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Urgente Herida una mujer en una colisión contra una furgoneta en la A-66 en Mieres
Susana García Rama, en un momento de la sesión, construyendo la 'foto fija' de la situación de la construcción en Asturias.

«Hay personas en una situación dramática y eso nos obsesiona»

«Es poco probable que volvamos a los 35.000 trabajadores de antes, pero es deseable llegar a 15.000 o 20.000, si no habrá una debacle», asegura Susana García Rama, presidenta del Clúster de Innovación de la Construcción Asturiana

Noelia A. Erausquin

Miércoles, 29 de abril 2015, 10:57

El Clúster de Innovación de la Construcción Asturiana (ICA) se creó hace cuatro años con una mujer al frente, Susana García Rama, gerente de Construcciones García Rama, una de las siete empresas que integran esta organización y que se resisten a sucumbir ante la crisis que ha sido especialmente virulenta con su sector. A pesar de que aún no soplan buenos vientos, está convencida de que la innovación es uno de los secretos para volver a crecer y, por ello, no duda en participar en una entrevista diferente, una Lego view, en la que los bloques de plástico de la compañía juguetera danesa ofrecen una información añadida, ya que existe una conexión directa entre las manos que los manipulan y el área emocional.

-¿Cuál es la fotografía actual de la construcción en Asturias?

-Veo fuerza sin ocupar, muy preparada, con formación. Está sin trabajar, pero lista para acceder al mercado. El sector ocupaba a 35.000 personas en 2007, ahora son 8.000 o 9.000. Hay gente en una situación dramática y esto nos obsesiona. El mercado no tiene capacidad para dar trabajo a todos.

-¿No se percibe ninguna mejoría?

-En el mercado nacional hay cierto movimiento y confío en que tenga capacidad de arrastre. La actividad empresarial está a la expectativa de que las cosas mejoren, que lo hagan los mercados financieros y haya más demanda. En Madrid ves muchas grúas y camiones y eso es bueno, aunque no hay un boom constructivo.

-¿Y en Asturias?

-La fuerza laboral y la empresarial están preparadas para salir al mercado y nos vendrá bien la capacidad de arrastre de otras comunidades, pero hay diferencias regionales. Asturias tardó más en sufrir la crisis, pero también tardaremos más que el resto, un año y medio o dos, en salir. En Gijón, tuvimos la suerte de que coincidiera con la creación del área residencial de Roces. Allí nos concentramos los promotores, la industria local..., pero la actividad ya no es la que era. No obstante, me sorprende la capacidad que tenemos de salir adelante.

-Las empresas que conforman el Clúster están resistiendo la crisis, ¿cuál es su situación?

-Todas hemos sufrido. Antes las empresas estaban centradas en infraestructuras, obra civil o promoción y ahora buscan nuevos nichos. Nosotros, por ejemplo, nos ocupamos de la rehabilitación y ha crecido la demanda, pero también las empresas que ejecutan trabajos. La rehabilitación no puede absorber todas las compañías. Hace falta trabajo y, para ello, es importante que haya inversiones y se reactive el mercado de la vivienda. Además, este tiene mucha capacidad de arrastre de otros sectores.

-¿Qué parte de culpa tiene la construcción de la crisis?

-Hubo una búsqueda de culpables y se decidió que fueran las entidades financieras e injustamente nuestro sector. Sí hubo mucha especulación, pero por otras zonas. Aquí en Asturias, la mayoría de empresas son familiares, no de gran tamaño, y no hubo ese mercado especulativo. Que se nos marcara así no fue lo más correcto.

-¿Podrá recuperarse el sector y volver a cifras de las de antes?

-Quizás no vaya a ser lo que fue. Depende mucho de la inversión y es poco probable que volvamos a los 35.000 trabajadores de antes, pero sí es deseable que se llegue a 15.000 o 20.000, si no habrá una debacle en otros ámbitos económicos. Además, a otros sectores no se les ha dejado caer.

-¿Qué han aprendido de la crisis?

-La lección es que todos podemos caer. Hay empresas que eran de referencia y han caído, incluso haciendo las cosas bien. La dimensión es clave. Cuando eres muy grande es más difícil adaptarse a los cambios. Otra lección es la cooperación, que puede ser fundamental para que los que quedamos podamos avanzar. Ha desaparecido mucho tejido empresarial, pero hay capacidad para levantarse. Cuando se nos pone un reto por delante, lo superamos.

-¿Cómo se da esa cooperación?

-Un ejemplo es dentro del Clúster en el ámbito de la innovación o también con misiones internacionales colectivas, que son una muy buena experiencia, aunque por las características de nuestro sector, con el trabajo in situ, la internacionalización no es fácil y menos con los problemas logísticos de Asturias.

-¿En qué proyectos concretos trabajan en el Clúster?

-Trabajamos, sobre todo, en la investigación de materiales, para lo que colaboramos con entidades como las fundaciones ITMA, Prodintec y CTIC. En este aspecto, hay que buscar el coste óptimo, lograr la equidad entre el coste de un material y el retorno que se va a lograr, por ejemplo, para aislar una fachada.

-¿Han tardado demasiado en innovar?

-En cada obra se innova, otra cosa es que se documente o se transfiera ese conocimiento a otros. En la construcción ha habido una isla de conocimiento. No obstante, es cierto que el modelo es muy artesanal y parece que ha habido pocos cambios, pero también hay que preguntarse si el mercado está suficientemente maduro para cambiar ese modelo y, por ejemplo, optar por viviendas modulares. A veces, si no se han hecho cosas es porque no se demandan o porque se han hecho númeos y no salen. En Asturias somos muy buenos en la construcción, incluso puedo decir que somos pioneros, aunque podamos estar despistados sobre qué tendencia seguir.

-¿En qué espejo hay que mirarse?

-Nos gusta la política innovadora del País Vasco. En general, allí se apoya mucho a la empresa.

-¿Cómo colaboran las empresas del Clúster en un ambiente tan competitivo como el actual?

-Cuando nos juntamos lo pasamos bien. En broma decimos que lloramos juntos, pero lo cierto es que somos muy respetuosos con lo que el otro no quiera contar y no hay ningún inconveniente, todo lo contrario.

-¿Cuál es el futuro de la construcción?

-Se va a trabajar mucho en la ciudad que ya existe, en la regeneración urbana, replantear la ineficacia del consumo del territorio, de los modelos extensivos y buscar un entorno más verde y amable. Este será un nicho de actividad, aunque otra cosa es que haya o no recursos para potenciarlo. Se construirá más en altura y los espacios serán más diáfanos. Además, la construcción va a tender a ser más industrializada, bien mediante construcción modular o los elementos constructivos más elaborados, lo que facilita controles de calidad, trazabilidad... Habrá un proceso previo para ensamblar los elementos en obra, no crearlos in situ. El edificio del futuro se hará bajo un prisma verde, de conservación de los recursos naturales, será accesible y contará con infraestructura tecnológica.

-Es una mujer en un sector muy masculinizado, ¿le afecta de alguna forma?

-Al principio había como una mayor distancia o respeto hacia mí, pero después nada. El sector en Asturias está formado por pequeñas pymes familiares que surgieron, sobre todo, de profesionales y el oficio era tradicionalmente masculino. Sin embargo, ahora, con la segunda o tercera generación entramos las mujeres, aunque más en el ámbito de la gerencia y la administración. Lo de que sean empresas de hombres empieza a cambiar.

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