigido por Elena Pita y que se filmó cuando sopló ochenta velas.
Su llegada a Navia obedece a su vinculación especial con ese festival de piano al que acudió por vez primera en 2017 y repitió en 2022. «Mi intencíon siempre ha sido que los músicos vengan aquí con sus familias, que no sea llegar y marchar, sino que disfruten de Navia, que cultiven la amistad y vivan el lugar», señala Juan Rodríguez, vicepresidente de la Fundación Reny Picot, que relata cómo Achúcarro se embarcó gustoso en esa aventura, tanto que el pasado año quiso volver a Navia, pero con el programa ya cerrado no fue posible. Se optó por organizar esta cita que hoy tiene su segunda parte igualmente en el cine Fantasio con las localidades agotadas. Ni que decir tiene que volaron. Porque será la oportunidad de verle tocar a quienes él considera sus «queridos compañeros de viaje». No hay un programa elaborado. El maestro se da a sí mismo carta blanca para interpretar algunas de sus obras y autores favoritos. No faltarán seguramente ni Bach, ni Chopin, ni Brahms. Pero más allá de la interpretación habrá esta tarde en Navia un plus impagable: «Va explicar las obras antes de interpretarlas, va a ser algo muy especial, Achúcarro es un hombre infinito, tiene una sensibilidad exquisita, y más que preocuparse por la cantidad de notas por segundo, a lo que ha dedicado su vida es a reflexionar en cada obra sobre el significado de cada nota, sobre cómo una nota al morir tiene que dar vida a la siguiente. A ese trabajo profundo se ha entregado desde la honradez y la humidad de ser fiel a sí mismo», sostiene Juan Rodríguez.
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