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La Comisión Europea presenta hoy el 'Clean Industrial Deal', el Acuerdo Industrial Limpio con el que Bruselas quiere impulsar la competitividad del sector sin ... rebajar los compromisos en materia medioambiental. Algunas de las líneas principales son las ayudas de Estado, la rebaja de los impuestos energéticos, el apoyo a las electrointensivas, el uso del hidrógeno verde y la inversión en infraestructuras eléctricas. Hoy se concretarán y se conocerá el verdadero alcance de la ambición de la UE por defender su industria, clave en un momento en el que ya se anuncian deslocalizaciones, como la anunciada por Arcelor que afecta a sus servicios administrativos en Europa, y se paralizan inversiones, como la planta de reducción directa (DRI) de la siderúrgica en Gijón.
«La descarbonización se ha consolidado como una tendencia global imparable por el medio ambiente, pero también por las oportunidades industriales y por la reducción de la dependencia energética, que ahora mismo es una cuestión determinante», señaló ayer Gonzalo Sáenz de Miera, presidente del Grupo Español para el Crecimiento Verde y director de Cambio Climático y Alianzas de Iberdrola, en un encuentro con los medios. Además, apuntó que el plan «responde a lo que necesita la industria europea» y celebró que, a falta de conocer los detalles, lo filtrado pueda servir para «acelerar» la transición energética. Recordó que Europa no tiene combustibles y eso es «una debilidad estructural», a la que hay que darle la vuelta apostando por las energías renovables, donde España cuenta con una ventaja competitiva.
Esa apuesta por las energías limpias es uno de los ejes de la estrategia industrial de la UE. «Es la cuadratura del círculo», sostuvo la directora de Cleantech for Iberia, Bianca Dragomir, en relación a la necesidad que tiene Bruselas de compaginar el impulso a la industria con los compromisos ambientales. Además, resaltó que «la UE tiene muy claro que no se puede entregar el futuro de las cadenas de valor a China» y puso el foco en «el efecto multiplicador de la inversión pública». En ese sentido, afirmó que «Bruselas necesita que los Estados miembros tengan ambición» a la hora de llevar inversiones en energías limpias y descarbonización.
Por su parte, Pepe Escrig, investigador sénior en Economía Política y Gobernanza del 'think tank' E3G, hizo hincapié en que «más que un cambio, la UE da una señal clara de que Europa mantiene el pulso» en cuanto a los compromisos medioambientales: «El 'Clean Industrial Deal' deja clarísimo que el principal problema es la volatilidad de los precios de los combustibles fósiles y la dependencia tan alta que tiene de ellos la UE». En ese sentido, respecto a los desafíos que tiene Bruselas, Escrig resaltó dos: «Uno es apoyar las tecnologías limpias, pero por otra parte está la descarbonización de industrias tradicionales muy intensivas en energías, como la metalúrgica». Asimismo, cree que «no se está abordando» el debate de cómo aprovechar las diferentes ventajas que tiene cada región de Europa: «España tiene muchísimas oportunidades. Hay que tomar decisiones sobre dónde se van a ubicar las nuevas industrias, pero también qué vamos a hacer con las tradicionales como la metalúrgica, teniendo en cuenta que va a ser muchísimo más barato, y por tanto competitivo, reubicarlas a sitios donde se va a producir esa energía verde y renovable».
En lo que coincidieron todos los participantes en el encuentro fue en que la UE debe abordar todas estas cuestiones con rapidez. «Se tardan cuatro o cinco años en lanzar un nuevo proyecto de energía limpia en Europa. Necesitamos velocidad y simplificación, pero sin reducir la ambición», concluyó Dragomir.
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