«Era el infierno en la tierra», relatan los vecinos de la calle Marcelino González
Amenazas de muerte o música a todas horas son algunas de las quejas que denuncian sufrir de parte de la madre y el hijo que convivían con 16 perros
«Horror» e «infierno» son dos de las palabras que más repiten los vecinos de la calle Marcelino González para describir la situación que llevan viviendo en los últimos años. M. A. G. S. y J. F. G., la madre y el hijo que convivían con 16 perros potencialmente peligrosos hacinados y el cadáver de otro en el congelador, tenían atemorizados a los residentes de la zona. Amenazas de muerte, destrozos de mobiliario, música a todo volumen, ladridos, golpes o malos olores son algunas de las quejas que este vecindario de El Llano relata. Ninguno quiere que figure su nombre, por temor a represalias.
«La gente tiene miedo a hablar, porque saben que este vecino es capaz de todo». Tanto los propietarios del piso inmediatamente inferior al de esta madre e hijo como los vecinos de arriba han abandonado el inmueble. «Les hizo la vida imposible, no me extraña que se hayan ido», reconoce un morador de la citada calle.
LOS HECHOS
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Policía Los agentes acuden al 32 de la calle Marcelino González la noche del viernes, a instancias de su propietaria.
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El hallazgo Allí encuentran al hijo de la dueña del piso junto a 16 perros encerrados en una habitación y otro muerto.
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Vecinos Se quejan de que la convivencia con estas personas es imposible. Alguno ha abandonado el edificio.
Tal es el nivel de psicosis permanente con el que vive este vecindario que, por iniciativa propia, varios de los afectados del portal 32, en el que madre e hijo convivían con los perros, optaron por instalar cámaras de vigilancia en el interior del mismo, cansados de los continuos desperfectos que ocasionaba J. F. G. a los bienes comunes y particulares. «Rompió el cuadro de contadores, a una vecina le destrozó el timbre y le echó silicona al buzón. Les puso pegamento en la puerta y les llegó a arrancar parte de la madera de la misma», continúa detallando una de las personas que reside en un inmueble cercano, quien sintetiza que «era el infierno en la tierra».
Madre e hijo llevan residiendo en el mismo inmueble desde el nacimiento del segundo, al que los vecinos calculan una edad de entre 30 y 35 años y que sufre problemas psiquiátricos. Quienes conocen a esta familia desmienten la versión que la mujer dio la noche del pasado viernes, cuando acudió a la Jefatura de la Policía Local a denunciar que su hijo no le abría la puerta tras regresar de vacaciones. Ella negó entonces saberde la existencia de 16 perros vivos encerrados y otro muerto en el domicilio. «La madre era perfectamente consciente de todo, seguramente lo hizo en un intento de protegerse a ella misma cuando los agentes encontrasen lo que había en el interior». La misma fuente reconoce que es habitual que el hijo se ponga agresivo con su propia progenitora, como pudo suceder en esta ocasión
La macabra escena que hallaron los agentes de la Policía Local tras acceder el viernes al interior del piso de M. A. G. S. y J. F. G. fue avanzada por EL COMERCIO: 16 perros potencialmente peligrosos encerrados con llave en una habitación, con las persianas bajadas, a oscuras, sin luz ni agua. Muchos de ellos eran cachorros. En el congelador de la vivienda yacía el cuerpo sin vida de uno más, envuelto en una bolsa de basura. Los malos olores que desprendía esta vivienda obligaron a que, durante su intervención, los agentes lo hiciesen portando máscaras y equipos especializados ya que el hedor era del todo insoportable.
«Van a a echar a todos de aquí»
Los vecinos esperan que tal hallazgo sirva para poner encima de la mesa el calvario que llevan viviendo, especialmente desde la pandemia, cuando J. F. G. se aficionó a bajar a la calle a arrancar su coche a altas horas de la madrugada. «Bajaba a las cuatro de la mañana, lo arrancaba y no lo movía ni un metro. Pero metía ruido y despertaba a todo el vecindario», recuerda otro de los inquilinos de la calle Marcelino González, principales sufridores de los quehaceres de este vecino, pero no los únicos.
Y es que la manzana en que se ubica la problemática vivienda comparte patio interior con inmuebles de las calles Santa Eulalia, Río de Oro y Leoncio Suárez, lo que hace que muchos de ellos también hayan tenido que padecer ruidos y lanzamiento de objetos desde la ventana. «Hay días que a lo mejor ponían la música desde las siete de la mañana», narra una vecina de una de estas calles. «Van a acabar echando a todos los vecinos de la zona», lamentaba otra fuente vecinal, quien reconoce resignada que Policía Local y Nacional ya han acudido varias veces al inmueble para dar parte de la situación. «A él incluso se lo llegaron a llevar alguna vez detenido, pero nada, lo sueltan y acaba volviendo a las andadas». Viven en una pesadilla.