José Antonio García Menéndez Fundador de Arándanos La Peña, Premio BBVA a los mejores productos sostenibles
«Lo ecológico no puede ser una moda, es una necesidad social»Se reinventó de la crisis de la construcción produciendo arándanos, y ahora sus frutos estarán presentes en una receta de El Celler de Can Roca
JOSÉ M. REQUENA
Sábado, 16 de agosto 2025, 02:00
Asegura ser el paradigma de las consecuencias de la crisis del ladrillo. Topógrafo de formación, tras cerrar su pequeña empresa de construcción civil encontró la reinvención en los arándanos. José Antonio García Menéndez fundó entonces, en 2011, en Salas, Arándanos La Peña, que acaba de alzarse con uno de los galardones de la VI edición de los Premios BBVA a los Mejores Productores Sostenibles. El premio, además, no puede ser más ilusionante: formar parte de una receta del triestrellado Celler de Can Roca, dos veces elegido Mejor Restaurante del Mundo.
–¿Imaginaron alguna vez que sus arándanos podrían estar presentes en uno de los mejores restaurantes del mundo?
–No, no, ni en nuestros mejores sueños. Arrancamos en el sector del arándano con desconocimiento sobre cómo funcionaba este mundo, se vendía como una salida segura, que se podía vivir dignamente simplemente recolectando y entregando a una gran multinacional que operaba entonces en Asturias. Pero pronto vimos que no, y desde un principio fuimos conscientes de que teníamos que vender por nuestra cuenta, crear nuestra propia marca, con un centro de procesado, aunque fuera un esfuerzo económico muy grande. Poder estar ahora presentes en El Celler de Can Roca es un gran orgullo y la consecuencia de muchos años de trabajo.
–Y además, produciendo en ecológico. ¿Es un término que hoy en día se está pervirtiendo?
–Es algo que a los productores nos preocupa mucho. El término ecológico hay que usarlo en su justa medida, solo organismos certificados pueden darte permiso para hacerlo. Lo ecológico no puede ser una moda, es una necesidad social y medioambiental. No es un término sobreusado, sino que hay otras producciones, no certificadas, que quieren aprovecharse de esta tendencia hacia lo bio.
–Fueron también pioneros en desarrollar un 'packaging' 100% biodegradable.
–Ya en 2017 empezamos a ser conscientes de la huella que dejaba el plástico y que no tenía sentido envasar 125 gramos de arándanos en un envase todo de plástico. Buscamos alternativas y las encontramos en una empresa cartonera en Polonia, creando un envase de cartón, con una ventanilla hecha con un polímero de celulosa. Fuimos pioneros a nivel nacional; luego ya empezaron otras empresas a usarlo. Es un orgullo, y más siendo una pequeña empresa de Asturias.
–¿Qué tiene el arándano asturiano que lo hace diferente?
–Esencialmente, un sabor que aporta la propia tierra, que tiene una materia orgánica frecuentemente por encima del 12%. Por eso el arándano coge ese sabor, esa textura y dureza, apenas necesita riego y abono. Es verdad que se nota el cambio climático, porque el arándano necesita frío por el invierno y temperaturas templadas en verano, algo que Asturias tenía hasta hace unos años, aunque cada vez menos.
–En esta cultura de la inmediatez, casi sorprende ver productos con la temporada tan marcada.
–Sí, pero somos conscientes de que el público es soberano. Por suerte, en el sector ecológico la gente cada vez está más concienciada. La temporada del arándano en Asturias va de junio a noviembre. Si en marzo quiero comer arándanos ecológicos, tendrán que ser de Argentina, porque aquí no hay. Pero cuando hay de aquí, la gente apuesta por la cercanía, no tiene sentido comer un arándano cultivado a 5.000 km. de distancia.
–¿Tiene futuro el campo asturiano?
–Asturias es y seguirá siendo campo. Aunque es cierto que está muy vinculado a la ganadería. En hortalizas, Asturias ni siquiera produce para abastecer su mercado. En frutas, un poco más, con kiwi, arándano, algo de aguacate y por supuesto manzana. Pero el cambio climático, los problemas de encontrar mano de obra para la recolección y el procesado… hace que el futuro sea difícil.