La Ería del Piles alarga su deterioro

Para muchos gijoneses la Ería del Piles no tiene arreglo. Forma parte de la herencia más endemoniada del urbanismo gijonés. Todos los proyectos de inversión privada que se han planteado desde comienzos de este siglo para ese borde del frente marítimo, aún sin urbanizar, han fracasado. Y además de forma estrepitosa. Primero fue el intento de desarrollar allí un centro de talasoterapia y un hotel y más recientemente la propuesta para construir un gran complejo comercial y de ocio que ha acabado llevando a su empresa promotora a la quiebra y disolución.

Desde el Ayuntamiento de Gijón se remarca que esas parcelas, junto con las anexas que llegan hasta el Sanatorio Marítimo, conforman el espacio con mayor atractivo turístico que le queda por desarrollar a la ciudad. Sin embargo la realidad es que los continuos problemas que la iniciativa privada ha ido topándose para invertir en esa a priori privilegiada zona no han hecho más que contribuir a su degradación urbana.

Las parcelas adquiridas en su momento por Astur Promotora y que ahora están en manos fundamentalmente del Banco Sabadell y la Sareb ('banco malo'), como acreedores principales, son la viva imagen del abandono. Entre sus lindes crece de forma descontrolada la maleza y proliferan vertederos de basura donde las ratas han encontrado su asentamiento. Y además al lado de la playa. Solo hace falta asomarse a la finca donde en la década de los noventa del pasado siglo el exjugador del Sporting y del Valencia Giner montó su recordado recinto para jugar al 'cuadrín', convertido en una escombrera donde la gente arroja hasta sillones.

Si el paisaje de la Ería del Piles está dominado por la falta de mantenimiento que acrecienta su deterioro, capítulo aparte merece el paisanaje de la zona , que es de lo más pintoresco. Por un lado están los propietarios de los tres chalés que desde ha ce más de una década pleitean, por uno u otro motivo, y que conforman una especie de irreductible aldea gala en ese entorno al rechazar de forma sistemática cuanto consideran que amenaza su tranquilidad y calidad de vida. En dos de esas viviendas unifamiliares viven la madre de Julio Quirós, el combativo portavoz de los vecinos, y los herederos de la fallecida Marina Blanco. En cambio, en el chalet de Gustavo Blanco está abierta una escuela de surf de nombre Olas que prepara allí barbacoas para sus alumnos y les dan opción de alojamiento.

Estos propietarios minoritarios dentro del ámbito de la Ería conviven a diario con los okupas que moran en dos chalés abandonados, conocidos como el de la viuda de Mosquera y la casa de Margarita. También tienen su parcela en esa zona familias de precaristas que cultivan huertos de uso comunitario desde hace 70 años. Nadie es propietario pero los cultivos se transfieren de padres a hijos.

La sorprendente propuesta del Ayuntamiento para rescatar con dinero público ese abandonado espacio de la fachada marítima parece un intento de revulsivo para sacarlo del marasmo y de la degradación actual.