El deporte, la «píldora» que puede reducir la agresividad del cáncer de mama y evitar su crecimiento
Montserrat Pérez, enfermera gijonesa y paciente, señala de los beneficios de combinar ejercicio aeróbico y de fuerza
La gijonesa Montserrat Pérez, enfermera con más de dos décadas de experiencia y también paciente, superó un cáncer de mama que le fue diagnosticado a finales de 2022. Intervenida quirúrgicamente, se sometió a quimioterapia y radioterapia. Y en todo ese proceso, el deporte fue un puntal para su recuperación. Pérez intervino esta mañana en la última de las tres mesasde la Jornada de Actualización en Cáncer de Mama que se llevó a cabo en el Hospital Universitario de Cabueñes y habló precisamente de eso, del impacto que, sobre la enfermedad, tiene el ejercicio físico, «esa píldora» que las pacientes «no se esperan», como señalaba el jefe de Oncología Médica de Cabueñes, Ignacio Peláez.
Fue a raíz del diagnóstico cuando Montserrat Pérez empezó a investigar y se familiarizó con los factores epigenéticos relacionados con el cáncer. Entre ellos, el deporte. Porque con un programa de ejercicio físico específico para cada paciente –«en unas condiciones concretas afines a su metabolismo»– está comprobado científicamente que se puede alterar el metabolismo del tumor, consiguiendo que éste no avance más o que se reduzca su agresividad. El deporte también ayuda a que los tratamientos de quimioterapia y radioterapia se infiltren mejor en la zona del tumor. «Hay estudios que demuestran que la quimio combinada co el ejercicio es más potente que la quimio sola», explicó la enfermera. Y ayuda además a hacer frente a los efectos secundarios de la enfermedad.
Incorporar el ejercicio físico como parte del tratamiento es fundamental «desde el minuto cero». Actividad física que debe incluir tanto ejercicios aeróbicos como de fuerza, ejercicio interválico de alta intensidad y ejercicio interválico de corta intensidad. En su caso, tras la intervención a la que fue sometida enenero de 2023, «salí con una movilidad en el brazo del 60 al 70%» y «a las dos semanas estaba realizando ejercicios de fuerza adaptados a la situación que tenía en ese momento».
El deporte también juega un papel preventivo, recordó. La Organización Mundial de la Salud recomienda de 150 a 300 minutos de ejercicio aeróbico a la semana. «Aunque ya no tengo un tumor activo sigo implementando el ejercicio como si fuera un modo de tratamiento. Al final, es una polipíldora que crea exercinas que llegan a todo el organismo y tienen propiedades antitumorales y antiinflamatorias. Es un beneficio general para todo el organismo», aconsejó Montserrat Pérez.
