Arcelor retoma la producción en todas sus instalaciones, pero lejos de su capacidad máxima
Arcelor recuperará este 7 de enero la actividad del tren de alambrón, tras estar parado un mes, aunque la demanda se mantiene en niveles bajos
E. C.
Gijón
Martes, 7 de enero 2025, 06:31
Arcelor retomará hoy la producción en todas sus instalaciones tras un último mes en el que la división de largos ha estado muy ... afectada por las paradas. La más larga, la que finaliza esta mañana, con la reactivación del tren de alambrón y que se extendió desde inicios de diciembre. Después se le unieron también las detenciones en el tren de carril, desde la noche del 23 de diciembre al 2 de enero, y de la acería, desde el sábado 21 de diciembre hasta el 1 de enero.
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De este modo, las factorías de la siderúrgica en Asturias retoman cierta normalidad, aunque están lejos de alcanzar los máximos niveles de producción posibles. Desde hace un par de años, tras el 'boom' que supuso la recuperación de la pandemia en 2021, las instalaciones funcionan al ralentí debido a la baja demanda y la débil cartera de pedidos. Esta situación se produce en buena medida por la difícil situación que atraviesa la industria europea, pero también por otros aspectos interconectados, como la entrada masiva de productos siderúrgicos extracomunitarios, en la mayoría de los casos con mayor huella de carbono y más baratos, al no tener que seguir la dura normativa europea en cuestiones medioambientales y laborales. Este peligroso cóctel, al que contribuye también la atonía de la economía china, que está disparando sus exportaciones para dar salida a su propia producción, está provocando el colapso de la actividad siderúrgica en el Viejo Continente.
Pese a todo ello, las plantas asturianas están resistiendo sin el apagado de ninguno de sus dos hornos altos, una cuestión que no es menor ante la compleja situación que atraviesa el sector. Todo apunta a que, al menos hasta el verano, seguirán activos ambos, en parte gracias a la parada por reparación de una instalación similar en Dunkerque (Francia) y a que han ganado competitividad en los últimos meses, lo que los coloca entre los mejores de la multinacional en Europa.
Pese a todo, la incertidumbre se cierne sobre el futuro de las plantas, ya no solo en el largo plazo, sino en el corto. Por un lado, la obra de la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI) sigue en suspenso y con ella se queda de momento en el limbo la ayuda de 450 millones que tenía concedida y el futuro de la siderurgia integral. Por otro, Arcelor ha avisado de que las previsiones para 2025 no son positivas y que, incluso, podrían empeorar las condiciones en el segundo semestre. Así lo apuntó a la hora de argumentar la necesidad de que se aprobara un nuevo expediente de regulación temporal de empleo (ERTE). Finalmente, prácticamente 'in extremis', cuando el anterior iba a perder su vigencia, se logró el acuerdo sindical para extender este mecanismo de flexibilidad laboral ante posibles paradas por debilidad en la demanda o la necesidad de realizar ajustes y reparaciones.
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Además, la multinacional afronta en este 2025 otra prueba de fuego: la negociación para saber qué sucede con el personal de mayor edad y que antes se acogía al contrato relevo. La compañía sigue queriendo reducir su plantilla, sobre todo, a medida que se va avanzando en la obra de la acería eléctrica, que estará mucho más automatizada y necesitará menos personal. De ahí que mantenga su rechazo a esta herramienta que se empleó tradicionalmente para dar salida al personal más cercano a la fecha de jubilación.
En este contexto, el año pasado, la empresa dio la opción a los trabajadores nacidos en 1962 de elegir si preferían el contrato relevo, aunque con un máximo de 50 puestos, o un ERE con ayudas previas con una garantía salarial de hasta el 80% de la retribución bruta, ya que al tener una retención fiscal inferior suponía al final una compensación económica mayor. 49 escogieron la primera modalidad y un centenar la segunda, en el que fue el primer despido colectivo de la era Mittal. Este año tocarían los nacidos en 1963.
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La generación eléctrica con carbón cayó un 23,6% en 2024
La generación eléctrica con carbón en España alcanzó durante 2024 los 2.956 GWh, lo que supuso el 1,1% del sistema nacional con una reducción con respecto al año anterior del 23,6%. España tan solo mantiene tres plantas de este combustible fósil: las asturianas de Aboño y Soto de Ribera y la de Los Barrios, en Cádiz, todas ellas propiedad de EdP. La compañía energética ya está realizando la obra para la conversión a gas del Grupo 2 de la central de Aboño –seguirá quemando también gases siderúrgicos y estará preparada para el hidrógeno– y tiene previsto apagar el Grupo 1, así como el 3 de la térmica de Soto de Ribera una vez que obtenga los permisos de Red Eléctrica. Tal como señalan desde Ecologistas en Acción, Aboño II, con unos 360 días de funcionamiento, «sigue siendo prácticamente la única central térmica de carbón 'en servicio', mientras que Aboño I la habría 'sustituido' durante siete días». Según se desprende de los datos de Red Eléctrica, el 56% de la electricidad en España fue generada el año pasado por fuentes renovables, un 11% más que el ejercicio anterior, hasta alcanzar los 149 teravatios hora (TWh), el mayor volumen desde que se tienen registros. La energía eólica lideró el mix con un 23% de la generación total, seguida de la nuclear (19%) y de la fotovoltaica (17%). Ese 1,1% sobre el total del sistema eléctrico es el punto más bajo del carbón sobre el mix eléctrico español desde que existen registros y supone la antesala del adiós definitivo a esta fuente de generación de electricidad. De hecho, Asturias se podría despedir del carbón este 2025. Este mes arranca también la transformación de la central de La Pereda, de Hunosa, hacia la biomasa, lo que implica el abandono de este combustible fósil y el cese de la actividad extractiva en el último pozo que queda en Asturias, el San Nicolás o Nicolasa. Así, la térmica ubicada en Mieres comienza su metamorfosis con el nuevo ejercicio, que supone una inversión de alrededor de 55 millones de euros, para operar con biomasa.
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