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Bufones, infantes y un retrato de Inocencio X se dan la mano con el cine, los paisajes o el rostro de su mujer. En la ... obra de Rafa Rollón (Ávila, 1966) todo convive y dialoga. La historia se entrelaza con la imagen contemporánea y la naturaleza se convierte en un espejo para el ser humano. Ahora, ese universo tan particular y reconocible llega al Museo Antón de Candás –hasta el 22 de junio– con una exposición que recoge obras tanto recientes como de etapas anteriores, atravesadas todas ellas por los tres ejes que vertebran su trabajo: la memoria, la imagen y la naturaleza.
No es una retrospectiva, pero sí es, en palabras del artista, «la primera exposición en la que esos tres aspectos participan» y dan forma al discurso.
El primero de ellos, la memoria, aparece en 'Inocencio X', el 'Baltasar Carlos a caballo' o la infanta Margarita con el marco de la Gioconda. Rollón rescata aquí algunos símbolos de poder y los trae al presente en un anacronismo intencionado y lleno de ironía. Los llama 'Histéricos de la Historia' y, a través de ellos, nos muestra figuras que jamás habríamos imaginado tomándose un 'selfie'. «Las imágenes estructuran nuestro régimen de lo sensible, nos condicionan y nos hacen ver las cosas como quieren que las veamos», explica. Por eso, en su reinterpretación, la infanta no sostiene un cetro, sino un teléfono móvil. «Porque los roles han cambiado, pero los símbolos de poder siguen ahí».
El cine es otro de sus grandes intereses y su lenguaje le permite crear interferencias, construir lo que el artista ha denominado la «no-imagen». Hay en esta serie de pinturas una ruptura, una desconexión que se produce al superponer varios fotogramas de películas en un juego visual cargado de significado. En 'Show de Truman-Juan Nadie' o '2001 Odisea-Séptimo sello' nada está colocado al azar: existe una tensión inevitable entre lo que se muestra y lo que se sugiere. «Nada surge de la nada y todo forma parte de un contexto», argumenta él mismo en el catálogo de esta muestra.
El tercer eje, la naturaleza, aparece como un territorio de crítica y reflexión. En 'Paisaje móvil', por ejemplo, los personajes que habitan la escena están absortos en sí mismos, ajenos a la belleza que los envuelve. Porque el paisaje es, para el autor, «el género pictórico a través del cual el individuo se ve reflejado en la naturaleza y se reconduce hacia ella».
La suma de estos elementos —historia, cine y paisaje— construye una narrativa visual que despliega en estos lienzos toda su fuerza e ironía. 'Reyes, infantes, bufones y mi princesa' es más que una exposición; es una oportunidad para detenerse a mirar, a reflexionar, «a pensar la diferencia».
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