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La responsable del centro de I+D+i de ALSA, Pilar López Vicente; el director general y director de EL COMERCIO, Ignacio Pérez y Ángel González; el director general de Sabadell Herrero, Pablo Junceda; el director de Negocio y Operaciones de CTIC, Pablo Coca; la coordinadora de AsturiasInnova+, Cristina Tuero; el director de Economía del Dato del CTIC, Chus García, y el director de Analítica e Inteligencia Artificial de Banco Sabadell, Luis Echávarri, en una foto de familia antes de iniciar el fórum. FOTOS: DAMIÁN ARIENZA
Fórum EL COMERCIO

Los expertos abogan por regular la Inteligencia Artificial «para que sea aceptada por la sociedad»

Su opinión sobre el impacto en el empleo difiere entre quienes creen que destruirá puestos de trabajo y los que creen que generará nuevos perfiles laborales

Martes, 28 de noviembre 2023, 02:01

«Revolución». Fue la palabra más escuchada ayer en el fórum sobre Inteligencia Artificial (IA) organizado por EL COMERCIO y el Banco Sabadell en Gijón. La tecnología no es nueva. Data de la década de los años 50 del siglo pasado, pero ha sido especialmente en estos últimos diez años cuando su uso ha empezado a generalizarse en el mundo laboral. «Ya está presente en nuestro día a día», subrayaba el director de Negocio y Operaciones del Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación (CTIC), Pablo Coca. De hecho, permite «el reconocimiento facial a través del teléfono móvil, de objetos por parte de robots; la detección de comportamientos sospechosos en el correo electrónico (spam), de anomalías en los patrones; predecir el tiempo, hacer simulaciones, aconsejar en compras al usuario...», ejemplificó.

Ángel González, Jesús Martínez Salvador, Dámaso Colunga, Pablo Junceda, Ignacio López, José Ramón Fiaño y Félix Baragaño.

Ahora bien, la irrupción de ChatGPT en noviembre de 2022, con lenguaje avanzado, supuso un paso más. Uno bien grande que «genera conocimiento (crea un texto rápido, una imagen, la posibilidad de desarrollar aplicaciones -apps- de forma más sencilla y autónoma...). Por esa ingente cantidad de datos en el mundo empresarial y por la posibilidad de que las máquinas hagan valoraciones a raíz de esos datos, ha hecho que la IA esté en boca de todo el mundo y sea motivo de debate.

En el salón de actos del Hotel Zentral Rey Pelayo, los asistentes fueron testigos de un ejemplo: en un vídeo Sonia, Mariano y Tamara se expresaban en árabe, chino y griego. Pero ninguno de los tres hablan dichas lenguas. ¿Cómo es posible entonces? Una traducción se adaptaba a sus respectivos tonos de voz. «Esto hace unos años era impensable. Rompe barreras y la forma de hacer negocios es muy distinta».

Pablo Coca, durante su intervención en el encuentro.

Entra, de este modo, una «doble componente»: la posibilidad de ser más eficiente, pero también el impacto que tendrá en el sector de la traducción (en este caso) y, por tanto, en los perfiles profesionales. En definitiva, se abren oportunidades, por un lado, y aparecen riesgos, por otro.

Precisamente, este fue uno de los puntos de análisis en la mesa redonda en la que intervinieron el director de Economía del Dato de CTIC, Chus García; la responsable del centro de I+D+i de ALSA, Patricia López Vicente, y el director de Analítica e Inteligencia Artificial del Banco Sabadell, Luis Echávarri, y que estuvo moderada por Cristina Tuero, jefa de Economía y Actualidad de EL COMERCIO y coordinadora de AsturiasInnova+.

Por la izquierda, Cristina Tuero, Luis Echávarri y Chus Garcia, con Noelia Menéndez, Ana María Fernández, Diego Angulo y Ana Ramos (del Banco Sabadell) y Patricia López Vicente, de ALSA.

«Toda innovación tiene una parte buena y otra que no tanto. Y de lo que se trata es de dirigirlo hacia la primera. Con cuidado, pero sin miedos», apuntó Chus García, que insistió en acometer este proceso de forma conjunta. «Con gobiernos, empresas, Universidad y mundo de la investigación».

Uno de los principales temores es la destrucción de empleo. En este sentido, Patricia López Vicente consideró que, desde su punto de vista, no habrá eliminación de puestos de trabajo, aunque sí «un cambio de perfiles profesionales». La adaptación de conductores a vehículos hipersensorizados, pero también «gente del dato»: data analyst, data engineer, data scientist, data architect, data translator...

En definitiva, un buen número de «perfiles estadísticos y de matemáticas», integrados en «equipos multidisciplinares», y que en el sector de la movilidad y transporte de viajeros ayudan a «optimizar rutas» y a adelantarse a situaciones. Valga de muestra el siguiente dato: un vehículo hipersensorizado emite 200 señales dos veces cada minuto. En el centro de I+D+i de ALSA trabajan también con algoritmos para «ofrecer nuevos productos a los clientes» y buscar el objetivo de que toda la flota urbana de ALSA en 2035 sea totalmente sostenible, con «cero emisiones» de CO2.

Aun estando de acuerdo con esa transición, Luis Echávarri estimó que «sí habrá destrucción de empleo, habrá tareas que, con el tiempo, no tengan sentido» con máquinas cada vez más evolucionadas. Sobre esos nuevos perfiles, quiso ahondar en que «la evolución es tan rápida, que no hay masa crítica» en la Universidad y en los centros educativos para hacer frente a la demanda.

No en vano, comentó que tiene 50 personas trabajando en su departamento y las entidades bancarias compiten entre ellas por captar el talento. También se enfrentan a puestos de trabajo que aún no se han creado.

Sobre este aspecto, hubo unanimidad entre los ponentes en que «más que carreras (grados universitarios), son necesarias capacidades; conocer y saberse desarrollar en este entorno».

«Buenos datos y preguntas»

Fue en este punto cuando hicieron referencia a los 'prompt'. A saber: para lograr que una IA genere una respuesta se debe presentar una pregunta o un enunciado en el que se indique de la forma más simple, clara y precisa qué se espera de ella.

De ahí que Luis Echávarri, del Sabadell, insistiera en que en la inteligencia generativa (que puede crear texto, imágenes, vídeo, audio o código nuevos), «los software no se pueden tocar. Lo importante es que los datos y la pregunta sean buenas». Por eso, hizo hincapié en «esa capacidad de preguntar». «Hay que trabajar mucho en la calidad de la formación».

Llegado a este punto, avanzó que están involucrados en un proyecto piloto de 'ayudante' de gestores hipotecarios. Empleando los manuales que manejan dichos profesionales, la respuesta de la máquina no es la más adecuada. ¿Por qué? «Porque necesita la información de otra manera» en un sector financiero que, recalcó, está «muy regulado».

Sobre «la calidad de los datos», en la que insistieron todos los ponentes, Chus García, de CTIC, comentó que otro de los aspectos en los que hay que trabajar en que «estos estén libres de sesgos». No en vano, señaló que la IA sigue identificando más a hombres que a mujeres cuando se trabaja con el vocablo 'abogado'.

La ética, con la posibilidad de que las máquinas tomen decisiones que han ido correspondiendo a los humanos, es el principal foco del debate con la destrucción de puestos de trabajo. Y la pregunta sobre la regulación no podía faltar en el encuentro. Europa quiere ser pionera en este aspecto, definiendo objetivamente sistemas de IA de alto riesgo, con una clasificación de estos y una lista de prácticas de IA prohibidas extensivas también a los agentes privados. Entre las prohibiciones se incluyen la de utilizar la IA con fines de 'puntuación' ciudadana y otras como explotar «las vulnerabilidades de grupos específicos de personas», ya sea por su edad, discapacidad o por su situación social o económica.

«Tal es la revolución tecnológica, que la regulación es necesaria para la aceptación social», afirmó Patricia López Vicente. «Es que no se trata solo de un aspecto tecnológico, sino que afecta a toda la sociedad», añadió Echávarri. «Por tanto, tenemos que proyectarnos hacia delante». «En la aviación se implantó», dijo, sin tanta polémica.

«En Europa, con la algoritmia ética, no nos ha ido mal y en Europa, con sus principios y valores no corremos tanto, pero llegamos un poquito más alto que otros países», expresó Chus García, de CTIC. Lo que subrayó especialmente Pablo Coca es que «la inteligencia artificial se tiene que hacer con, por y para las personas y el último control y decisión de lo que dice la máquina es viable corresponde al ser humano».

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