Cinco propuestas dulces y saladas para disfrutar de las fresas

Las fresas suenan a nata y chocolate. A mermelada que baña una tarta o acompaña una tostada. A refrescante helado o rotundo batido. La imaginación, que tira de recuerdo, acostumbra a situarlas del lado de los dulces pero también en el universo salado encuentran acomodo.

En ensaladas, en platos de pasta, junto a los quesos… Su sabor ligeramente ácido y su textura carnosa las hacen ideales para equilibrar un gran a variedad de platos, especialmente en estos días. La fresa es una de las frutas de primavera por antonomasia y estos días se encuentran por doquier.

Sus propiedades son extensas aunque no tan populares como las de otros alimentos. ¿Sabías que un bol de fresas suma toda la vitamina C que médicos y nutricionistas aconsejan consumir en un día? Bastan 100 gramos para alcanzar el objetivo. Son, además diuréticas y apenas suman calorías ni hidratos de carbono al hincarles el diente.

A ello se suman la fibra y los aportes antioxidantes, de potasio, fósforo, magnesio y calcio. Es, pues, un alimento saludable que puede comerse a mordiscos, directamente de la caja -y previo paso por el agua para limpiarla aunque siempre secándolas después muy bien- o alegrarse en compañía de un zumo de naranja, un yogur o la clásica nata.

Puede ser un postre pero también un desayuno, parte sustancial del almuerzo, de la merienda o incluso de la cena. Bien podrías acompañar las cinco comidas diarias con ellas. El día puede comenzar, por ejemplo con unas tortitas de avena coronadas por trocitos de fresa y plátano. O con un muesli bañado por una rojísima compota.

A media mañana, un entrante saludable: tosta de aguacate, fresas y albahaca. Sencillo y sabroso a la espera de la comida en la que también pueden estar presentes acompañando una pasta al pesto, para un día ligero, o integradas en una salsa, como propone Karlos Arguiñano, que acompañe, por ejemplo, un solomillo ibérico o unos filetes de ternera asturiana.

Y llega la hora de merendar. Si el día te pide dulce, báñalas en una fondue de chocolate o disfruta de un batido rosado. Apuesta por este original sándwich, obra de Jose Andrés. Si sigues empeñado en mantener la línea y los buenos hábitos, acompáñala simplemente de un yogur griego. Un pecado menor es incluir polvo de galleta en la receta. Si en vez de trocearlas las conviertes en salsa, todo junto se transforma en un postre de aúpa.

Y así, casi sin darte cuenta, llega el tiempo de la cena. La propuesta es ligera, una ensalada con espinacas, rúcula o canónigos junto a los frutos secos, aceite de oliva, pepino, queso feta y ellas, las fresas, maduras y carnosas. Aún estás a tiempo de disfrutar de una mousse o de un helado. El milhojas de fresas y nata, que borda Balbona, puede aguardar a un día de fiesta.

• Temas
• Gastronomía
• Karlos Arguiñano