El Roto: «Los jóvenes van a crear un mundo nuevo»
Andrés Rábago, referente nacional del humor gráfico, opone la «deprimente» degradación política a su confianza en la juventud. El martes estará Gijón
Andrés Rábago (Madrid, 1947), referente del humor gráfico español, y también pintor, estará en Gijón el martes como anticipo de lujo a la inauguración de la Feria del Libro. En conversación con EL COMERCIO, juzga «deprimente» la degradación política actual, pero no pierde la confianza en la juventud. «Van a crear un mundo nuevo».
–¿Cómo frota su lámpara de Aladino para idear sus viñetas? ¿Sigue empezando por comprar el periódico a las 7.15 de la mañana?
–Exacto. Es un ritual. Tengo la suerte de tener un quiosco a pie de casa y bajo a comprar el periódico para leerlo con el desayuno. Compro mi periódico, 'El País' y suelo alternar otros tres: 'La Vanguardia', 'Abc' y 'El Mundo'. La información casi no es necesario leerla, más o menos ya la tienes. Leo sobre todo artículos.
–La política, la actualidad está en el eje de su diana. Son tan malos nuestros políticos como los pinta... ¿o peor aún?
–No dibujo políticos, me aproximo a la política. Cada uno tiene su opinión, no creo que muy positiva, de lo que está pasando. Hay una situación caótica internacional y bastante desastrosa en lo más próximo.
–¿Teme la deriva en la que estamos inmersos ahora mismo?
–A nivel internacional no sabemos cómo se desarrollarán las múltiples guerras vigentes, tampoco cómo acabará esa lucha entre grandes poderes económicos ni hasta qué punto conseguirán destruir las estructuras profundas del ser humano. Creo que debemos estar atentos responsabilizándose cada uno de su experiencia personal. En España el panorama es muy deprimente, hay una degradación de la actividad política y de la gente que la está llevando a cabo. Te asombras de que estén ahí.
–Vamos con algunas de sus viñetas. Un supuesto empresario dice a la amante enjoyada: «Por tu culpa tengo que subir los precios, so canalla». Otro dice al lector: «¡Llegar a rico me costó lo vuestro!»...
–No estoy contra las empresas, son absolutamente imprescindibles. Soy contrario a la explotación del trabajador y el encarecimiento desorbitado de las condiciones de vida. Pero hay empresarios y empresarios. Siempre ha sido así.
–Un chiste más complejo es ese en el que el cura le avisa al obispo al vérsele una pata de cabra al levantar un poco la sotana: «¡Monseñor! ¡La pezuña!».
–De nuevo pasa lo mismo. Hay monseñores y monseñores. Ahora mismo la Iglesia no es responsable de lo que está pasando, la responsabilidad de las cosas recae sobre otras instituciones. Ya no vivimos tiempos de una Iglesia todopoderosa que ejercía su dictadura sobre todo. Su territorio es el del alma, no debe entrar en otros. Espero que sea el camino de este nuevo Papa.
–El Roto es ácido y el gesto de su autor es serio. ¿Brota el mejor humor desde la seriedad?
–El término humor no lo aplico a mi trabajo, aplico el territorio de la sátira. Hay humor en algunos momentos, pero es una mirada crítica, comprometida con lo humano. Puede hacer gracia, me parece muy bien que se hable de carga humorística, pero no es mi intención usar esa palabra. Yo pretendo entender las cosas desde otro ángulo a aquel desde el que se nos presentan. Eso nos permite una mirada nueva, de forma que eso que parecía de una forma te das cuenta de que tiene otra, ver otro contenido y otra posible solución.
–«Para comprender a los adultos tendrás que esperar a hacerte mayor y perder el juicio», le dice una madre a su hijo. ¿Es pesimista sobre el ser humano?
–No. Yo soy muy fan de los niños, de su mirada nueva, que creo que deberíamos practicar. No tener una mirada cansada, estereotipada, que ya no ve, sino mirar como los niños ven las cosas. Lo ideal es que los adultos miren las cosas y les pongan su nombre y no la etiqueta que viene de fábrica.
–Cuando denuncia en su viñeta, ¿hay un propósito de redención?
–Cuando veo un tema y lo intento reflejar primero estoy haciendo algo egoísta, intento entenderlo. Si además le sirve a alguien, excelente. Si no, igual es útil para contrastar su opinión y afianzarse o modificarla. No quiero hacer doctrina ni dar dogmas, quiero transmitir mi reflexión personal de algo que está ante la vista. Y todo eso con un contenido gráfico de calidad formal para que el dibujo en sí tenga belleza formal e interés visual.
–Dos hombres trajeados reunidos: «Informe de los hechos, pero que no se entiendan». «Descuide». ¿Hasta qué punto la sociedad vive desinformada? Cada vez más gente ha dejado de creer en el telediario.
–Efectivamente. Hay una voluntad de los medios más calientes de confundir, de que nadie sepa qué es verdad y qué mentira y en el momento necesario moverlos a través de una fuerte campaña publicitaria de manipulación. A mí me gusta el papel, más frío, siempre pienso que deja testimonio. El papel es clave para que quede claro qué se dijo, cuándo y cómo. No se puede tergiversar tan fácilmente lo que está escrito.
–El próximo martes, a las ocho de la tarde, tertuliará con Enrique del Teso en el Antiguo Instituto. ¿No venía desde su exposición en el Barjola de 2016?
–Expuse en Cornión varias veces (tuve gran relación con Amador) y luego en el Barjola. Aunque tenemos casa en Cantabria, donde pasamos el verano, en general nos movemos poco. Este fin de semana estaré ya en Cantabria. Así que con mucho gusto iré a Gijón desde allí.
–¿Qué nos va a contar?
–Pues será creo una participación discreta en una mesa redonda. El último libro que publiqué fue 'Parpadeos', con unas pocas imágenes y aforismos en torno a la pintura. Estoy abierto a lo que se suscite.
–Viñeta sobre la Feria del Libro. Dice un joven: «He leído uno y no es para tanto». ¿Qué lee El Roto?
–Ese sí es humorístico, sobre los 'no lectores'. No soy muy lector de novela, soy más de poesía, filosofía o ensayo. A veces leo algo que cae en mis manos en librerías de viejo, hallazgos fortuitos de gran interés.
–Andrés Rábago es también pintor, escultor, guionista, escritor... ¿Qué le reporta más placer?
–Lo dejamos en dibujante y pintor. El dibujo abarca el territorio de lo externo y la pintura el mundo más interno, más profundo. Pinto con la luz de la mañana y el dibujo es para la luz de la tarde, dos luces distintas para dos espacios mentales distintos, uno en color y otro en blanco y negro.
–Acabamos con otra viñeta: «¡Pero qué clase de educación reciben los jóvenes que se resisten a ser explotados!». ¿Hay esperanza para la juventud?
–La juventud en sí misma es esperanza, estamos machacando demasiado el pesimismo, cierto que para los jóvenes está todo muy complicado, pero en esa fuerza de la juventud reside la posibilidad que tiene de creación de una realidad propia, de crear su propio mundo. Reciben un mundo gastado de los mayores, gastado incluso para nosotros mismos, y ellos van a crear sin duda un mundo nuevo. Los jóvenes no pueden aceptar lo que se les ofrece, tienen que rechazarlo y crear algo nuevo. ¡Está clarísimo!
–¿Una revolución?
–No una revolución al uso antiguo, pasa por una transformación mental, de la lente, que conllevará inevitablemente una transformación de la realidad. No estoy esperando revoluciones de octubre ni asaltar los cielos, como dicen algunos, sino una transformación de la psique que propiciará y creará un mundo nuevo.
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