Los autónomos asturianos se desploman a su nivel más bajo en 20 años al perder más de 12.600
Los trabajadores por cuenta propia caen un 15,3% desde 2005 y bajan de la barrera de los 70.000, mientras que en España se disparan
La afiliación a la Seguridad Social bate récord tras récord, evidencia del dinamismo de la economía pese a los obstáculos a los que se ... enfrenta. Pero la bonanza no alcanza a todos los colectivos del mercado laboral. Frente al pico alcanzado entre los trabajadores por cuenta ajena, que ascendieron a 308.395, de media, en abril en Asturias, los autónomos se encuentran en las cotas más bajas de las últimas dos décadas. El suelo lo tocaron en enero, cuando se contabilizaron 69.481. Son 12.614 menos que los 82.095 que había en el mismo mes de 2005, lo que supone una caída del 15,3%.
Es significativa esa bajada de la barrera de los 70.000 trabajadores por cuenta propia. A finales del pasado año ya se descolgó de esa cifra, al caer a 69.967 de media en noviembre y 69.900 en diciembre. La situación empeoró al comenzar 2025, al descender hasta 69.481. En febrero, los autónomos se elevaron hasta 69.538 y algo más en marzo y abril, hasta 69.652 y 69.842, respectivamente, pero no han logrado recuperar los 70.000. Mientras, en España rozan el récord histórico, con 3,4 millones.
De forma paralela, los afiliados al régimen general de la Seguridad Social se han disparado en estos veinte años un 12,2%, al crecer en 32.982, si se toma como referencia enero, cuando se llegó al mínimo de autónomos. Aunque desde el primer mes del año los trabajadores por cuenta ajena han crecido aún más, al incorporar 6.593 más. Debido a la constante sangría de los autónomos asturianos, el Principado es «la única comunidad que no está batiendo récords de afiliación en el total del sistema» que engloba a todos los regímenes, explica la Federación Asturiana de Empresarios (Fade).
El alta de extranjeros alivia el descenso del autotrabajo regional
Entre los datos negativos que ilustran la situación de los autónomos asturianos, hay uno positivo que llama la atención y que alivia, en parte, la sangría. Es el alta de extranjeros en este régimen, que en marzo –último dato disponible en este punto– crecieron en 1.284, respecto al mismo mes de 2021, según los datos recopilados por la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA). Por contra, en este mismo periodo, los trabajadores por cuenta propia españoles descendieron en 3.880. El balance es negativo, ya que supone la pérdida de 2.596 ocupados, pero el emprendimiento por parte de personas de otras países ha logrado atenuar el desplome. De los 22.057 extranjeros que trabajan en Asturias, 4.465 son autónomos. Por sectores, el comercio (896), la construcción (758) y la hostelería (739) son los que más concentran.
Según los últimos datos de la Seguridad Social, el global de cotizantes en la región en abril era de 388.976, una cantidad elevada, pero menor de los 397.149 y los 405.220 registrados en el mismo mes de 2007 y 2008. La caída de los autónomos, que en verano de 2007 llegaron a los 85.000, frena al total de trabajadores. Una cifra que ahora parece muy complicado recuperar, ya que desde entonces la bajada ha sido continua. No hay una única causa que explique este declive del trabajo autónomo en Asturias. Puede parecer que buena parte de estos profesionales ha pasado a desempeñar ocupaciones por cuenta ajena, pero este trasvase no es tan fácil, apunta la patronal asturiana. Pueden hacerlo de manera más rápida quienes se dediquen a actividades que «no requieren infraestructura ni instalación, pero si tienes una inversión en un establecimiento no es tan sencillo», subraya Fade. La cuestión está en que mientras que «antes muchas personas tenían opción de poner un negocio, ahora no lo ven tan claro y perciben más opciones para trabajar por cuenta ajena».
Relevo generacional
Entre las causas que influyen en este flujo negativo destacan el problema demográfico de Asturias y la falta de relevo generacional. «No hay sistema de reposición», pone de manifiesto la patronal, que apunta a la acusada debilidad de ciertos sectores, como el agrario, donde hay «un drenaje estructural». En cambio, en otros, pesa en gran medida la localización de la actividad. Es el caso del comercio, «casi en cifras de récord en el régimen general», con 47.440 afiliados en abril, mientras que en el de autónomos lleva en descenso desde 2016, hasta los 14.064 ocupados actuales. Esto deriva de los «pequeños negocios que cierran», sobre todo en el ámbito rural, por la jubilación de sus propietarios y ante la inexistencia de personas que tomen las riendas. Aunque hay nuevos establecimientos que surgen, la media es negativa.
En la hostelería, la tendencia, aunque más tenue, es igualmente descendente, hasta los 8.601 trabajadores por cuenta propia, una cifra similar a la de ejercicios más recientes. En el régimen general, en cambio, se ha disparado en los últimos años, hasta los 27.004, la cifra más elevada de la serie histórica. Evidencia de que «una cosa es el sector en su conjunto y otro los locales de hostelería de poblaciones pequeñas y rurales, por lo que al final se está perdiendo tejido». El problema no solo reside en la pérdida de población y en la falta de relevo generacional. El incremento de los costes también pesa en el cierre de los negocios. «No es lo mismo tener un empleado ahora que hace que 15 años» en términos de carga económica y, además, hay menos disponibilidad de mano de obra, todo va sumando.
Burocracia y presión fiscal
Porque las obligaciones son las mismas para una microempresa que para otra de mayor tamaño, y los recursos para afrontarlas son mucho menores. A esto se suma el aumento de la burocracia y la presión fiscal, que provocan que «cada puesto que se pierde ya no se recupera», lamenta la presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) de Asturias, Patricia Oreña. Cifra el incremento de la carga impositiva en «más de un 200%» y el exceso de tramitación «resta muchísima competitividad porque hace falta tener a una persona para que se ocupe de los papeles, así que se nos va el tiempo o el dinero».
No ayuda tampoco el envejecimiento de la población asturiana, porque el emprendimiento se reduce en las etapas más avanzadas de la vida profesional de los ciudadanos. Además, esta conjunción de factores desincentiva a los jóvenes, que «o se van a otras comunidades, donde el trabajo autónomo crece bastante, o se dedican a otras actividades». Son las zonas más rurales las que «pierden autónomos de forma catastrófica» porque la gran empresa sigue contratando, «en oleadas», pero el sector público sí mantiene el ritmo, «por lo que la población se va desplazando hacia los tres grandes centros urbanos de la región». «Los negocios que cierran en las cuencas no vuelven a abrir», afirma.
Ante este panorama, Oreña considera que «tendrían que cambiar muchas cosas» para regresar a los 70.000 autónomos en Asturias. Y la posibilidad de que se reduzca la jornada laboral a 37,5 horas complicaría aún más la viabilidad de los negocios, añade, porque un autónomo ya «trabaja de media 65 horas semanales» y, dadas las exigencias de la legislación laboral y la subida de las cotizaciones sociales, «contratar ahora a más gente es muy complicado». Así, el pequeño empresario tendría que asumir esas horas que se recortan a los trabajadores, subraya.
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