Arcelor plantea que el horno eléctrico de Avilés duplique la capacidad del gijonés
Prevé que la nueva ruta coexista con la integral, al mantener en marcha un convertidor, y contempla el arranque de la producción en 2028
La dirección española de Arcelor quiere conseguir atraer para la LDIII avilesina la inversión de la multinacional en un nuevo horno de arco eléctrico ( ... EAF), lo que permitiría mantener las capacidades productivas de las factorías asturianas, incluso con el apagado de un horno alto. Con esta intención, ya ha presentado la solicitud para la modificación de la autorización ambiental de la planta y el proyecto de la nueva instalación ha pasado a información pública por lo que se conocen sus detalles. La idea plasmada en la documentación remitida al Principado es que el nuevo horno híbrido, aunque similar al gijonés en lo que tiene que ver con el proceso de producción, duplique la capacidad de este, que pueda estar listo en 2028 y que no sustituya totalmente la ruta integral tradicional, sino que ambas coexistan en el tiempo.
Como en el de Gijón, que se prevé que entre en funcionamiento en el primer trimestre del año que viene, los responsables de las factorías asturianas plantean que se construya un horno eléctrico de tipo híbrido, de forma que funcione tanto con arrabio líquido o sólido, como con chatarra y prerreducidos de hierro, como HBI (hierro briqueteado en caliente) o DRI (hierro de reducción directa). El mix dependerá del tipo de acero que se requiera. Sin embargo, su capacidad será mucho mayor, y podría alcanzar los 2,5 millones de toneladas al año, frente a los 1,1 del que se está construyendo ahora. Concreta el proyecto que se tratará de un horno tipo Jumbo, con un diámetro de 9,8 metros y un tamaño de colada de 298 toneladas equipado con un sistema de compensación digital que permite disponer de una fuente de energía altamente eficiente y que se ubicará en una pequeña ampliación del edificio de la actual acería.
Mantener la capacidad
Pero, además, mientras en Gijón se prevé que, una vez homologado el acero que produzca el nuevo horno híbrido –puede llevar entre seis meses y un año– se paren los convertidores BOF (horno básico de oxígeno) tradicionales, en el caso de Avilés se mantendrán ambas rutas. El plan inicial es que el nuevo EAF, al que acompañará también un nuevo horno de cuchara (LF), sustituya a uno de los dos convertidores BOF actualmente en operación y el otro siga en marcha. En realidad, no se desmantelará ninguno y se irán alternando según las necesidades operativas, de manera que uno opere mientras el otro queda disponible como respaldo, ya sea en caso de avería o durante paradas programadas de mantenimiento. Aclara el proyecto que no será posible que ambos funcionen al mismo tiempo, pero sí que se compatibilizarán la ruta integral de horno alto-convertidor y la nueva eléctrica.
Explica Arcelor que el proyecto se ha diseñado para ser ejecutado sin afectar a la actual producción hasta completar la puesta en marcha y posterior homologación de productos, momento en el cual será posible prescindir de uno de los dos convertidores. De este modo, se compensarán las limitaciones derivadas de la disponibilidad de arrabio ante la previsible parada del horno alto 'A', que se acerca al final de su vida útil, sin modificar la capacidad de producción final de la acería de Avilés en su conjunto (establecida en 4,2 millones de toneladas de acero sólido al año) que determinan las líneas de colada continua actualmente en operación.
Además, la dirección española plantea este como el primer paso de la electrificación completa de la acería de Avilés, aunque en un plazo más largo, ya que el diseño incluye la posibilidad de la instalación de una segunda pareja EAF-LF que sustituya al convertidor restante en el futuro, por ejemplo si se decide prescindir totalmente de los hornos altos en el proceso de descarbonización emprendido por la siderurgia Europea, empujada por las normativas comunitarias.
No obstante, que se avance con los permisos necesarios no quiere decir que el proyecto vaya a salir adelante, como demuestra lo que ha sucedido con la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI), que ha superado la tramitación ambiental, pero cuya inversión está bloqueada por el grupo. Igualmente, sí supone una ventana de esperanza para el mantenimiento de las capacidades siderúrgicas en la región.
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