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Un tercio de los alimentos que se producen a nivel mundial se desperdician, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés). El porcentaje se traduce en 1.300 millones de toneladas de comida directa al vertedero. Casi nada. En España, cada familia tira a la basura cerca de 31 kilos de comida por persona al año.
En los hogares, lo habitual es que la comida acabe en la basura por falta de planificación y alternativas. Finiquitada la pitanza, cuando las viandas se revelan excesivas para el volumen de comensales y su apetito, los restos pueden convertirse en el 'core' de recetas que reinventan su sabor original.
Comer cocido de garbanzos seis días a la semana puede sonar aburrido. Si convertimos garbanzos en hummus, falafel o incluso hamburguesas veganas , la película cambia. La cocina de aprovechamiento, esa que practicaban las abuelas, es mucho más que una moda que vuelve o una excusa para adelgazar los gastos.
Es una filosofía que combina sentido común y responsabilidad. Una forma de cocinar y alimentarse conscientemente, fomentando la sostenibilidad. También puede ser divertido. Imaginar cómo transformar los alimentos despierta el ingenio, que afronta el desafío de jugar entre fogones para alcanzar con un mismo ingrediente un destino diverso.
Ya os hemos contado cómo transformar un pollo en alimento para toda una semana, qué hacer con los restos de un cocido o las mejores secuelas de una fabada. Ahora es el turno del arroz, ese que ha bullido largo tiempo en la olla y se acumula enclaustrado en tuppers en la nevera.
Típicas de Sicilia y, por extensión de Italia, esta suerte de croquetas de arroz protagoniza a menudo el 'anti pasto'. Convertidas en obertura, su forma redondeada y su color dorado le les confiere su nombre que significaría pequeñas naranjas. Las bolitas de arroz rellenas, empanadas y fritas se cocinaban tradicionalmente con risotto del día anterior, que se vuelve más compacto y fácil de moldear con el paso del tiempo. Incorporando simplemente un trocito de mozzarella, empanando y friendo, el placer está servido.
Esta es una sugerencia del televisivo Karlos Arguiñano, quien propone aprovechar los granos para elaborar una tortilla de arroz similar a la francesa e incorporando jamón y queso a la propuesta. La fórmula es sencillísima, basta batir los huevos e incorporar el arroz y el resto de ingredientes antes de cuajar la mezcla en la sartén.
Versión cálida y reconfortante para disfrutar los días de bata y hogar, un plato que no presume, pero nunca falla. El equivalente culinario de un abrazo. Disfrutarla puede convertirse en un viaje a la infancia y los remedios caseros tradicionales. La sopa de arroz, medicina popular para combatir un resfriado, puede hoy alegrar un domingo triste incorporando a los restos de arroz un caldo, de carne, de pollo, de verduras…y unas verduras picadas finamente.
Los 'pomodori ripieni di riso' son otra de las recetas de aprovechamiento típicas del país transalpino, un plato de verano que puede disfrutarse caliente o frío y que convierte en petróleo los restos que se acumulan en la nevera. La versión clásica se basta de los tomates, el arroz, la albahaca, el ajo y el aceite de oliva para traiunfar pero siempre se pueden incorporar ingredientes a la fiesta.
Elabora tu propio poke, ensalada hawaiana que ha conquistado el mundo a base de arroz hervido, pescado crudo marinado, por ejemplo el salmón y diferentes elementos vegetales y frutales frescos y encurtidos generalmente cortados en cubos: cebolla, aguacate, pepino, maíz, edamame, mango, piña, cherry, cilantro... La salsa, habitualmente con un punto cítrico, es fundamental; puede ser teriyaki, lima, vinagre de arroz…
Los moros y cristianos son un clásico absoluto del recetario caribeño, sobre todo cubano, y un ejemplo magistral de cocina de aprovechamiento cultural: arroz y frijoles, dos ingredientes humildes, juntos en un plato lleno de historia, identidad y sabor. Cocinado previamente el arroz, basta poner a remojo las alubias negras y guisarlas en la olla junto al ajo, la cebolla, el comino, el laurel o lo que haya a mano.
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