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A la siderurgia le faltan tiempo y alternativas para descarbonizar su producción. Frente a la reducción de las asignaciones gratuitas de derechos de emisión, ... que empezará el año que viene, y el presumible encarecimiento de estos, las empresas del sector no encuentran opciones que permitan hacer viable una actividad sin emisiones en Europa.
El hidrógeno verde, poco desarrollado y aún muy caro, era la gran apuesta de las empresas presentes en Europa, como Arcelor o ThyssenKrupp. Sin embargo, ambas han paralizado sus planes, entre ellos el asturiano de la primera, ante la incertidumbre que suscita este vector energético y sus costes disparados. No obstante, otras opciones que se podrían poner sobre la mesa, como el gas natural o la captura de CO2 tampoco parecen la solución. Así se desprende de sendas publicaciones del Institute for Energy Economics and Financial Analysis (IEEFA).
Con un título tan claro como 'La transición de la tecnología siderúrgica europea corre el riesgo de ralentizarse, pero la captura de carbono no es la respuesta', este análisis explica que la descarbonización del sector va más despacio de lo inicialmente previsto, en parte porque el coste de producción del hidrógeno verde «no ha disminuido tan rápido como se esperaba». Sin embargo, cuestiona que las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono puedan ser la solución, también por sus altos costes y escaso desarrollo. Como ejemplo, explica que la planta «a escala industrial» que Arcelor tiene en Gante, del proyecto Steelanol, captura menos del 2% de las emisiones. «A medio y largo plazo, es mucho más probable que la reducción directa del mineral de hierro (DRI) basada en hidrógeno verde reduzca las emisiones del acero antes que la captura de CO2», recalca, ya que «tiene un historial deficiente en todos los sectores donde se ha aplicado». Y a su alto coste hay que sumar el del transporte y su almacenamiento.
De ahí que el informe concluya, incluso, que importar DRI de lugares que tienen energía limpia y barata, como puede ser Brasil, Australia u Oriente Medio, como se plantea ahora para Asturias, aunque suponga deslocalizar parte de la producción «podría proteger muchos más empleos en la producción de acero en Europa a largo plazo».
Por otro lado, también se descarta el gas natural como combustible, tanto por las emisiones que produce como por la volatilidad de sus precios, con frecuencia disparados. Así lo indica también en el análisis 'Hidrógeno azul: una falsa esperanza para el acero verde'. Este vector energético, frente al verde (procedente de fuentes renovables), se produciría con gas natural u otros combustibles fósiles, pero el informe insiste en los problemas a los que se enfrentaría, como el bajo rendimiento de la tecnología de captura de carbono –que también necesitaría–; las emisiones de metano o la oposición de los usuarios que sí buscan acero realmente descarbonizado.
Además, el uso de hidrógeno gris –generado a partir de gas– «no conduce a una reducción del consumo de gas ni de las emisiones de carbono», avisa el documento, que insiste en que «a largo plazo» la tecnología que triunfará será la del hidrógeno verde.
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