Francisco Álvarez y Mónica García, pediatras: «Es raro encontrar un aula en la que no haya un niño con alguna alergia»
«El asma afecta a un 10%, pero no necesariamente todos los pacientes que presentan síntomas en la infancia los van a seguir manifestando de adultos», explican los facultativos de la Unidad de Alergia Infantil del Hospital de Cabueñes de Gijón
La Unidad de Alergia Infantil del Hospital Universitario de Cabueñes, en Gijón, ha ido constituyéndose de forma progresiva con la incorporación de los ... pediatras Francisco Álvarez Caro (2011), Mónica García González (2018) y Alejandra Méndez Sánchez (2021). En la actualidad atiende unas 800 primeras consultas al año. Recientemente, logró la acreditación de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica por la atención que presta a sus pacientes...
–Unos 3.000 al año, ¿no?
–Sí. Son niños asmáticos o con patología neumoalergológica, que incluye alergia respiratoria, alimentaria y farmacológica.
–¿Qué supone esta distinción?
–Refrenda que estamos haciendo las cosas aceptablemente bien.
–¿Qué porcentaje de esos 3.000 pacientes son niños asmáticos?
–Dos terceras partes más o menos.
–¿Cuál suele ser la edad de debut en la enfermedad?
–Es muy variable. Desde los primeros meses de vida podemos observar lactantes con episodios recurrentes de dificultad respiratoria. Generalmente, relacionados con infecciones virales, con resfriados. Es lo que tradicionalmente se conoce como el asma de lactante. En los que va a persistir más el asma en la infancia son aquellos niños que debutan un poquito más tarde, al año o los dos-tres años de vida y que tienen una historia personal o familiar de enfermedades atópicas: dermatitis atópica, alergia alimentaria o, sobre todo, los que están sensibilizados o son alérgicos a ácaros del polvo, que es lo más frecuente, pólenes, epitelio de animales...
«Los más expuestos a determinados microorganismos presentan menos alergia y asma»
–¿Y quien tiene asma de niño va a tener asma también de adulto?
–Es la pregunta del millón (risas). Clásicamente se dijo que el asma era la enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias, pero ahora ya no se entiende como una única enfermedad sino como un síndrome clínico. Dentro de ese síndrome asmático hay varios espectros: habrá niños que presenten episodios de dificultad respiratoria recurrente, pero solo los primeros años de vida y otros en los que la enfermedad persista hasta la edad adulta. Suelen ser, aunque no de forma exclusiva, los pacientes alérgicos. Es muy variable. No necesariamente todos los pacientes que presentan síntomas de asma en la infancia los van a seguir manifestando en su edad adulta.
–¿El asma es la enfermedad pediátrica con mayor prevalencia?
–Sí. La prevalencia en España es del diez por ciento más o menos. Aquí estamos en la media.
–¿Y cuál ha sido su evolución en los últimos años?
–Siempre ha tenido una alta prevalencia. Al menos la de origen alérgico sí que va incrementándose progresivamente con el paso de las décadas.
Más niños alérgicos
–¿Es una impresión mía o, en general, hay más niños alérgicos ahora?
–Sí, sin duda. Hoy es raro entrar a un aula escolar y no encontrar a un niño o niña que no tenga una alergia.
–¿Y hay una explicación?
–No se sabe muy bien el origen, pero, ya en los años 80, David Strachan estableció la teoría de la higiene. Postulaba que en aquellos niños que tenían una mayor exposición en su primera infancia a determinados microorganismos, por ejemplo en medios rurales, la prevalencia de asma y alergia era menor que en zonas más urbanas. Seguramente, no sea la única explicación, pero sí que es algo que está aceptado que influye en el incremento de la prevalencia. Digamos que el sistema inmunológico tiene dos vías: la de las infecciones y la de las alergias. Si estamos expuestos a menos microagentes bacterianos, nuestro sistema inmunológico busca una vía de escape activando la vía de las alergias. Las enfermedades infecciosas van a menos, pero aumentan las otras.
«En comparación con los años previos, de momento esta primavera no está siendo relevante»
–Por cierto, ¿cómo está siendo esta primavera para los alérgicos? ¿Les beneficia este tiempo que estamos teniendo?
–De momento, esta primavera no está siendo especialmente relevante en comparación con los años previos. Con la lluvia el polen precipita y los niños alérgicos al polen, los que más se exacerban en primavera, tienen menos síntomas. Pero si luego vienen días de sol y viento, la polinización va a aumentar mucho y va a ser peor.
Los ácaros del polvo
–Volviendo al tema de las alergias, ¿cuál es la más frecuente?
–Las más prevalentes son las de alérgenos presentes todo el año, como los ácaros del polvo.
–¿Y las alimentarias?
–También son muy prevalentes. Lo más frecuente es a la leche, los huevos y los frutos secos, pero nos podemos encontrar niños alérgicos a casi cualquier familia alimentaria. De hecho, es uno de los motivos de consulta cada vez más frecuentes.
–Y en este caso, ¿por qué aumenta su incidencia?
–No se sabe muy bien. Pero influye, evidentemente, una predisposición genética personal de los niños y también el momento de la exposición a ese alimento y la periodicidad con la que se siga exponiendo. Dicho de otra forma, si uno ingiere un alimento y regularmente lo sigue ingiriendo, lo esperable es que su organismo tienda a tolerar ese alimento. Pero esto no está claro del todo.
–¿Cuál es el modo de proceder con los pacientes que llegan a la unidad?
–Los vemos en consulta, les hacemos unas pruebas de función pulmonar para confirmar el diagnóstico de asma, y pruebas alergológicas para tratar de buscar la causa de ese asma, si tuviera un origen alérgico.
–¿Cuáles son los tratamientos actuales?
–Hay dos aspectos. Por un lado, el tratamiento de las crisis asmáticas. Por otro, el tratamiento de mantenimiento, que es escalonado, en función de la gravedad. En los casos más leves se usan los broncodilatadores de acción corta que se administran de forma inhalada. Para los pacientes para los que esto no es suficiente hay seis niveles de tratamiento. Desde los corticoides inhalados a los llamados tratamientos biológicos, que están reservado para pacientes con un asma grave. Son un porcentaje mínimo.
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