Crimen de Gijón | El asesino de Lorena abandonó su escondite por una cerveza
José Manuel Sánchez rompió su encierro para acudir al bar de la esquina. Al volver a casa fue detenido
P. SUÁREZ
GIJÓN.
Viernes, 7 de febrero 2020, 01:06
«Entró cuando no había nadie y me preguntó si molestaba. Le dije que no y me pidió una cerveza. Intentaba no enseñar la cara. Estaba como descolocado». En ningún momento se imaginó Flor Fuertes, la dueña del bar Castañón, que quien había entrado en su local era el asesino de Lorena Dacuña. «No lo reconocí. Iba con una abrigo beige y tenía un aspecto sucio», explicaba ayer, todavía desconcertada tras conocer la identidad de su cliente, quien fue detenido tras volver a su casa. «Estuvo como veinte minutos en el bar. Luego pagó y se fue», recuerda Fuertes.
Precisamente, esa visita al pequeño bar de la calle San Luis fue la única salida a la calle que realizó José Manuel Sánchez Merino desde que acuchillase a Lorena Dacuña en la madrugada del domingo. Cansado de su encierro en la habitación que había alquilado en esa misma calle, y donde aseguró que esperaba a ser detenido, el camarero no pudo resistir la tentación de tomar una cerveza. Mientras apuraba la consumición, la Policía ya había localizado su casa, donde esperó su vuelta para detenerlo.
Pese a que se trataba de la primera salida que realizaba tras el crimen, José Manuel Sánchez Merino era muy conocido en los bares del barrio. «Vino el jueves, el viernes y el sábado. Era un habitual desde que inauguramos. Nos decía que estaba muy unido a la hostelería e incluso me dejó una tarjeta con su nombre», cuenta la dueña del 111, uno de los locales, donde el autor confeso del crimen solía acudir a beber cerveza. «Siempre pedía cerveza», dice.
El sábado, horas antes de asesinar a su expareja, fue el último día que vieron al camarero. «Estuvimos hablando del corte del jamón. Nosotros habíamos traído a un cortador el día de la inauguración y se interesó por eso», recuerda la dueña del bar.
Los agentes, convencidos
Su sorpresa fue mayúscula cuando el domingo la Policía entró en el bar y le enseñaron la foto del asesino. «Nos quedamos en shock. Ellos estaban convencidos de que tenía que andar por esta zona», asegura la propietaria, quien ayer conjeturaba con lo que podía haber pasado. «Llegamos a estar solas con él la camarera y yo. Imagínate. Luego al pensarlo nos daba hasta miedo», explicaba, impactada tras conocer que José Manuel Sánchez se escondía a apenas diez metros de la puerta de su local.
Su bar no fue el único en el que los agentes de la Policía buscaron pistas sobre el paradero del entonces principal sospechoso. Vestidos de paisano, numerosos efectivos dedicaron horas y horas para obtener un mínimo testimonio que pudiera acercarles al domicilio de José Manuel Sánchez. Finalmente, ese férreo control de la zona dio sus frutos en el número 21 de la calle San Luis. Ayer, el barrio respiraba entre tranquilo tras la detención e impactado por la noticia.
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