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Tino Vetusta en su librería de la calle de la Merced, en 2010. ÁLEX PIÑA

Fallece el librero Tino Vetusta a los 72 años, «un sabio incansable»

Regentó hasta 2010 su negocio en la calle La Merced, que abrió en Gijón a finales de los 70

Martes, 3 de agosto 2021, 19:21

«El veneno de la literatura no te lo pueden quitar. Un librero no puede reconvertirse en nada. El auténtico lector, si te pones, tampoco. Aunque sea un sector donde el público no se renueva, o muy raramente, a ti eso te pasa desapercibido. El lector vive la compulsión de un texto tras otro, y el librero, completamente desaforado, todo lo deja por nuevos libros. No hay más». Así se despidió Constantino Gómez, más conocido como Tino Vetusta, de sus clientes en EL COMERCIO. En 2010 echó el cierre a su popular librería de viejos libros de la calle La Merced para jubilarse. El veterano librero, fallecido el lunes, se trasladó a Gijón a finales de los años 70 después de abrir en Oviedo la librería Vetusta.

Desde hace dos años residía en su casa de Belmonte de Miranda. «Era muy feliz. Tenía una vida más contemplativa, pero no dejó nunca de leer, de cuidar sus plantas y de hacer apaños en casa», aseguraba ayer su hermana Encarnación.

A Tino Vetusta lo mejor era escucharle: «Un lector es sólo alguien que lleva al límite una constante investigación acerca de sí mismo. Profundiza, ejecuta un individualismo depredador, a través de la toma de contacto con una inteligencia privilegiada, que al mismo tiempo se lo dice todo de sí mismo y de sus semejantes».

Amante de Quevedo

Famoso por su bigote exuberante, sus siempre impecables trajes ingleses, su corbata en sintonía y sus zapatos caros. Llegaba a asegurar que «veo un cliente y, por los zapatos, sé si va compararme o no». La lectura le hizo especialista en incunables, libros-pergamino y rarezas literarias. Era un apasionado de Borges, Quevedo y Valle: «Con ellos al fin del mundo. En Quevedo no sólo brilla el arcaísmo, hay forma y fondo, te deja fascinado. En sus 'Epitafios', por ejemplo, hay mucho oficio, mucho presente, la vida fabulosa de un completo egoísta, cuando el egoísmo es siempre la salvación, la supervivencia si quieres. La segunda, si es verdadera seducción, vendrá dada por un festivo encuentro de lo anómalo en contra siempre de la dictadura de lo común, del dominio puro de la masa, que hiede y es soez», explicaba para EL COMERCIO, que lo acompañó en sus últimos días de librero.

«Era un sabio incansable e incontestable», recuerdan sus amigos. Y con sentido del humor. En su negocio, porque así lo ponían los letreros, estaba «Prohibida la blasfemia, la palabra soez y el comportamiento disoluto en este honorable y pío lugar»;

Su funeral será mañana a las 18 horas en la iglesia parroquial de Belmonte de Miranda, su localidad natal.

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