El Muselín diseña su futuro
La calificación del terreno como urbano pone fin a siete años de incertidumbre | «Hay que resolver algunos problemas de movilidad y renovar las fachadas», indica la asociación que lideró la campaña para salvar al barrio
ÓSCAR PANDIELLO
GIJÓN.
Domingo, 15 de octubre 2017, 01:41
Los vecinos de El Muselín ya respiran más tranquilos. Sin la presión de saber que su barrio podía desaparecer. Desde 2010 la sombra del derribo ha estado ahí, marcando el día a día de quienes residen en esta zona gijonesa. Desde que el equipo de gobierno, entonces socialista, decidiera destinar los terrenos sobre los que se levantan sus viviendas a la creación de un gran parque para la zona oeste de la ciudad, similar al de Los Pericones.
Dirigía la concejalía de Urbanismo en aquella época Pedro Sanjurjo y se aludía a la «inestabilidad» de la ladera sobre la que están construidas las viviendas como un factor que hacía esta área proclive a sufrir desprendimientos. Un centenar de casas pasaban a estar bajo sospecha. Y así se recogía en el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de 2011. Con ello, llegaba una época de incertidumbre para los vecinos que ahora toca a su fin.
«Estos últimos cinco o seis años han sido un sinvivir. Yo compré la casa hace doce años y cuando saltó el tema del derribo todavía me quedaba una hipoteca curiosa. La cosa es que de la noche a la mañana nuestras propiedades pasaron a valer cero. Nos quitaron el patrimonio de repente», recuerda Juan Carlos Fernández, uno de los vecinos afectados, que no cesaron en sus movilizaciones para salvar sus hogares y que hoy abordan el futuro de su barrio con optimismo, pensando ya en planes de futuro. Son conscientes de que El Muselín se ha salvado, pero que todavía queda mucho por hacer. «Hay que adecuar algunas calles que tienen problemas de movilidad y acometer una renovación de las fachadas, como en Tremañes», plantea Piñera.
Los vecinos siempre defendieron que el terreno sobre el que vivían «no es tan peligroso como pintan». Y, decididos a luchar por lo suyo, reactivaron la extinta asociación vecinal para presentar batalla de una manera organizada y sostenida en el tiempo. Y su tenacidad dio resultado. Su reivindicación se ha materializado en 2017 dentro del borrador del Plan General de Ordenación (PGO) que tramita el equipo de gobierno, ahora al frente del Ayuntamiento.
El texto se encuentra en tramitación, en su segunda exposición pública, y en él se reconoce el terreno como «urbano», dejando atrás el fantasma de la reubicación forzosa y permitiendo que los vecinos aborden de otra manera el día a día. «Habrá cosas que tirar, cambiar o renovar, eso no lo dudo. Pero ahora, al menos, ya tenemos la consideración de ser un barrio más de Gijón. Esto nos da mucha tranquilidad y es un primer paso. Ya no estamos como hace cinco años», celebra Ángel Piñera, presidente de la asociación de vecinos Muselín Vivo y una de las cabezas visibles de la reivindicación que han mantenido durante los últimos años. Un periodo en el que han tenido que hacer frente a numerosos obstáculos. Como un primer informe geológico que abogaba por la reubicación y que, a juicio de los vecinos, era una elaboración «interesada». La construcción de la regasificadora les colocaba -recuerdan- en una posición «comprometida» al situarles en el área de influencia de la nueva instalación, que no admite suelo urbano en sus inmediaciones. Pero ellos no se amilanaron: «Un informe de la Universidad de Oviedo nos dio la razón y eso hay que tenerlo en cuenta».
Precaución
Con el PGO, los vecinos podrán volver a hacer reformas en sus domicilios, respetando unos márgenes legales y extremando las precauciones. El texto recuerda que, pese a ser suelo urbano a pleno derecho, los precedentes y estudios siguen colocando a El Muselín como una de las zonas proclives a sufrir desprendimientos.
«Cuando llueve, como en muchas partes de Asturias, a veces hay argayos. Ya contamos con que hay algunas áreas que habrá que sujetar, como ya dicen los estudios independientes que se vieron estos años. Contamos con ello pero no nos inquieta», dice Fernández.