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Aquellas pescaderas, la antigua rula de Gijón, personajes pintorescos de Cimavilla o marineros. Todos ellos son protagonistas en los trece relatos que hace veinticinco años ... José Manuel Álvarez Mayo agrupó en su libro 'Cuentos de Salitre'. Todos con un punto en común: la mar. Con motivo de las bodas de plata de esta obra, el escritor realizará un coloquio el viernes 29 en el Antiguo Instituto. Estará dirigido por Janel Cuesta, colaborador de EL COMERCIO.
Aunque Mayo no es escritor de profesión, siempre sintió gran afinidad por la literatura. También por la pesca deportiva, de la que es un gran aficionado.
Por eso, a pesar de que colaborado tanto en revistas como en la creación de una guía de este deporte, los trece relatos que reúne este libro de 1999 surgen «de casualidad». Siendo esta su única obra de ficción publicada.
Pero a veces la realidad y la ficción navegan por una fina línea. Por eso, Mayo recuerda una anécdota «muy curiosa» que le sucedió con uno de sus cuentos titulado 'Bandido'. En él, el protagonista es un perro que pasea por la antigua rula. Aunque todo fue fruto de su imaginación, cuenta que cuando presentó el libro hace 25 años, «unas mujer de Cimavilla me aseguró que hubo un perro que existió realmente».
Aunque hay algunos que se desarrollan en Luarca o Lastres, más de la mitad están vinculados a Gijón. «Yo soy de aquí y desde mi infancia ya he estado muy vinculado a la mar», explica el autor. Recuerda los veranos junto a sus padre, trabajador en El Musel y cómo cuando este terminaba la jornada, Mayo y él cruzaban el túnel de Aboño a pie e iban a pescar. «En tan solo un momento cogíamos unas cuantas lubinas pequeñas. Ahora mismo esto es imposible», lamenta. «La industria se metió en medio y no hay vuelta atrás».
Desde que se publicó este libro, Mayo ha visto cómo ha cambiado toda la actividad relacionada con el mar. «Este libro es una vuelta al pasado», dice. «Cuando era chico siempre pasaba por la antigua rula a ver el ambiente, las subastas, el pescao...Eran tiempos más entrañables». Señala que cuando cerró «lo sentí mucho» aunque, añade, «el progreso elimina muchas cosas». También ha visto desaparecer pedreros donde pescaba, como el situado en El Arbeyal o los que había por El Musel. «Hubiera sido más cuidadoso con ello, porque las cosas del medioambiente que se destruyen no tienen marcha atrás», dice.
Como aficionado a la pesca deportiva, también ha visto un gran cambio dentro de esta. Ahora mismo, «apenas hay que pescar». Algo que nota, sobre todo, desde 2005. Desde ese año «ha bajado en barrena». Cree que el motivo principal se debe a que «no se hace nada por evitar la proliferación de los depredadores». Temas que Mayo trataría si escribiera otro libro de relatos.
Pero, ¿cómo ve la evolución de lo vinculado con el mar y los ríos dentro de 25 años? Para Mayo, el cambio «no va a ser tan significativo como en estos veinticinco».
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