Unas 300 personas se han quedado sin los cursos y talleres en las entidades vecinales
«Los más perjudicados son los mayores, que necesitan socializar y lo hacen en nuestros centros», lamenta el presidente de la FAV
SUSANA D. TEJEDOR
gijón.
Domingo, 19 de abril 2020, 01:24
La Federación de Asociaciones de Vecinos (FAV) siempre tiene tareas pendientes. Un total de 28 movimientos vecinales la componen y cada uno de ellos tiene su problemática y sus reivindicaciones. Ahora todo está paralizado. Su presidente, Manuel Cañete, dice que es lo que toca. «El confinamiento es la única solución para parar el tema».
Ello supone que muchos vecinos se han quedado sin poder realizar alguno de los cursos y talleres de las asociaciones vecinales. A lo largo de la semana, de lunes a viernes, se llevan a cabo unas 16 ó 17 actividades en los centros grandes, a las que acuden diariamente un centenar de personas. La media es una decena de actos en los 28 movimientos vecinales. Todo esto significa que el parón ha dejado sin clase a unas 300 personas.
«En las asociaciones mayores, como Centro, La Arena, Laviada, El Llano, Contrueces, Nuevo Gijón, Montevil, Contrueces y Pumarín, se realiza una media de cien actividades diarias. Los cursos están llenos. La media es de 16/20 personas por curso, aunque las pautas las marcan los monitores en función del curso que se implanta. Todos son gratuitos pero solo para socios, por este motivo», dice Cañete.
Los más perjudicados son las personas mayores, quienes acuden con más frecuencia. Para ellos y para el resto hay un amplio abanico, desde opciones básicas como el manejo de un móvil, hasta informática, disciplinas deportivas (yoga, gimnasia, taichi, zumba,...), baile, manualidades, restauración, idiomas, teatro y redes sociales, entre otras. «Es una forma de socializar».
Hay centros que comparten monitores y muchos de ellos son voluntarios. En verano se dan clases para niños con recursos escasos en algunas asociaciones. «No hay ningún partido político en Gijón que tenga el número de socios que tenemos en la federación. En el barrio muchos piensan que desde sus asociaciones se gestionan los problemas de sus zonas», anota.
Sede cerrada
Es muy difícil cuantificar el número de socios pues en algunas asociaciones, como Pumarín, se aplica un parámetro unifamiliar: el socio es uno pero lo es toda la familia. Otros manejan el concepto de edificio. «Si hay unos 1.500 personas que pagan la cuota, posiblemente los servicios abarquen hasta las 2.000 personas, lo que en un barrio como el Polígono, en el que viven 10.000 personas, hay que reconocer que no está mal».
Desde el confinamiento no se celebran reuniones ni juntas ni talleres ni cursos. «En el primer trimestre del año, normalmente celebramos una asamblea con todas las asociaciones para presentarlas a la oficina de participación ciudadana, con vistas a las subvenciones, que es lo que nos mantiene junto a las ayudas de los socios, y ha quedado pendiente». «Estamos trabajando en ese período de alargamiento hasta que podamos volver a los papeles y presentar toda la documentación precisa».
Mientras, el único empleado de la federación sigue trabajando para aligerar todos los asuntos que han quedado pendientes, pero eso sí, desde casa, ya que las puertas de la sede de la calle Ruta del Alba permanecen cerradas. Cuando todo vuelva a la normalidad, continuará la actividad y todo lo que está pendiente. «Seguiremos dando forma a las actividades que se hacen en la ciudad. Prepararemos el modelo de participación, que nos quedó a medias, y proseguiremos con el plan de movilidad».
La avenida de El Molinón
Además, «abordaremos la posible reforma de la avenida de El Molinón, la propuesta de la zona Oeste de intervención sobre la contaminación y continuaremos con el plan de trabajo de barrios para posibilitar reuniones de distrito. Necesitamos hablar del presente y futuro de la ciudad». De todo lo que está ocurriendo, Cañete resalta la necesidad por parte de los vecinos de comunicarse. «No estamos de fiesta pero la gente necesita compartir su vida en los balcones».