El comercio asturiano perdió más de 3.000 empresas en nueve años, un 22%
El descenso por los cambios de hábitos de consumo se agudizó con la pandemia y la cifra de compañías ya es la menor de toda la serie histórica
El sector del comercio vive una gran transformación, incluso una revolución que está cambiando por completo su estructura y a la vez la de la ... logística. Factores como la digitalización, los cambios en los hábitos de consumo, la reorganización de las cadenas de suministro e incluso las tensiones geopolíticas están impactando de lleno en su configuración, con la necesidad de ser cada vez más competitivo e incorporar más tecnología. Todo ello está afectando sobre todo al pequeño comercio, mucho más expuesto y con menos opciones que las grandes cadenas de abrazar los avances digitales o realizar compras masivas que le permitan reducir costes.
Así se constata en el estudio de las actividades económicas y las familias profesionales centrado en el comercio y la logística que ha elaborado el Servicio Público de Empleo del Principado (Sepepa). Este análisis revela que el sector asturiano perdió más de 3.000 empresas entre 2015 y 2024, un 22%, desde las 14.247 iniciales a las 11.096 finales.
La evolución se divide en varias fases diferentes: una primera de contracción moderada que va hasta 2019, con un descenso progresivo del 7% en total, lo que implica la desaparición de un millar de compañías. La pérdida en promedio anual en esta etapa fue del 1,82%. Según el análisis del Sepepa, «esto sugiere una contracción estructural relacionada con la evolución de los hábitos de consumo, el incremento de la competencia del comercio digital y la dificultad de relevo generacional en las empresas familiares».
El efecto de la pandemia
Pero este declive marcó un punto de inflexión crítico en 2020, en plena pandemia, con una aceleración del ritmo de cierres que redujo la cifra total de sociedades a 12.817 frente a las 13.246 de 2019, lo que representó una caída del 3,24%. Y esta tendencia prácticamente se mantuvo en 2021, sin recuperación postcovid, cuando el número de empresas bajó a 12.517, acumulando un retroceso del 5,71% en solo dos años.
El impacto de la crisis sanitaria fue determinante, ya que las restricciones a la movilidad y la reducción del consumo presencial afectaron especialmente a los comercios tradicionales y a las empresas logísticas dependientes del transporte terrestre, explica el Sepepa.
En Asturias el declive del comercio está siendo más agudo que a nivel nacional, pero la tendencia es similar
Sin embargo, una vez superada la pandemia la situación no ha mejorado. A partir de 2022, el proceso de reducción del número de empresas se ha intensificado aún más, con una pérdida de 892 en un solo año (-7,16%), hasta 11.556 en 2023, y la contracción se mantuvo en 2024, con una nueva disminución del 3,98%, hasta las 11.096, el nivel más bajo registrado en la serie histórica analizada. Lo que marca una fase de declive agudo y reconfiguración del sector «con la consolidación de un nuevo paradigma comercial y logístico en Asturias». Todo ello, en una actividad que es un pilar fundamental de la economía regional y que da trabajo a alrededor de 62.000 personas, en su mayoría en microempresas. No obstante, el empleo ha logrado mantenerse mucho mejor que la cifra de compañías.
Este declive no es exclusivo del Principado. Aunque en la comunidad sí está siendo más agudo, a nivel nacional, el comportamiento no es muy diferente. En el mismo periodo analizado, en España, la caída en la cifra de sociedades del sector fue del 18%, con una desaparición de 130.128. En ese tiempo se produjo un declive sostenido, desde las 712.038 de 2015 a las 684.031 de finales de 2019, lo que supone una pérdida de 28.007 (-3,9%). Solo en 2020, con la pandemia, el número baja a 670.357 (-2% respecto a 2019), aunque ese desplome no fue tan abrupto como en otros sectores gracias en buena medida a la resiliencia de la logística y al comercio 'online'. Y después se produjo un estancamiento sin apenas variaciones. Por contra, en Asturias los estragos de la covid en el comercio se notaron bastante más.
El colapso a nivel nacional, sin embargo, llegó en 2023, con la mayor caída en la serie histórica. La cifra de empresas se redujo un 9,7% (63.740 menos) en un solo año, hasta 593.218. Y, en 2024, el número siguió descendiendo a 581.910 (-1,9% respecto a 2023), lo que sugiere, no obstante, una posible desaceleración en la destrucción de sociedades.
Multinacionales y 'online'
El sector comercial es altamente competitivo debido a la gran cantidad y diversidad de empresas que lo conforman, al incluir desde pequeños negocios y comercios tradicionales, que son los que están siendo más afectados, hasta multinacionales y plataformas de comercio electrónico. Y es la irrupción de estas últimas, así como las ventajas competitivas que están consiguiendo las grandes cadenas y franquicias, las que están ahogando el comercio local. Estos grandes grupos han logrado dominar el mercado gracias a su capacidad de adaptación a los cambios en los hábitos de consumo, la digitalización y la optimización de sus modelos logísticos.
Las microempresas que conforman el tejido comercial no logran competir con el 'online' y las multinacionales
Detalla el informe que empresas como Zara (Grupo Inditex), Mercadona, El Corte Inglés, Carrefour y Decathlon han liderado el sector gracias a factores clave como la expansión y diversificación del modelo de negocio. Así, las grandes superficies han ampliado su oferta de productos y servicios, desde la moda y la alimentación hasta artículos deportivos y tecnológicos. Este modelo ha permitido a compañías como Inditex mantener su liderazgo en el sector textil con una amplia gama de marcas (Zara, Massimo Dutti, Pull&Bear, Stradivarius, Bershka...), mientras que Mercadona ha dominado el mercado de alimentación mediante su estrategia de marca propia y eficiencia en la distribución. Por su parte, Decathlon ha logrado consolidarse en el sector deportivo con productos de fabricación propia y una estrategia de precios competitiva, apunta.
A ello hay que sumar el auge de plataformas de comercio electrónico como Amazon y la irrupción con fuerza de las chinas 'low cost' como Shein o Temu, en cuya estrategia tiene puestos los ojos la Comisión Europea, que las acusa de no cumplir la normativa de los Veintisiete.
En contraposición, se ha producido el declive del pequeño comercio, que está sufriendo una progresiva pérdida de relevancia, algo que se percibe en las calles, tanto del extrarradio como del centro, cada vez más similares y con los mismos establecimientos en cualquier ciudad de España e incluso del mundo. Mientras, los locales vacíos abundan, sobre todo, en las periferias o fuera de los principales ejes. «A pesar de su papel tradicional en la economía y la vida de los barrios, numerosos negocios locales han tenido que cerrar debido a la creciente competencia, la transformación digital, los cambios en los hábitos de consumo y el aumento de los costes operativos, sumados a las dificultades financieras que han limitado su capacidad de adaptación al nuevo entorno», reconoce el análisis, que describe el sector asturiano como altamente atomizado, con un tamaño medio de entre dos y tres trabajadores, lo que «limita su capacidad para innovar, digitalizarse o acceder a financiación».
Aunque hay iniciativas para revitalizarlo, como el Bono Comercio Asturias, y cuenta con ventajas, como una mayor cercanía al cliente, las dificultades estructurales están impidiendo su recuperación y no logra competir con las grandes superficies o el comercio electrónico. Entre las principales barreras con las que se encuentra están las digitales, como la inversión inicial elevada para la creación de plataformas de venta 'online' y la falta de conocimiento en marketing digital o en gestión de comercio electrónico, pero también problemas en materia de logística y distribución, con costes de envío elevados que no puede asumir sin trasladarlos al consumidor. A esto se añade la falta de relevo generacional que se está dando en muchos negocios, que cierran con la jubilación de su propietario.
Y a todo ello se suma que el comportamiento del consumidor ha cambiado drásticamente en la última década, con una búsqueda cada vez mayor de comodidad, rapidez y acceso a una mayor variedad de productos. Algo que se ha acelerado aún más con la flexibilidad de horarios y la facilidad de compra a través de dispositivos móviles, lo que ha desplazado las compras desde el comercio físico hacia el digital en una tendencia que parece imparable.
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