Las medidas del Plan Municipal de Residuos de Gijón costarían 23,3 millones de euros hasta 2030
La mitad corresponden a la segunda fase, que solo se aplicará si antes de 2028 no se alcanzan los objetivos de reciclaje
Las 21 medidas que recoge el borrador del nuevo Plan de Residuos Cero de Gijón para concienciar, facilitar el reciclaje, incentivar económicamente a quien ... lo haga y, llegado el caso, poner trabas a quien no separe la basura, tendrán un coste de 23,3 millones de euros a lo largo de sus cinco años de aplicación. No obstante, más de la mitad de este presupuesto, 12,1 millones de euros, corresponden a las actuaciones de la denominada Fase B, que no se pondría en marcha hasta 2028 y solo si el resto de medidas no han servido para ajustar los niveles de reciclaje en Gijón a los límites que marcan tanto la normativa europea como la Ley de Residuos de 2022. La primera obliga a reciclar o reutilizar un 55% de los residuos en 2025 y un 60% en 2030 –Gijón está actualmente en el 35,7%– y la segunda, a que en 2035 la mitad de los residuos se recojan ya de forma separada en origen –sin que sirva separarlos después en las plantas de tratamiento, como hará la nueva 'plantona' de Cogersa con la bolsa de basura general–.
El plan prevé destinar ya desde su primera fase un total de 3,7 millones de euros –repartidos en cinco anualidades– a la puesta en marcha de un servicio de recogida puerta a puerta de restos orgánicos en establecimientos de hostelería para el que sería necesario crear nuevos equipos de recogida, comprar más camiones y adquirir cubos para cada local. También destacan los 2,6 millones de euros que se dedicarían hasta 2030 a renovar los contenedores de recogida selectiva (1.400 unidades) y basura general (1.000) de la zona rural, así como 1,9 millones para un servicio específico de recogida separada de residuos en los polígonos industriales, que contempla desde repartir entre las empresas enormes contenedores para cartón, plástico industrial y madera a la instalación de cerraduras electrónicas en los contenedores generales para evitar que se depositen en ellos residuos que deberían ir a plantas de tratamiento.
LAS MEDIDAS DEL PLAN
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Primera fase
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Concienciación: refuerzo de las campañas de información y puesta en marcha de un evento anual sostenible, que incluirá un certamen gastronómico, con la instalación de casetas similares a las del Paseo Gastro de Begoña.
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Facilitar la separación de residuos: ampliación de los contenedores para ropa y para restos de poda y, en la zona rural, instalación de más contenedores de recogida selectiva; ampliación de los contenedores de aceite en comercios y centros municipales y ofrecimiento para instalarlos en la propia comunidad de vecinos; recogida puerta a puerta de restos orgánicos de hostelería; creación de puntos limpios de cercanía; instalación de papeleras para recogida separada en parques, ejes comerciales y zonas de gran afluencia; cajas de reutilización para dejar y recoger objetos que puedan tener un segundo uso.
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Incentivos económicos: cambios en la tasa de residuos para incluir bonificaciones a quienes utilicen frecuentemente los puntos limpios o los contenedores de restos orgánicos, lo que se podría regular a través de la Tarjeta Ciudadana o una específica.
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Segunda fase (desde 2028)
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Pago por generación: si no se alcanzan los objetivos, se implantará un sistema basado en bolsas estandarizadas que habría que comprar para poder tirar los residuos. Quedarían asociadas a cada domicilio y las de restos generales serían más caras que las de reciclaje.
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Patrullas de control: a través del departamento de inspección de Emulsa y la unidad de ambiental de la Policía Local.
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Dificultar la no separación: cerraduras electrónicas en todos los contenedores para así «eliminar el anonimato» en su uso.
Cerraduras
Ya en la segunda fase, en la que se endurecerían las medidas si no se han logrado antes los objetivos de reciclaje, se plantea invertir nueve millones de euros en la adquisición de cerraduras para todos los contenedores de basura general, restos orgánicos y envases que hay en Gijón, que solo podrían abrirse con una tarjeta específica. «Eliminar el anonimato facilitar el cumplimiento de la normativa», señala el plan. Esta actuación formaría parte de una transformación completa del sistema de recogida, para implantar uno nuevo basado en bolsas estandarizadas de uso obligatorio. Ponerlo en marcha costaría otros 1,9 millones de euros, que incluirían entre otras cosas la adquisición de unas 30 máquinas expendedoras de bolsas.
Tras la presentación del borrador, los miembros del consejo municipal de residuos tendrán ahora de plazo hasta el 20 de diciembre para plantear propuestas de mejora del documento. Desde la federación vecinal urbana, a la espera de una reunión con el concejal de Medio Ambiente, advierten de la dificultad de implantar bonificaciones por viviendas a quien más recicle mientras el recibo se esté pasando por comunidades. Ven además «fundamental» analizar los motivos por los que Gijón se ha estancado en sus datos sobre reciclaje.
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