La pandemia no echa al olvido el exilio de los niños de la guerra

Ayer, el niño esculpido por Vicente Moreira en la playa de El Arbeyal no pudo encontrarse con los inspiradores de la obra, aquellos que en plena infancia tuvieron que abandonar a su familia y sus raíces para ser acogidos en la Unión Soviética huyendo de la guerra civil española. El coronavirus y la avanzada edad de todos los supervivientes asturianos hicieron que ayer en el acto de homenaje que cada año se les rinde por estas fechas, coincidiendo con el aniversario de su partida de El Musel, hubiera una gran ausencia, la de los protagonistas.

«Ahora hay que protegerles», explicaba Gonzalo José Barrera, nieto de uno de los llamados niños de la guerra que en 1937 partieron rumbo al exilio. «Siento una emoción infinita», dijo el descendiente de uno de los más de mil asturianos que vivió el desarraigo en primera persona.

El acto estuvo organizado un año más por la asociación Lázaro Cárdenas y el Ateneo Obrero, con la asistencia de representantes del Ayuntamiento de Gijón.

El concejal de Educación y Cultura, Alberto Ferrao, abogó por apostar por el conocimiento y la historia para reparar el daño causado en los cientos de niños exiliados. «Este Ayuntamiento no va a permitir que se silencie la memoria histórica, lo que ocurrió en el paseo no lo podemos ni lo vamos a esconder», aseguró. La ofrenda floral en la estatua puso el cierre al acto.