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José y Carlos Gallego, en el comedor de su restaurante, que tiene unas maravillosas vistas. JOSÉ SIMAL
TORAZO (CABRANES)

Restaurante Los Llaureles

Los Llaureles sorprenden la primera vez; las otras, porque se vuelve, aseguran menús panorámicos que exaltan los cinco sentidos

Jueves, 2 de junio 2022, 10:17

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Está la casi caleya en umbría de arbolado. Y también la casona dominando valles hasta los picachos alineados de la Sierra de Las Aves. «Todo esto te daré si postrado de hinojos me adoras», susurraba el diablo a Cristo. Para dudar.

Desde la terraza el panorama se supera a sí mismo, rizo de rizo, ante un vermú con unos dátiles rellenos de queso de cabra bajo costra de azúcar moreno: el paladar libera una intensa fugacidad dulce y agria, cremosa y crujiente, que tratamos perdure. Como Guillén sentimos la integridad del planeta.

LOS LLAURELES

  • Dirección: Camino de Miyangues, 2, Torazo (Cabranes)

  • Teléfono: 629 76 90 59

  • Cocina: Carlos Gallego Martínez

  • Sala: José Antonio Gallego Martínez y Carlos Miguel Bacallao

  • Apertura: 2010

  • Menú degustación (bodega aparte): 50 euros

  • Descanso: ningún día

Ya en comedor y mesa, José Antonio y Carlos Soto, prenden sortilegios con una estimulante sobrasada de gamba roja y langostino marinado en vinagre de arroz, miel de algas, sopa satún, paté de salmonete y germinados de guisante: cuchara, concha y cazuela ordenan y asocian almas y sabores cantábricos y cochinchinos. Paladeamos osadía y delicadeza, complejidad y claridad; hay muchas pinceladas pero el tono resultante se afirma brillante y uniforme.

Seguidamente nos sirven flan de pollo al ajillo con rodaballo, gel de oricios, láminas de ocra y huevas de pez volador; el tazón presenta una superficie cremosa, estrellada, simétrica, y la intensa mezcla entre caleya y roca converge y convence.

Y llegan callos en cazuelina, pero naturalmente callos que El Lloreu convierte en néctar expresionista: migas de callos cocinados con soja y miel, bajo parmentier, yema de huevo de corral y pan de centeno. Y tras los callos, una sopa miso que esconde setas laminadas y exhibe una cubierta de afuega'l pitu, si bien la castaña complementaria, o protagonista, esencial en todo caso, guarda un corazón de fuá y una persistente melodía lírica.

Sin prisa, y con las pausas necesarias para lavar el paladar y euforizar aún más el ánimo (el glorioso bullas del noroeste murciano colabora) la faba blanca con mantequilla de avellana sobre besamel de jamón surge entre tacos de panceta planchada y langostino cocinado en la propia grasa ibérica, osadía perfectamente resuelta que aquí, la osadía y la perfecta resolución emparejan. Véase, sino, la anguila guisada en crema de lenteja con tacos de vieiras, o los gim sum de manitas de cerdo, o los baos de carrillada de ternera y compota de manzana, cuyas presentaciones en vaporeras o kamados (horno de mesa al carbón ) añaden toque orquestal. Y luego los postres, y los cafés, y el licor, y el jardín, y el chef, Carlos Gallego, que pasó de Sergi Arola a sus propias direcciones en Katar, y de los reactores privados a las madreñas para que el hotel desu hermano José Antonio, ingeniero aeronáutico reconvertido en hotelero rural, y de Carlos Soto, pintor cubano de realismo hermético, completaran los profundos significados de su sitio en el mundo.

Un sitio que produce devociones y origina peregrinaciones.

Merluza y terruño

Para cuatro comensales

2 cebollas. 250 gr de mantequilla. ½ l. de caldo de carne. 3 patatas. 500 gr. de nata. 6 dientes de ajo. 1 ramín de perejil. ½ l. de aceite de girasol. 400 gr. (por pieza) de merluza de volanta. 1 ramillete de hinojo en brote. 100 gr. de alga codium.

Elaboración

1. Preparamos un aceite de hinojo infusionando los brotes con aceite de girasol 4 horas a 60º. Luego trituramos, colamos y reservamos.2. También una parmentier de patata, guisándola a la brasa sobre parrilla poco a poco, que se rusta la piel y cueza por dentro, para de seguido, en un cazo, emulsionarla con nata y mantequilla, piel incluida, hasta conseguir una masa esponjosa.

3. Reservada la parmentier, en las mismas ascuas picamos y rustimos lento una cebolla con mantequilla hasta que tome color tostado oscuro; entonces añadimos caldo de carne y dejamos que reduzca hasta verla cremosa.

4. La merluza, limpia, desespinada y en una sartén sin que pase de 65º, con ajo y perejil picado, la confitamos durante tres minutos hasta que quede jugosa y se saquen las lascas.

Emplatado: De base cebolla tostada y luego la parmentier. Alrededor ponemos aceite de hinojo. Escurrida, ponemos la merluza sobre la patata.

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