Restaurante La gitana
Subcampeones y finalistas en fabada, dos veces campeones en pote, recientes campeones en callos: su aire del sur rola a nordeste puro
Con su logotipo de lunares y feria sevillana y sus bailarinas flamencas del moderno interior, surgió con la idea de ofrecer platos sureños tipo cazón, tortitas de camarones, pescaito frito, puntillitas, ajoblanco, gazpacho y cosas así, no obstante lo asturiano, del pixín a los croquetones de chosco y vidiago, creciera en un compendio amplio y clásico. Pero quedan una vez segundos y otra finalistas en el campeonato de fabada, ganan dos campeonatos de pote consecutivos y hace menos de un mes sus callos obtienen medalla de oro, así que La Gitana, más que faralaes, viste refaxu, saya y dengue. Y es que, miren y asómbrense, fabes, pote y callos, la santísima trinidad de la gastronomía astur: la gaita suena por encima de la guitarra.
LA GITANA
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Dirección: calle Aguado, 27 - Gijón
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Teléfono: 984 846 820 y 644 322 144
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Propietarios, cocina y sala: Cristina Rey y Óscar del Barrio
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Otros encargados de cocina: Adrián Casado y Marian Bogda
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De sala: Indi Peroza y Pilar Lario
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Apertura: 2012
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Descanso: ningún día
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Menú laborables: 14 euros
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Menú finde: 19,50 euros
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Bodega: adecuada
Cristina y Óscar tienen la culpa. En el mejor de los sentidos. Hace once años, cuando abrió, nos pareció otro nuevo local de La Arena, barrio donde guisan asturianos, mejicanos, italianos, indios, japoneses, rumanos, incluso bretones y gallegos. Ocurrió que esta gijonesa y este leonés gustaban de lo meridional, y ella, licenciada y ejerciente en relaciones labores, se dejó convencer por él, propietario de la cercana cervecería El Rey, y dejó la gestión de despachos por la de cocina. Entonces, aplicando saberes heredados y asimilados llegaron, sin publicidades ni socialités, los clientes de ocupación y espera, el boca a boca, y -por si sonaba la flauta- los concursos. No sonó la flauta, sonó la trompeta.
¿Cómo es su pote? ¿Y sus callos? ¿Y su fabada? La respuesta resulta obvia: óptimos. Así lo han determinado jurados compuestos por profesionales de la restauración -bien del guiso, bien del comentario-, y así lo hemos determinado en reunión a mesa previamente reservada, tengan la cautela, un grupo de amigos. Óptimo no significa que nos transporten a dimensiones nuevas o provoquen lágrimas de emoción, todo lo contrario, significa que los sirven poniendo alma, vida y corazón: naturales, ricos, sustanciosos, intensos en el gusto, perdurables en el regusto, acompangados con lo mejor del gochu, contundentes y sin embargo suaves, igual de perfectos que los de una contada minoría de establecimientos asturianos, casi tan perfectos como los inolvidables de la güela, superiores a los de la inmensa mayoría.
Cierto, los premios pueden volverse pronto sepia o borrosos, pero aquí permanecen frescos. A Cristina la fama no le hace dormirse, por el contrario le activa, le exige, le exhorta, y en consecuencia, vigila con firmeza, día tras día, hervor tras hervor, la estabilidad de sus logros.
Rabo de toro
Ingredientes
2 kilos de rabo. 1 cebolla grande o 2 medianas, 1 o 2 zanahorias según tamaño, 1 pimiento rojo, 2 dientes de ajo, 1 chorro de vino tinto, 1 chorro de brandy, 1 hoja de laurel, pimienta negra, sal, aceite de oliva extravirgen.
Elaboración
1. Cortados en trozos por las articulaciones, salpimentamos el rabo.
2. Seguidamente le mojamos bien en todo su entorno con brandy.
3. Dejamos que repose no menos de doce horas.
4. Para comenzar su guiso, en una olla ancha con un dedo de aceite de oliva bien caliente, vamos sellando los trozos por toda su superficie.
5. Según sellen y doren, los colocamos en otro recipiente.
6. En el aceite donde sellamos y doramos los trozos de rabo, echamos, picadas sin demasiada exactitud pues serán trituradas, todas las verduras.
7. Las sofreímos suavemente, y ya tiernas, les incorporamos el rabo.
8. Movemos y salteamos.
9. Cubrimos apenas el guiso, mitad con agua, mitad con vino tinto.
10. Dejamos que, tras arrancar el hervor, todo cueza suavemente entre tres y cuatro horas, es decir, hasta comprobar su ternura y ver que la carne se despega del hueso.
11. Entonces sacamos el rabo y dejamos aún un rato la salsa para que reduzca.
12. Finalmente trituramos la salsa, rectificamos de sal, introducimos el rabo y... ¡a la mesa!