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Vive en un trajín constante. Graba una serie en San Sebastián, otra en Madrid y tiene dos funciones teatrales en marcha. Pedro Casablanc, uno de ... esos actores que hay que ver porque es inmenso y sobrenatural sobre las tablas, llega este sábado al Teatro Jovellanos con 'Don Ramón María del Valle-Inclán', una obra que cuenta al escritor a través de otro intelectual ilustre, Ramón Gómez de la Serna.
–Esta obra habla de la literatura y la vida. ¿Usted sin literatura no podría vivir?
–Así es. Llevo más libros que ropa en la maleta. Me gustaría leer todos los libros del mundo y lo estoy intentando, que es algo que decía un autor francés. Yo opto siempre por el teatro, lo elijo siempre, porque es literatura. Me interesa poco otro tipo de teatro más comercial o que entronque menos con la belleza de la palabra o su poética. En este caso, cuando Xavier Albertí me llamó para poner en pie esta maravilla, que es la biografía de Valle-Inclán escrita por Ramón Gómez de la Serna, no dudé en aceptar y a partir de ahí ya me vinculo absolutamente con los dos personajes. A Valle-Inclán lo conocía bastante más, porque lo he trabajado mucho, y a Gómez de la Serna no paro de leerlo desde que me metí en este proyecto.
–Son dos retratos, de ambos personajes, y un tercer retrato de la época que vivieron.
–Yo interpreto a Gómez de la Serna en una de sus famosas conferencias. Él era un gran conferenciante y un magnífico humorista, tenía un gran sentido del humor, como el Papa Francisco. Yo represento a Gómez de la Serna en el momento en el que está contando la vida de su admirado y querido maestro Ramón María del Valle-Inclán. Al hacerlo se mete en su piel, habla como él y cuenta anécdotas. Y, efectivamente, la época de la bohemia, de las tertulias de los cafés de Madrid en aquel momento, está retratada. Además estoy yo, el actor, intentando lidiar con estos dos genios. La verdad es que la experiencia es muy gozosa.
–Y con música como compañía.
–El espectáculo está concebido con esa música, sin ella sería otra cosa o no sería. Yo creo que la música es la base en la que se sostiene el ritmo permanente del espectáculo. Es una hora y diez minutos y pasa como un soplo porque asistimos a un teatro de palabra. Aunque me acompañen Beethoven, Granados o los cuplés de la época, creo que la palabra se impone a estos genios musicales y todos ellos hacen este viaje por la literatura española.
–¿Añora algo de aquella manera de entender la literatura sin tantos imputs como ahora y en la que lo era todo?
–La literatura lo era todo para los que se dedicaban a ella. Entonces no todo el mundo tenía acceso a la cultura y a los libros. A mí me gustaría mucho poder tener el talento de sentarme a escribir y poder desarrollar un argumento, una novela, una historia... No tengo esa paciencia. Sin embargo, creo que sí tengo la paciencia de sentarme a leer y para eso se necesita tranquilidad mental, no tiempo, porque el tiempo se encuentra siempre.
–¿Qué harían estos dos si aparecieran en este mundo de hoy de redes sociales e inteligencias artificiales?
–Yo creo que Gómez de la Serna se adaptaría a los tiempos. Tendría un programa de humor o de entrevistas en la televisión o sería youtuber. El que no se adaptaría sería Valle-Inclán, que seguramente se hubiera hecho reaccionario.
–Está rodando en San Sebastián.
–Estoy haciendo una serie para Netflix, se llama 'Esa noche', la dirigen Jorge Dorado y Liliana Torres, es un thriller, la historia de un padre que tiene que sacar a unas hijas un poco díscolas de un lío tremendo y sacrifica, de alguna manera, sus convicciones religiosas. Estoy muy feliz.
–Menudo trajín se trae del escenario al plató.
–Sí, porque además estoy haciendo otra serie en Madrid dirigida por Alberto Rodríguez, 'Anatomía de un instante', basada en el libro de Javier Cercas. Es una locura, no quieras saberlo. Termino un rodaje, tengo que coger un tren para ir a otro y luego me voy a Gijón al Jovellanos a hacer el Valle-Inclán y al día siguiente tengo otra función. ¿Cómo es posible? Pues como cuando estudiábamos, le dedico un rato al Latín y otro a las Matemáticas.
–¿El teatro tiene un punto de relax o descanso?
–Es necesario para los que nos formamos en él, que echamos de menos la vivencia de tener el público ahí. Un rodaje no deja de ser algo frío, algo mecánico, aunque también sea el empeño de una gran familia. Pero la cercanía del público la necesitamos, al menos, una vez a la semana. No sé si es relajante, pero es necesario para oxigenarte un poco.
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