Chequeo, uno a uno, a los 1.500 árboles de Isabel la Católica

La edad, la altura y su ubicación son los puntos fundamentales a la hora de analizar la salud de un árbol urbano, los que suponen un mayor peligro por si pueden desplomarse sobre algún viandante. Los técnicos de Parques y Jardines están analizando los 1.500 ejemplares del parque de Isabel la Católica. Todos han sido inspeccionados visualmente en un primer momento. Ahora se centran en chopos y castaños de indias, que fueron plantados entre 1946 y 1947. Se usan un tomógrafo y un resistógrafo para conocer su estado de conservación. Al mando de estos trabajos está Sergio Rodríguez, especialista en arboricultura del Consistorio.

Los análisis de los ejemplares se realizan en su parte más baja, ya que «si hay una fractura del tronco como mucho se produce a un metro o metro y medio. Es el punto de mayor esfuerzo de apalancamiento». Con las mediciones que hacen con estos instrumentos especializados ya saben qué se puede hacer con el ejemplar afectado, como puede ser reducirle la copa para quitarle esfuerzos ante el viento, u otras que llegan hasta la más drástica: la tala del árbol. En Isabel la Católica también se hacen catas en el suelo, pues el parque se levanta sobre una marisma y a pocos metros ya aparece el agua de la mar, con lo que las raíces tienen poco anclaje para sujetar al árbol.

Estos trabajos son fundamentales para garantizar la seguridad de los ciudadanos. «Nos guiamos por criterios técnicos y científicos», explica el concejal Rodrigo Pintueles. «Nunca se tala un árbol si no hay un defecto estructural», explica. Pintueles no comprende las críticas que recibe su servicio cuando es necesario talar un árbol. «Si se cae, como cayó el de la plaza de San Miguel, entonces nos dicen que nos faltó previsión. Queremos que la gente entienda lo que hacemos».

En los próximos meses, avanzó, se plantarán muchos árboles. Tras cinco años sin partida presupuestaria para reponer ejemplares, aquellos que caían se perdían. Este año ya se han invertido 135.000 euros y para 2025 están previstos otros 190.000. Solo en el Muro repondrán 27 tamarindos. Alejandro Navazas, director general de Medio Ambiente, apunta que en los análisis priorizan los que tienen más años, los de mayor altura y «los cercanos a los caminos transitados o que lindan con el Kilometrín. Son los que más riesgo nos pueden causar». Según recuerda, «el riesgo cero no existe».