De Doraemon a Carpanta, platos que saltan de la viñeta: las comidas más famosas de la ficción
La comida se dibuja, se exalta y se exagera en los cómics para convertir un simple plato en un icono inmediato
Escobar creó a Carpanta en 1947. En la España de posguerra, la tira cómica pronto se convirtió en un espejo humorístico de la realidad social del país. Su obsesión con el pollo asado, prácticamente imposible de conseguir, funcionaba tanto como chiste recurrente como denuncia velada del hambre de la época.
La comida es un lenguaje universal, capaz de definir personajes, crear momentos memorables y, en muchos casos, convertirse en símbolo cultural. Su presencia en la literatura o en el cine ha sido constante y profundamente significativa. De la magdalena de Proust a la sopa de Mafalda y desde las epopeyas clásicas hasta la narrativa contemporánea, los alimentos mutan en herramientas de caracterización y metáfora.
Los cómics refuerzan ese simbolismo. La comida se dibuja, se exalta y se exagera para convertir un simple plato en un icono inmediato. Desde el pollo asado imposible de Carpanta hasta el jabalí que Obélix devora sin pestañear, elevan ciertos platos a la categoría de mito.
Ocurre con las espinacas, que Popeye convirtió en símbolo de fuerza instantánea. Su popularidad fue tan enorme que influyó en el consumo real de la verdura en Estados Unidos, impulsándolo durante décadas. ¿Por qué el marino eligió este y no otro alimento?
Los banquetes al final de cada aventura son tradición en Astérix y Obélix. El jabalí asado con el que sueña el protagonista caído en la marmita es todo un icono. Sus autores ilustran con los opíparos festines parte de la identidad del pueblo galo, elevados a momentos de celebración y la exaltación de la comunidad.
La comida, en concreto la sopa, también jugaba un rol fundamental bajo la batuta de Quino, quien la convirtió en un símbolo del autoritarismo, la obediencia ciega y la rutina. El odio que dispensaba Mafalda al plato era la encarnación del rechazo a un mundo adulto que impone reglas sin dar explicaciones.
Los dorayakis, dos tortitas suaves unidas por un relleno de pasta dulce, son también absolutamente centrales en el universo de Doraemon, célebre manga de Fujiko F. Fujio. El postre que chifla al protagonista aparece constantemente como recurso humorístico, motivación o incluso pieza narrativa. Su glotonería lo hace entrañable, infantil y profundamente humano, a pesar de ser un robot del siglo XXII.
El plato conecta al lector con la tradición japonesa pero en el mundo occidental es casi imposible no asociarlos con el personaje con forma gatuna. Al igual que los cómics occidentales, los mangas dotan a la comida tiene un profundo simbolismo. Los platos caseros expresan afecto y comunidad, las competiciones gastronómicas se ilustran con épica intensidad…
La gastronomía entre viñetas es un 'gag' recurrente, un símbolo cultural y un elemento narrativo cercano que comunica desde la cotidiano aquello que en la literatura tradicional podría requerir párrafos enteros. Como la magdalena de Proust.