Un Ateneo sin Avelino

«No me dieron nada. ¿Lo puedes creer? Espero que, por lo menos, me inviten a un vasu». Avelino Alonso no lloró ayer. Pero no podía ocultar la emoción. Ni las ganas de broma para no dejarse vencer por ella. El Ateneo de La Calzada, el suyo, el centro municipal al que llegó como director en 1991, se volcó en su despedida. Durante todo el fin de semana, el salón de actos se convirtió en escenario de música, baile y poesía. Con glosa a su figura incluida.

Con Begoña a su lado, Avelino logró enhebrar un pequeño discurso en el que dijo, sobre todo, que «cuando llegué me encontré con un Ateneo que era de los vecinos. Me marcho hoy y sigue siendo igual, de ellos». La prejubilación le ha 'liberado' de la obligación de acudir al Ateneo al que, no obstante, seguirá acudiendo por placer. Lo que no hará, como dejó claro en una entrevista a EL COMERCIO, es ser 'corredor de bolsa en el Carrefour'. De correr, lo hará por el Camino de Santiago.