Putin coloca a su novia
El presidente ruso sitúa a la excampeona olímpica Alina Kabáyeva al frente de un imperio mediático afín al régimen
Rafael M. Mañueco
Jueves, 18 de septiembre 2014, 08:48
Por más que el Kremlin continúa negando que el presidente Vladímir Putin, de 61 años, mantenga una relación sentimental con la bella excampeona olímpica de gimnasia rítmica, Alina Kabáyeva, parece evidente que algo importante hay entre los dos. Desde que se los vio juntos por primera vez en 2005, no han cesado los rumores sobre sus supuestos amoríos e incluso se especula que pudieron casarse en secreto y que tienen un hijo. Putin promovió primero a Kabáyeva, que tiene 31 años, al puesto de diputada de la formación oficialista Rusia Unida, poco después de conocerla, y ahora ha decidido nombrarla presidenta del consejo de administración del Grupo Mediático Nacional (NMG), un relevante consorcio que engloba cabeceras históricas como Izvestia o influyentes canales de televisión como REN-TV.
La noticia de la designación de Kabáyeva la ha difundido Oksana Razumova, portavoz del holding. Según anunció ayer, «Alina ha aceptado asumir la presidencia del consejo de administración» de NMG, en donde ella dirigía ya el comité de supervisión desde hace seis años. El lunes, la deportista renunció a su acta de diputada para poder dedicarse a su nueva actividad. El gigante ruso NMG, que incluye también el canal 5 de televisión, el rotativo Tvói Dien y la emisora Rúskaya Sluzhba Novostéi, fue fundado en 2008 por el empresario Yuri Kovalchuk, estrechamente vinculado a Putin. Kovalchuk, que preside también el Bank Rossía, está en la lista de sancionados por la anexión rusa de Crimea. Tiene todas sus cuentas congeladas en los bancos occidentales y no puede viajar a Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia ni a ninguno de los 28 países de la Unión Europea. Su entidad financiera también está siendo objeto de sanciones y no puede efectuar transferencias. Las tarjetas VISA de sus clientes no permiten realizar transacciones desde marzo.
Un hombre «libre»
El pasado mes de abril, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo que, tras diez meses de tramitación del divorcio con su ex mujer Ludmila, Putin era ya «un hombre libre». En la biografía del jefe del Estado que figura en la página web de la Presidencia desapareció la mención a su antiguo matrimonio.
Resulta que, el 6 de junio de 2013, Putin y Ludmila, que tiene ahora 56 años, dieron a conocer al país que habían acordado poner fin a su relación. Lo hicieron en medio de un auténtico mar de murmuraciones sobre si habían dejado de vivir juntos, sobre si ella se había recluido en un convento o sobre si la causa del enfriamiento entre ellos era o no Kabáyeva.
La forma de hacer pública la noticia de la separación fue especialmente singular: la pareja asistió a la función del ballet Esmeralda en el Palacio de Congresos del Kremlin y, durante el descanso, en un apartado del teatro y sin más presencia que los miembros de un equipo del canal de televisión ruso Rossía-24, dijeron que habían decidido disolver «civilizadamente» su unión matrimonial. Admitieron que no se veían casi nunca, que Putin se dedica en exclusiva a su trabajo y que ella no soportaba las obligaciones de primera dama, como asistir a actos públicos o tener que acompañar a su marido en viajes oficiales. Llevaban casados 30 años.
Después de aquella confesión, en septiembre del año pasado, algunos medios de comunicación rusos aseguraron que el primer mandatario se había casado con Kabáyeva en el monasterio de Iversk, en Valdái (región de Nóvgorod). El portavoz del Kremlin lo desmintió de inmediato y afirmó que la vida de Putin «quizá lamentablemente, no está atada de manera alguna a ningún tipo de vínculo sentimental. Su vida está ligada solo a sus obligaciones, a las responsabilidades que asume como jefe de Estado». En su última participación en el tradicional baño de masas televisivo que organiza todos los años, el presidente ruso dijo que «nadie puede inmiscuirse en el área privada de los demás. Siempre tuve un sentimiento negativo hacia aquellos que, con su sucia nariz y sus fantasmas eróticos, se entrometen en las vidas ajenas», dijo. Durante el mismo programa, Putin fue preguntado sobre si el país tendría pronto una nueva primera dama. Respondió que «antes encontrémosle novio a mi exesposa y después ya hablaremos de mí».