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Víctor Álvarez descorcha una botella. CAROLINA SANTOS

«Le debemos un homenaje a Juan Manuel Redondo»

La feria de vinos atlánticos que se celebrará en Cangas en junio se dedicará al impulsor de la recuperación vitivinícola en el concejo

JESSICA M. PUGA

Viernes, 15 de noviembre 2019, 11:48

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Víctor Álvarez acaba la vendimia con un sabor agridulce: tienen uva de «excelente» calidad, pero no la cantidad deseada. Al menos, su bodega Monasterio de Corias cierra la temporada con más uva que los escasos 32.000 kilos de 2018.

-Finalizada la vendimia 2019, valórela.

-En cuanto a calidad, rozamos el 10. Ha sido fantástica, de las mejores de la última década. Llegó uva perfecta, sana y con concentraciones de azúcar. En cuanto a cantidad, bueno, mejor que el año pasado sí ha sido, pero aún es muy poco para lo que necesitamos. Dependemos de la naturaleza y siempre puede pasar algo; este año, en junio, hubo algo de niebla y orbayo, lo que provocó amillaramiento, o sea, uva que no se desarrolló. Hay en Cangas un refrán muy sabio que dice 'cuando hay lluvia por San Juan, quita vino y no da pan'.

-¿El mal tiempo afectó por igual a todas las variedades?

-Al carrasquín y albarín negro, lo que más.

-¿Con cuánta uva acabó su bodega?

-Con un 10% más que el año pasado, aproximadamente.

-¿Es suficiente para sacar vino joven este año?

-No, no podemos. Vamos a hacer un poco más de blanco fermentado en barrica de castaño, que tuvo un éxito impresionante. Hubo mucha gente que quiso, pero quedó sin él porque se vendió todo en una semana.

-Hace falta más uva. ¿Hay proyectos a corto plazo de ampliar las opciones?

-Nosotros plantamos, entre 2018 y 2019, dos hectáreas nuevas de albarín blanco en Ibias y plantaremos otra finca el año que viene, pero necesitamos de cuatro a cinco años para poder hablar de rendimiento. También estamos recuperando viñedos, a los que tuvimos hasta que cambiarles la poda. Las soluciones en el mundo del vino no son inmediatas.

-¿Cuántas hectáreas tienen?

-En torno a 15 repartidas por Cangas e Ibias, incluyendo las que tienen vides que aún no dan. Si el tiempo nos respetase podríamos estar hablando de recoger 60.000 kilos de uva, que es lo que queremos. Tampoco pretendemos crecer muy rápido porque primamos la calidad.

-Se incorporaron dos bodegas a la DOP por lo que ya son ocho. ¿Qué tal?

-Los que empiezan hoy tienen el terreno muy allanado. Cuando empezamos nosotros en el 99 era el caos.

-¿Qué ha cambiado?

-Todo. Cuando empezamos nosotros, la poca uva que íbamos consiguiendo era invinificable; tirábamos la mayor parte de la que comprábamos e intentábamos hacer algo con lo que, más o menos, se podía salvar. La vendimia se hacía siempre en una fecha determinada, el último fin de semana de septiembre, momento en que se recogían tanto las variedades de ciclo corto como las de largo, aprovechando que iban los familiares de Gijón y Oviedo a comer. Así pasaba que la verdejo negro se cogía podre y la carrasquín, verde. Además, la traían toda en una lona y tú te tenías que apañar con ello.

-¿Y cómo trabajan ahora?

-Tenemos unos niveles de calidad y exigencia de la uva altísimos y estandarizados. Nosotros hacemos dos selecciones, la primera en el viñedo y la segunda en la bodega, y procuramos que vendimie siempre la misma gente, a la que ofrecemos un curso al principio.

-¿Qué le diría al Víctor de hace 20 años que se metió en este mundo?

-Nada porque mantengo la misma ilusión. Estoy orgulloso de haber trabajado por un producto que estoy convencido de que va a tener un futuro impresionante. Tener estos vinos y estas variedades de uva acabará siendo un prestigio para Asturias, eso nadie me lo quita de la cabeza. Hay muchos que nos apoyan, pero una parte de la población sigue opinando sin conocer el producto.

-¿Cómo atraer a los jóvenes al vino de Cangas?

-No hace falta más que hablar con ellos y explicarles. Es mucho más fácil charlar con ellos y con mujeres. Son muchos más proclives al cambio y al asesoramiento que señores de 70 años que no salen del perfil de Rioja... Habrá a quien no le guste, y ante eso no tengo problema.

-¿En qué piensa cuando descorcha uno de sus vinos?

-Es una satisfacción tremenda para todos los que estamos detrás. Lo vivimos como si fuera un hijo.

-¿Y cuándo es un vino de otra zona?

-Abro muchos, me gusta probarlos, y me es inevitable compararlos. No cambio el 'chip' ni en vacaciones. Atiendo a sus características y hasta a su etiqueta. Aprendo todos los días. El vino es el único arte que se puede beber.

-¿Y la sidra?

-No está reñida con el vino. Yo soy gran consumidor de sidra. Todo tiene su momento y no pasa nada.

-Cangas acogerá en junio Atlantic, el Primer Concurso de Vinos Atlánticos. ¿Qué podemos esperar?

-Tiene dos objetivos. Por un lado, recoger el testigo de Ponferrada, donde se hicieron certámenes de este tipo. El salón llevará el nombre de Juan Manuel Redondo, por lo que la cita también servirá para rendirle un pequeño homenaje, algo que yo creo que todos, desde viticultores hasta bodegas, le debemos por todo lo que trabajó y peleó para que estos vinos hayan llegado hasta donde están.

-¿Es verdad que el cambio climático que está afectando al mundo del vino beneficia a Asturias?

-En España hay un problema de climatología porque hace demasiado calor tanto por el día como por la noche, cuando lo ideal para los vinos es que refresque al caer el sol. Como eso no pasa, salen vinos muy planos, a los que tienen que añadir tartárico para darles acidez. En los vinos atlánticos la acidez es natural. Los grandes elaboradores están buscando altitudes para refrescar un poco. Se prevé que la climatología irá a peor, por lo que a Asturias nos va a beneficiar no solo en cuanto al vino, sino en todo, empezando por el turismo.

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