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Las necesidades de Duro Felguera aprietan. Le urge que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) acepte capitalizar el rescate y se convierta ... en su accionista de control y también necesita una nueva inyección de capital para seguir operando. Ambos puntos son claves, pero mientras llegan, busca liquidez de forma urgente para, al menos, mantener las nóminas y los pagos más apremiantes. En este contexto, puso en marcha un plan de venta de activos, algunos que ya se pusieron en el mercado en 2019, en la etapa de José María Orihuela al frente de la empresa, como la sede del Parque Científico y Tecnológico de Gijón, o el antiguo colegio Peñaubiña. Sin embargo, más allá de esto, también está recibiendo ofertas por algunas de sus divisiones más interesantes.
La multinacional cuenta, además de con sus tradicionales negocios de ingeniería, de proyectos llave en mano, de operaciones y montajes y de servicios y mantenimiento, con líneas punteras. Destacan las áreas de seguridad digital, especializadas en el diseño e implantación de soluciones de ingeniería de comunicaciones y seguridad para proteger las infraestructuras críticas; Felguera T. I, con sistemas de información de primer nivel, así como proyectos de internet y soluciones de identificación por radiofrecuencia; sistemas logísticos, que ofrece soluciones automáticas de almacenamiento, o Felguera Green Tech, la última gran apuesta del grupo, ya en plena crisis, especializada en hidrógeno verde y almacenamiento de energía. Todas ellas cuentan con referencias interesantes y personal altamente especializado que puede tener demanda. Otra división que tiene atractivo, aunque más tradicional, es la de Calderería Pesada.
Según ha sabido este periódico, la dirección de Duro Felguera ya negocia con varias empresas la posible venta de algunos de estos negocios. No sería la primera vez que se desprende de filiales para hacer caja o incluso por obligación.
En 2021, en plena negociación del rescate por parte de la SEPI, esta ya se quedó con el 40% de Epicom, especializada en la protección de comunicaciones críticas para la Administración, y para permitir la entrada de los inversores mexicanos, Prodi y Mota-Engil, en el capital obligó a que se desprendiera del otro 60%, que acabó en manos de Indra y Grupo Oesía, por 5,3 millones de euros.
En 2018, ya en crisis, también se deshizo de otros activos. Así vendió DF Rail a Talleres Alegría en dos fases, primero un 80% y luego el 20% restante, o su filial madrileña Núcleo de Comunicaciones y Control, dedicada al desarrollo de productos y la ejecución de proyectos 'llave en mano' para los sectores aeronáutico, marítimo, energético, civil y de defensa, que fue adquirida por la alianza formada por Inversiones Valinver y el fondo Crescent Hill Capital.
Además, por el camino, también vendió su sede de Madrid o la terminal de hidrocarburos Tanques de Cartagena.
No obstante, la clave para la salvación de Duro Felguera pasa ineludiblemente por la SEPI y el tiempo corre en contra de la compañía asturiana, en un preconcurso de acreedores que vence el 11 de marzo. La sociedad estatal exige para capitalizar los créditos del rescate –fueron tres, 100 millones en dos préstamos participativos y 20, en uno ordinario– un plan de reestructuración claro y viable. De momento, en las reuniones que han mantenido, entre ellas la del miércoles, el ente público no considera que se den las circunstancias necesarias para dar el paso. Y sin este, tampoco es probable que se pueda lograr la inyección económica que necesita para operar.
Precisamente, ayer, el presidente del Principado, Adrián Barbón, aludió a la situación de Duro Felguera y defendió que la postura de la SEPI es una que «cualquiera entendería, porque el dinero público es dinero de todos». Así, el líder del Ejecutivo regional insistió en que la ingeniería tendrá todo el apoyo, pero insistió «no se puede dar dinero a cambio de nada».
En ese sentido, se reafirmó en que es necesario un plan de viabilidad y apuntó que el Principado «siempre hará de mediador» entre el Gobierno, la SEPI y la propia compañía: «Uno no puede ir a casa de alguien a pedirle dinero y no devolvérselo o no planificar cómo hacerlo».
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