Casa Vicente
Con el verdiazul de la ría por paisaje y dominio, el buen guiso, el cuidado trato y la atención al detalle explican cómo tras ochenta años y tres generaciones, se siga comiendo (y durmiendo) mejor que nunca
Casa Vicente nace en 1940. Lo abren Vicente, que es nombre con arraigo familiar, y Bernarda, los abuelos, tras no lograr irse a Argentina. La posguerra apenas comienza y sobrevivir exige genio e ingenio. Nace bar-tienda y, a pesar del difícil momento, gana preferencias a los dos lados de la ría que une, barcazas mediante, Asturias con Galicia. El cordero y los callos ejercen de especiales reclamos por el delicioso punto que Bernarda logra, y llegada la jubilación pasan el testigo a Vicente e Isabel, hijo y nuera. Ambos amplían espacios y servicios, dándole al mar mayor protagonismo. Así, junto con las especialidades arriba mencionadas de pasto y quinta, la cada vez más productiva ría, y las costeras mareantes, ganaron protagonismo: almejas a la marinera, mejillones en vapor o salsa, merluza a la romana, mariscos de las Rías Altas, pescados en frito y plancha o arroces de ola y roca.
Casa Vicente
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Propietarios, cocina y sala: Vicente Alonso Martínez, Vicente Millamil Martínez, Avelino Álvarez Quintana y María Fernández-Catuxo García
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Dirección: Carretera general s/n, - Castropol
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Teléfono: 985 63 50 51
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Cuando le llegó el turno a Vicente nieto, nacido y formado tras la barra y los espacios crecientes de la casa en compañía de Vicente Villamil y Aurelio, encargados que cuentan cuarenta años de dedicación ininterrumpida –la fidelidad y la calidad se nota en el amor y los negocios–, además de Marta, esposa del primero y abogada cautivada durante su tiempo libre por las responsabilidades hosteleras, y dejemos la digresión, cuando el último Vicente de la saga y su equipo tomaron plaza, aumentaron y remocicaron la herencia e hicieron del comedor mirador, que separa con mayor o menor profundidad según mareas la opuesta costa de Figueras, un ejemplo panorámico de elegancia, orden y calidez donde a gusto de estancia y a gusto de paladar coinciden.
De las ostras vecinas a los percebes de los cantiles comarcales, de los pescados seleccionados en desembarco inmediato al vacuno criado al aire de las suaves alturas interiores, del virrey al rodaballo, de las croquetas amariscadas e imaginativas a los cachopos según el más exigente método, o del pulpo con almejas a zarzuelas y calderetas, Casa Vicente no forma parte de los buenos restaurantes: lleva años entre los excepcionales sin apenas otra difusión de méritos que el boca a boca.
Salpicón de bogavante
Ingredientes para dos comensales:
1 bogavante como de kilo. 1 cebolla. 6 pimientos del piquillo. 2 huevos cocidos. Aceite de oliva extravirgen. Vinagre. Sal.
Elaboración:
1. Metemos el bogavante vivo en abundante agua fría salada (aproximadamente una cucharada de sal gruesa por litro) de forma que le cubra.
2. Llevamos el agua a ebullición y dejamos que hierva veinte minutos desde que rompa el hervor.
3. Mientras cuece, picamos la cebolla, el pimiento del piquillo y las claras y yemas de los huevos cocidos todo lo fino y diminuto que podamos.
4. Ya cocido y escurrido el bogavante, sobre una bandeja o encimera, y con un cuchillo grande, puntiagudo y afilado, separamos la cabeza del cuerpo, cortamos éste en rodajas, y aprovechamos toda la carne blanca de las patas y las pinzas.
5. Juntamos todo en un bol, lo mezclamos bien, y lo metemos en nevera para que enfríe.
6. Sólo a la hora de servir, para impedir que se macere y así conserve su mejor textura, emulsionamos el aceite y el vinagre en proporción y gusto antes de aliñar el picado y de concluir el salpicón: ¡a disfrutarlo!