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Sala del Museo Reina Sofía.

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Sala del Museo Reina Sofía. Virginia Carrasco

El Reina Sofía se pone al día: del sida al feminismo

El museo reordena su colección, que incluye 2.000 obras. El 70% de las piezas expuestas son inéditas. El recorrido descarta a Antonio López y Jaume Plensa

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Sábado, 27 de noviembre 2021, 00:13

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Hace casi 30 años, Chile llevó a la Expo de Sevilla un trozo de iceberg, 60 toneladas del hielo antártico con el que quería asombrar al mundo. El tiro le salió por la culata al Gobierno chileno de entonces. Ese afán de epatar se derritió con las acaloradas protestas que expresaron las organizaciones ecologistas, furiosas contra la iniciativa por considerarla un símbolo del saqueo del continente antártico. Ahora ese escándalo tiene su hueco en el Museo Reina Sofía, que ha reordenado su colección no tanto por fechas como por temáticas y, cosa importante, la repercusión de los movimientos sociales. El impacto que tuvieron el sida, la caída del Muro de Berlín los atentados contra las Torres Gemelas, el 15-M, las huelgas feministas, la globalización y sus adversarios, entre otros asuntos, están presentes en 'Vasos comunicantes, 1881-2021', el nuevo recorrido que reordena colección y que se exhibe en 15.000 metros cuadrados.

El Reina Sofía «no pretende ser un panteón de mujeres y hombres ilustres, sino ofrecer una herramienta para entender el presente y de dónde venimos», aseguró el director del centro, Manuel Borja-Villel. El museo plantea ahora una revisión integral que ofrece al visitante 2.000 obras, distribuidas en seis plantas. Cerca del 70% de las piezas permanecían inéditas. Al mismo tiempo, se han recuperado como espacio expositivo las 22 salas del nuevo edificio Sabatini. Todo ello se ha acometido en medio de la pandemia del coronavirus, con la crisis golpeando fuerte y sin muchos recursos.

Unos artistas desplazan a otros y las mujeres cobran tal presencia que alcanzan la paridad en la sección contemporánea. El discurso museográfico premia la fotografía y el arte latinoamericano, cuya denuncia de la colonización adquiere relevancia. «En la lengua maya no existe la palabra arte, como la concebimos, sino que tiene que ver con la naturaleza, la ecología. No hay divisiones entre el ser humano y la tierra», remacha Borja-Villel. En época de noticias falsas, guerras culturales, distopías y algoritmos puestos al servicio de la locura consumista, el museo reivindica la historia y la experiencia directa. «Frente a todo eso, vemos la esperanza de que estamos vivo a través de la obra de arte», comenta el director. Destacó que la última reordenación se plasmó en 2010, con ideas de dos años antes. En 2012 nació la Fundación Museo Reina Sofía, que hasta ahora ha entregado obras por valor de 20 millones de euros.

El viaje artístico tenía previsto que acabase con la irrupción de Donald Trump. Pero al final se optó por algo más ilusionante y amable. Se recurrió a obras de la artista neoyorquina Joan Jones, que ha indagado en los acuarios de todo el mundo; a ocho escayolas de la recientemente fallecida Carmen Laffon y que llevan por título 'La sal', y a las coloridas pinturas de mujeres saharauis de Victoria Gil.

El 'Guernica' de Picasso es una de las escasas obras que conserva su ubicación de costumbre. Ahora que muchas comunidades autónomas y municipios reclaman obras situadas en depósitos nacionales, el traslado del mural de Picasso al País Vasco está descartado por completo.

La década de los 80 comienza con una sala dedicada a la Documental 7, con obras de Miriam Cahn, Bruce Nauman o Miquel Barceló. El trayecto se prolonga con el arte que rompe con la tradición y el franquismo y que hoy está impregnado un cierto aire institucional (Antonio Saura, Tapies, Chillida y José Guerrero). Una apuesta que contrasta con las manifestaciones más disidentes, como el punk, la contracultura y el deseo de vivir poéticamente. Miquel Barceló es uno de los artistas que sale ganando: su 'Desnudo subiendo escaleras' ocupa un espacio codiciado. En cambio, las piezas de Jaume Plensa o Antonio López se encuentran ausentes, lo que a buen seguro generará controversia.

La nueva narrativa del Museo Reina Sofía se estructura como algo transversal. Así, los lienzos de Maruja Mallo incluyen desde su arte más osado hasta la rebeldía de las 'sinsombrero', pasando por la Guerra Civil, el exilio y los años ochenta.

Los fastos del 92 son sometidos a una relectura crítica. La mascota Curro y la Expo saludan al visitante, pero lejos del almíbar de antaño. Se habla sin tapujos de «colonización» en vez de «descubrimiento» o el más retórico incluso de «encuentro entre dos mundos».

Y entonces llegó el sida y se acabó la fiesta. El entonces letal VIH se refleja en dos salas con obras de Pepe Espaliú –ahí están sus muletas y la performance 'Carrying'– , mientras que de la lucha contra la estigmatización dan cuenta David Wojnarowicz y las fotografías urbanas de Miguel Trillo.

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