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N. V.
Domingo, 14 de julio 2024, 11:38
Todo parecía ir sobre ruedas en la cuarta edición del evento de boxeo del 'streamer' vasco Ibai Llanos. 'La Velada del Año' dejó este sábado una noche inolvidable llena de grandes momentos pugilísticos: la ubicación excepcional, un Santiago Bernabéu deslumbrante; puntos de emoción en cada uno de los combates; récord absoluto de audiencia de la plataforma Twitch —media de 2,89 millones de dispositivos—; grandes artistas como David Bisbal o Will Smith sobre el escenario... Un derroche de espectáculo en cada esquina del estadio y del ring. Hasta que llegó lo que sería el broche de oro que redondearía un evento espectacular. Pero lejos de eso, la impuntualidad de hasta una hora y media del cantante puertorriqueño Anuel AA provocó una avalancha de abucheos y pitadas.
El 'streamer' bilbaíno, visiblemente incómodo con la situación, trató de amenizar la espera hasta la llegada del puertorriqueño. No fue el único contratiempo: Nicky Jam no acudió al final. Los dos cabezas de cartel no aparecían. El tenso momento no paraba de hacerse aún más grande. El rapero puertorriqueño Anuel AA debía llegar a las 22.30 al recinto, pero no lo hizo hasta las 23:45. El retraso de una hora y media puso de los nervios a Ibai Llanos: «Yo ya no sé qué hacer», repetía durante la retransmisión. «Estaba saliendo y se ha metido para dentro, esto es de coña», criticaba mientras su equipo le decía que estaban intentando convencer al cantante para que saliera a actuar. «Me estoy volviendo loco», gritaba Llanos.
Finalmente, el puertorriqueño salió al escenario ante los abucheos del público, que cada vez era más reducido. Incluso repercutió en los usuarios conectados en Twitch, que disminuyeron a unos dos millones. Luego, la gota que colmó el vaso fue un fallo de sonido que reveló un 'autotune' desmesurado y un gallo del cantante. Llegó tarde, sin preparación, sin voz y con una actuación que apenas duró tres canciones. El público no perdonó y pidió que se marchara del estadio. Y así fue: Anuel salió como entró, silbado e insultado por un público que esperaba un broche de oro a una noche mágica, pero que dejó un poso amargo.
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