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Espectaculares Fuegos en Gijón
Miles de personas aplauden «los mejores Fuegos de Begoña en años»
Eugenia García / óscar Pandiello
Gijón
Martes, 14 de agosto 2018
Medianoche. En punto. La ciudad está a oscuras. Desde las cercanías del 'Elogio del Horizonte' se alzan potentes volcanes de luz blanca que cruzan el firmamento con detonaciones aéreas y ascienden 92 metros, para después volver a surcar la noche en el sentido contrario. Fueron el primer aviso. Riadas de gente miraba al cielo y el brillo de la pirotecnia se reflejaba en los ojos. Comenzaba el espectáculo, al que el público se rindió desde el primer instante, con aplausos prácticamente ininterrumpidos en la 'Escalerona' y que aunque tardaron más en llegar en Poniente también acabaron ovacionando al que muchos definieron como «los mejores Fuegos en años». Un espectáculo marcado por el color y la originalidad y dedicado a los tres centenarios de Covadonga.
Los pronósticos para esta madrugada eran favorables. En la Escalerona, en primera línea de la marea –baja– de San Lorenzo, en el Muelle, en Poniente, en La Providencia y en todos los rincones con vistas al Cantábrico, cientos de miles de ojos atendían expectantes al primer trueno que rompió el escenario infinito. La previsión acertó. La noche estaba despejada, la brisa era la justa para 'limpiar' el cielo entre tirada y tirada. «Se han visto como pocas veces», decían los espectadores. Tras los volcanes, desde cinco puntos diferentes del cerro instalados a lo largo de más de cuatrocientos metros, surgían formas y colores que lograban una ocupación lumínica total.
Los 1.620 segundos de estruendo y luz, o lo que es lo mismo, 27 minutos de fuegos artificiales ideados por la empresa pirotécnica valenciana Ricardo Caballer, S. A. para su estreno en Gijón conjugaban una coreografía «rotunda, integral e 'in crescendo'». El lunes instalaron sus morteros en las cercanías del 'Elogio' de Chillida y ayer convirtieron 1.600 kilos de pólvora en 4.917 disparos combinados en más de cincuenta efectos pensados solo para los espectadores que por una noche multiplicaban la población de la villa de Jovellanos doblando sus cuellos hacia arriba, ya que algunos fuegos alcanzaron los 157 metros de altura.
Pura magia pirotécnica hizo que el estallido de lentejuelas blancas siguiera marcando, rítmicamente, el final de la noche del 14 y el comienzo del Día Grande. La escena quedaba abierta para una peculiar danza de estrellas que giraron a gran altura provocando los primeros «¡ahhhs!» de admiración entre los espectadores, veteranos y debutantes, boquiabiertos por igual. Las estrellas se deshicieron en la oscuridad para dar paso a las figuras geométricas. Casi sin tiempo para recomponerse llegó un quinto conjunto de 'carcasas' de repetición seguido de una de las joyas de la corona de la empresa valenciana: carcasas aéreas de exhibición. Entonces, la cruz blanca cruzó el efecto pirotécnico multicolor, anticipando la llegada de algo importante.
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Durante una milésima de segundo, casi se escuchó el silencio de cientos de respiraciones contenidas. Y llegó el culmen, la imponente traca final que durante los últimos minutos del espectáculo recreó el triple centenario que este año celebra Asturias.
Los aplausos se sucedieron ante un espectáculo que llenó el cielo, que sorprendió con su majestuosidad. «Fue mejor que otros años, con muchas cosas nuevas. Tuvimos mucha suerte con el viento, que iba a favor y nos dejó ver los Fuegos muy bien», decía María González, de Gijón, que acudió con su hija Laia Ruiz, de dos años. También gustó a Ionut Dulcu, de Rumanía: «Es el mejor espectáculo pirotécnico que nunca he visto». Las palmeras, un año más, cautivaron a los más pequeños: «Parece que llueve, qué guay», decían los niños. Y las 'bombas' tricolores, en rojo, blanco y azul, fueron de lo que más gustó. «Muy bonitos y más largos y coloridos que los de San Sebastián», decía Luis Muñoz, sorprendido de la calidad del espectáculo, que desde Poniente hizo que el público estallara en una intensa ovación con la traca final, con el cielo iluminado por las figuras de las palmeras. La duración de los fuegos, 27 minutos, hizo, no obstante, que a algunos se les hiciera un poco largo.
«Me gustaron, pero se hicieron algo largos. Eso sí, el final estuvo muy bien», destacó Aarón Gallego, de Oviedo, sobre una noche en la que triunfó el color sobre la noche gijonesa.
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