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El consejero delegado de ArcelorMittal en Europa, Geert van Poelvoorde, visitará las factorías asturianas la próxima semana. Lo hará por primera vez y en ... un momento clave para el futuro de las instalaciones de la región, que están pendientes de numerosas decisiones por parte de la multinacional para determinar cuál será su evolución, su capacidad productiva y, como consecuencia, la plantilla que será necesaria. La cita se enmarca en un encuentro que reunirá a unos 80 directivos del grupo de todo el mundo, dentro de un programa de la siderúrgica para que el personal considerado talentoso comparta sus experiencias y que se va desarrollando por distintas instalaciones. Van Poelvoorde aprovechará esta cita para visitar las plantas de la región, aunque no está previsto que se cite con representantes del Gobierno regional.
Más allá de la propia familia Mittal, este directivo belga tiene la última palabra sobre las grandes cuestiones que afectan al futuro de las factorías de Gijón y Avilés. Entre ellas, está saber qué sucederá con el horno alto 'A', que llega al final de su vida útil justo cuando comenzarán a reducirse las asignaciones gratuitas de derechos de emisión, con lo que este tipo de instalaciones serán cada vez menos competitivas. La situación, además, se ve agravada por el cierre obligado del sínter 'B' por motivos medioambientales, lo que implicará que no haya suficiente materia prima sinterizada para mantener activos los dos hornos altos. Su importación mermaría aún más los resultados.
Por otro lado, la visita coincide prácticamente con el aniversario de la puesta en marcha de la obra del horno eléctrico híbrido (LEAF) que se está construyendo en la acería de Gijón, que hará que deje de depender del arrabio de horno alto. Está previsto que esta instalación pueda arrancar en el primer trimestre del año que viene, aunque necesitará meses para homologar sus productos, por lo que se prevé compaginar ambos modelos productivos durante algún tiempo. El problema es que un único horno alto no sería capaz de abastecer a las dos acerías, ni siquiera únicamente a la de Avilés que es más grande. De ahí que sindicatos y gobiernos –regional y central– demanden a la multinacional un segundo horno eléctrico híbrido en esa instalación, de forma que no se pierda capacidad productiva. Las dudas sobre su viabilidad –el de Gijón es el único de todos los que anunció en Europa que se está ejecutando– en plena crisis del acero en el continente, el cuello de botella que existe en las redes eléctricas, el precio final de esta energía más alto que en otros países y asuntos como el apagón del pasado 28 de abril no favorecen una decisión positiva. Sin un horno alto, sin esta inversión en la de Avilés y con el proyecto de la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI) bloqueado, y sin visos de reactivarse hasta más allá de 2030, según la propia multinacional, las factorías asturianas pueden verse abocadas a una drástica reducción de la producción y también de plantilla.
Precisamente, este viernes, sindicatos y empresa mantuvieron una reunión para seguir abordando la reorganización que se llevará a cabo con la transformación de la acería de Gijón con el nuevo horno LEAF, lo que implicará la amortización de unos 70 empleos, al cambiar por completo el proceso e incorporar multitud de automatizaciones. Ayer no se produjeron grandes avances, más allá de conocer la propuesta de organigrama de la futura instalación.
El próximo 16 de mayo, se realizará una visita a la planta guipuzcoana de la multinacional de Olaberría, que cuenta con un horno similar al que está en construcción en Asturias.
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