Kiko Rivera

Francisco Rivera Pantoja, otrora Paquirrín y hoy, chico serio, Kiko (apelativo tornasolado en nombre oficial con pátina de seriedad), es 'hijo de' por doble partida. No me piensen mal. Hijo de insigne torero de raza y de cuna e hijo de viuda de España. Sí, viuda del torero de regia cuna muerto en plaza de Pozoblanco un día en que en España el quejío se escuchó hasta en Gibraltar.

De oficio, 'entretenedor de masas, propietario de cajas registradoras y lince negociador de exclusivas'.

En su infancia vestía chorreras y cantaba a capela con la madre-viudadeespaña (aunque cada vez menos) aquello de 'Mi pequeño del alma'. Entonces era Paquirrín y el chiquillo fue creciendo a la sombra de su madre (sombra a la que la madre le cogió gusto y se tiró una temporadita cantando en patio cuatro esquinas por bulerías). Probó internados, probó paredes a cabezazos, hizo amigos y sobre todo amigas, muchas amigas con las que aquello de rascarse y soplar donde escocía era estrella del prime time.

Ahora parece que ha madurado, pero vive instalado en esa angustia que le come vivo. Anda de nones con la mamma, sí, con la Panto. El pequeño del alma abrió una puerta y salió el monstruo. Allí estaban trajes del regio torero, pertenencias que la del cuerpecito escurridizo había declarado robadas...

Pandora en estado puro y la guerra pantojil dejó al nivel de las alcantarillas la batalla del Ebro. Bandos, dos. En uno, ella, Isabel, la excachuli, la viudadeespaña, y en otro, su pequeño del alma. Espectadores, todos, y más familia, que jalean, según de el siroco, a uno u otro.

Kiko espera que le aparezca un camino delante con purpurina amarilla mientras luce sus outfits frescos y abrigados, lujazos de mercadillo. Anuncia demandas, depresiones, adicciones y temazos veraniegos. Envidiaca de Georgie Dann.

En cualquier momento, pum, la idea del siglo. Cantora vuelve al redil y tito Agustín por fín salta el muro. Se llama AUDIENCIA. Yatúsabeh.