Un réquiem lleno de vida
La Sociedad Filarmónica de Gijón abre temporada con la última obra de Mozart, interpretada por la Orquesta Sinfónica y Coro Mercadante y dirigida por Mariano Rivas
RAMÓN AVELLO
GIJÓN.
Jueves, 6 de octubre 2022, 01:11
Se dan varias paradojas en el famoso e intenso 'Réquiem' de Mozart. Lo ideó el compositor, pero de su pluma solo se escribieron unos ... pocos números: el 'Introito' y el 'Kirie' completo, y las partes vocales de los episodios de la secuencia del 'Dies Irae' hasta llegar al octavo compás del 'Lacrimosa'; la obra la terminó su discípulo Süssmayr. El 'Réquiem' se considera el testamento musical de Mozart, sin embargo, la obra nació como el encargo hecho por un aristócrata salzburgués. Es una partitura que sigue la severa tradición sacra, pero posee una profundidad humana emotiva y piadosa. Finalmente, es una composición fúnebre, a veces angustiosamente lúgubre, pero también serena, luminosa, vital y con un poso de esperanza. Ayer, el interpretado por la Orquesta y el Coro Mercadante, bajo la dirección de Mariano Rivas, convocó en el Teatro Jovellanos a un numeroso público en el concierto inaugural de la Temporada de la Sociedad Filarmónica de Gijón. Entre los asistentes, se encontraban el presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, y el director general de Cultura, Pablo León Gasalla. Sin duda, esta presencia institucional es un buen espaldarazo del Principado a la labor de la Filarmónica, que lleva 115 años -este concierto es el 1.655 de su historia- de ininterrumpida actividad musical.
Previamente a la interpretación del 'Réquiem', el presidente y la vicepresidenta de la Filarmónica de Gijón, Antonio Hedrera y Mar Fernández, entregaron al compositor Luis Vázquez del Fresno el diploma de Socio de Honor de la Sociedad Filarmónica, ejerciendo el periodista Pachi Poncela como maestro de ceremonias. Poncela comentó que Vázquez del Fresno era «profeta en su tierra» y recordó que su primer concierto en la Filarmónica lo dio en 1971.
El compositor agradeció la distinción y dijo que era socio desde muy joven y que, a la Filarmónica, dedicó una de sus obras: 'Audiogramas III' (1973)
La interpretación de una obra tan conocida como el 'Réquiem' es una arriesgada responsabilidad. La versión de Mariano Rivas que escuchamos ayer fue de un marcado carácter emocional. Tiempos más rápidos que los convencionales y unas intenciones románticas -sobre todo en los matices- que no se correspondían con los medios orquestales.
La Orquesta Mercadante está ligada a la personalidad de Rivas y es una joven formación con intérpretes correctos. Le faltó un poco de equilibrio en las cuerdas graves, pero sacaron bien adelante el 'Réquiem', pese a unos pequeños desajustes en alguna secuencia como el 'Recordare'.
El 'Tuba Mirum' es la primera secuencia en la que los solistas van entrando escalonadamente. Salvo la mezzo Alexandra Rivas, una hermosa voz que en Gijón escuchamos por primera vez en el siglo pasado en la ópera de Schubert 'Alfonso y Estrella', son jóvenes que han estudiado en la Escuela Superior de Canto de Madrid o, como es el caso del barítono, más que bajo Ihor Voievodin, en la Escuela de Música Reina Sofía. Además de juventud, poseen ilusión y entrega. Él fue, en mi opinión, el de mejor voz. Es un barítono bajo, con un timbre potente, bien vibrato, al que escucharemos próximamente en la ópera de Oviedo 'Don Giovanni'. El tenor Quintín Bueno estuvo un poco forzado. La soprano Anna Kabrera posee una voz con grandes posibilidades. Y Alexandra Rivas cantó con corrección. Concierto muy aplaudido, de un 'Réquiem' llevado con vitalidad y cierto intenso dramatismo.
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